Tras las elecciones parlamentarias del 16 de noviembre, las bancadas de la actual oposición quedaron a solo dos votos de alcanzar la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados. Con 76 de los 155 escaños, las fuerzas políticas alineadas con la candidatura de José Antonio Kast (republicanos, libertarios, UDI, RN, Evópoli, socialcristianos y demócratas) han conformado un comité negociador para buscar un acuerdo de gobernabilidad en el Congreso.
El comité negociador está integrado por los diputados Benjamín Moreno (Republicano), Jorge Alessandri (UDI), Cristóbal Urruticoechea (Libertario) y José Miguel Castro (RN).
REPUBLICANOS A LA CABEZA POR LA PRESIDENCIA
Al lograr la bancada más grande, con 31 diputados electos, el Partido Republicano tiene una innegable preferencia para liderar la corporación. El partido ya tiene dos nombres sobre la mesa para la presidencia de la Cámara:
Agustín Romero: Actual representante del norponiente de Santiago y exjefe de bancada (2023-2024). Romero es considerado un parlamentario con mayor ascendencia en el comité y ha integrado la estratégica Comisión de Hacienda.
Juan Irarrázaval: Diputado por un territorio simbólico para Republicanos. Es el actual jefe de la bancada y ha integrado las comisiones de Obras Públicas y de Familia.
El diputado electo Enrique Bassaletti (indep. republicano) valoró el trabajo de Romero, pero señaló que la definición se debe tomar «después del domingo 14» (día de la segunda vuelta presidencial).
NEGOCIACIONES ABIERTAS PARA EL CONTROL TOTAL
Al contar con 76 escaños, el control total de la Cámara está al alcance de la mano para la derecha, lo que genera una alta tentación para «pasar la máquina» y relegar a las bancadas de izquierda y centroizquierda. Para asegurar la mayoría, solo bastaría negociar un par de votos con independientes (como Carlos Bianchi), el PDG (liderado por Pamela Jiles) o legisladores de la Federación Regionalista Verde Social (como Jaime Mulet o René Alinco).
Sin embargo, existe la posibilidad de buscar un entendimiento más institucional con sectores del oficialismo, considerando la mala experiencia que tuvo el gobierno de Gabriel Boric al marginar a la derecha y negociar con grupos no alineados, lo que derivó en un «guerra de guerrillas» de la oposición y en derrotas políticas severas, como el rechazo a la reforma tributaria.
Inicialmente, el Partido de la Gente (PDG), que eligió a 14 legisladores, parecía el aliado más obvio. No obstante, la declaración de Pamela Jiles de que le haría la «VIDA IMPOSIBLE» a Kast si ganaba, y la consulta interna del partido que se inclinó por el voto nulo, han generado desconfianza en esos acercamientos. (NP-Gemini-La Tercera)



