El 20,5% de los votos válidos que obtuvo Franco Parisi sorprendió al superar el 13% que obtuvo en 2021 (sin voto obligatorio) y el 5,8% de Marco Enríquez-Ominami en 2017. Se atribuye esto a votantes cuya prioridad es su economía doméstica, laborando como independientes formales o dependientes informales. Rechazarían responder encuestas. Lo importante es que si este grupo mantiene este tamaño o crece, podría llevar a Parisi a segunda vuelta en 2029.
La salud fiscal del Estado chileno no resistiría ese populismo, ni la sociedad resistiría la frustración que sobrevendría después.
Por esto es prioritario atender las inquietudes de estos votantes dentro de los próximos cuatro años. En lo económico, dichas inquietudes —según encuestas— son mejores sueldos, más empleo y crédito equitativo. Proveerlos de modo coherente y sostenible —este requisito descarta aumentos desmedidos del salario mínimo— recuperará a muchos para las opciones políticas capaces de gobernar de modo sostenible.
Sin embargo, una influyente corriente de opinión propone gastar primero en políticas que fortalecen las rentas del capital, dejando para después el crecimiento de los salarios. Un ejemplo es reducir la tasa del impuesto corporativo de 27% a 20%. Comparto que las rentas del capital deben ser competitivas para atraer inversión y que un mayor nivel de capital por trabajador en los sectores donde se emplea la gran mayoría de los chilenos impulsaría sus salarios. Sin embargo, en economía hemos aprendido que fortalecer el capital tiene efectos lentos sobre los salarios en su primer quinquenio y solo alcanza impactos sustantivos una década después.
Otro caso: el superciclo del precio internacional del cobre iniciado en 2003, bajo tasa tributaria de 17%, gatilló un veloz aumento del PIB por ocupado (2,04% real), pero los salarios reales promedio crecieron hasta 2008 mucho más lento (1,1% real, menos que en 1999-2003).
También conviene agilizar la tramitación de grandes proyectos en minería, energía, litio, hidrógeno verde y turismo de élite, ya que la mejor rentabilidad de esos capitales sube ciertos salarios. Sin embargo, la baja intensidad en empleo de esas actividades limita el impacto sobre los trabajadores de calificación media y baja.
¿Qué políticas impulsarían aumentos sostenibles en los sueldos de la clase media en un plazo cercano?
Una es crear un pago a los empleadores en proporción a las remuneraciones con sueldos bajo cierto umbral. Está en el programa de José Antonio Kast, vía un crédito tributario contra el impuesto corporativo. Su fin es incentivar el crecimiento de empresas intensivas en el tipo de trabajador que abunda hoy en Chile y facilitar el aprendizaje en el puesto de trabajo, virtud propia del empleo dependiente formal. También recupera parte del gasto vía cotizaciones de salud.
Otra es un control eficaz de la inmigración irregular, pues eso contribuye a bajar alquileres en estratos bajos, lo que también reducirá la clientela de las inmobiliarias narco. Un combate eficaz a la delincuencia tendría efectos muy favorables para las personas con salarios bajos y medios.
Asimismo, ayudaría más convicción en medidas para reducir el sobreendeudamiento en tarjetas y aprovechar el nuevo Registro de Deuda Consolidada para ampliar el crédito a los cumplidores.
Expandir la salmonicultura y fomentar la exportación de servicios también contribuiría.
Estas políticas de “mejores salarios pronto” serían financiadas con ahorros obtenidos por gerentes públicos empoderados. (El Mercurio)
Salvador Valdés P.
Economista



