Desde que ganó las primarias de su coalición a mediados de año, Jeannette Jara se ha esforzado en convencer a un electorado escéptico, que desconfía de toda la clase política, que ella no es una candidata del Partido Comunista ni la continuidad del fracasado gobierno que lidera Gabriel Boric. Al esmerarse tanto en explicarnos lo que ella no representa, Jara ha fracasado estrepitosamente en definir cuál es su norte y qué ideal de país tiene para Chile.
Aunque a estas alturas parece imposible hacer en 14 días lo que no pudo lograr en los últimos meses, Jara debiera intentar -por respeto a sus propios electores- explicitar si aspira a que Chile tenga un modelo capitalista mejorado o si sueña con un Chile en que el Estado ocupe un papel más importante en la sociedad. Es improbable que eso le ayude a ganar, pero al menos los electores chilenos sabrán si Jara cree más en el Estado, como sugiere su historia de militancia comunista, o si milagrosamente la campaña la ha convencido de las virtudes y fortalezas del modelo que se basa en la competencia y en los mercados que promovieron y avanzaron todos los gobiernos de Chile entre 1990 y 2014.
La experiencia de repetidas elecciones lleva a los votantes a dudar de lo que dicen y prometen los candidatos en campaña. Porque la clase política entiende que debe decir lo que la gente quiere oír para poder ganar elecciones, los electores cada vez ponen menos atención a las promesas de campaña y a los compromisos de los candidatos. La gente evalúa a los candidatos por sus trayectorias previas y por lo que han hecho los gobiernos de los partidos y coaliciones a las que esos políticos representan. Cuando los candidatos son parte de la coalición de gobierno, la gente a menudo los premia o castiga a partir de la evaluación personal sobre qué tan bien lo ha hecho ese gobierno.
En el caso de Jara, ser militante del Partido Comunista -una colectividad que aspira a abolir la propiedad privada y que postula que el estado debiera controlar los medios de producción a nombre de la clase trabajadora- ha representado una pesada carga. Los chilenos mayoritariamente creen en la propiedad privada y gustan de ser consumidores que se benefician de la competencia entre proveedores. Aunque los chilenos también quieren que el mercado funcione mejor y que haya más protección social y derechos más robustos de los consumidores, la gente no quiere un modelo dominado por el estatismo. Como sabe que ser comunista constituye un costoso pasivo Jara insiste en que, pese a que ella milita “en un partido”, su candidatura representa a una coalición. Pero esa burda forma de distanciarse de su partido no ayuda a Jara. Al contrario, ese mal argumento solo confirma, a los ojos de los votantes, que es una política profesional capaz de decir cualquier cosa para tratar de ganar votos.
El otro gran pasivo de Jara es que ella representa la continuidad del gobierno de Boric. Aunque ahora ha buscado distanciarse del saliente presidente y de su gobierno, lo primero que hizo Jara al ganar las primarias de su coalición fue ir a saludar a su exjefe. Si bien igual hubiera sido difícil para ella distanciarse del legado de Boric, Jara dio demasiadas señales de cercanía y continuidad con Boric como para intentar ahora no cargar con la pesada mochila que resulta ser la candidata de la continuidad. Además de haber fallado en desmarcarse del Partido Comunista y del legado del Presidente Boric, Jara enfrenta a un candidato de derecha dura que es disciplinado y que se ha encargado cotidianamente de recordar la cercanía de la exministra y Boric.
Además, Jara ha cambiado demasiadas veces de estilo, mensaje y forma de hacer campaña. En los meses que lleva como candidata, Jara ha pasado de ser una mujer que se presenta como cercana a la gente (fue temporera cuando joven, aunque no se acuerda si se agachó para recoger frambuesas o se empinó para recoger guindas), como razonable mujer de orígenes humildes que le fue bien en la vida, o como una radical que sonríe cuando sus partidarios insultan a Carabineros. Las contradicciones y mentiras que han marcado su campaña han confirmado a los electores que ella es una política profesional que dice lo que cree que le puede conseguir votos. Sus cambios de estilos -de amigable a agresiva- en los debates confirman las dudas que la gente siempre tiene sobre cuál es la verdadera personalidad e identidad de un político que se presenta como candidato a presidente.
Por sobre todo, el principal problema que ha tenido Jara como candidata ha sido su incapacidad para explicarle al país cuál es el sueño de sociedad que la inspira. Ha sido incapaz de alejarse del Partido Comunista y del saliente gobierno de Boric. Lo que es mucho peor, ha sido incapaz de explicar cuál es el país con el que ella sueña. (La Tercera)
Patricio Navia



