Época de negociaciones

Época de negociaciones

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La elección presidencial y parlamentaria tuvo varias sorpresas que obligan a un rebaraje del naipe. Se abre otra campaña. Pasan a segunda vuelta Jeannette Jara con un 26,81% y José Antonio Kast con un 23,99%. Un resultado estrecho que anticipa semanas decisivas de conversaciones y negociaciones.

El gran cisne negro fue Franco Parisi, con cerca del 20% de los votos. Las encuestas no lo vieron venir; para muchos era impensable. Pero él sí logró hablarle directamente a la gente y a sus necesidades. Manejó las redes con precisión quirúrgica.

Su buena votación, además, alteró el mapa electoral en varias regiones, afectando a Chile Vamos, al Socialismo Democrático, a Amarillos y a Demócratas, todos golpeados también por la fuerte irrupción parlamentaria de Republicanos. Parisi queda con un poder de negociación significativo y con un eslogan que caló: “ni facho ni comunacho”.

En su discurso post elección enumeró las condiciones que exigirá a Kast y a Jara. No será una segunda vuelta fácil. Jara está dispuesta a todo, pero no parece tener de dónde sumar: la izquierda de Artés, ME-O y Mayne-Nicholls aportan apenas tres puntos.

Existe, en cambio, un voto volátil: el de Parisi. Ese electorado buscará quién ofrece más certezas -o quién amenaza con quitarles menos- y no se moverá solo por el tema de la seguridad.

Chile necesita un acuerdo político amplio. Para gobernar con estabilidad, Kast y su equipo deberán lograr entendimiento con Chile Vamos, el Partido Nacional Libertario y lo que pueda rescatarse del pequeño centro. Allí hay gente con experiencia, y mucha capacidad . Es parte de ésta época de negociaciones que se inicia. Esa convergencia otorgaría amplitud, moderación y capacidad real de negociación.

Resulta indispensable analizar las razones del ascenso de Parisi y comprender qué factores lo posicionaron como tercera fuerza.

El oficialismo, en cambio, obtuvo una votación muy baja. Jara pasó a segunda vuelta con uno de los porcentajes más reducidos que se podían anticipar. Más que un triunfo, es un llamado de alerta para el gobierno: su candidata apenas retuvo a su sector y no logró convocar a quienes, cansados de la inseguridad, la fragilidad económica y la falta de conducción, esperaban un cambio.

En la oposición ocurrió lo contrario. Kast se impuso con claridad dentro de su bloque. Si se suman sus votos con los de Matthei y Kaiser, la oposición alcanza el 51%. Pero requerirán sí o sí los votos de Parisi.

Y Parisi no regala apoyos. No respalda a nadie que no se acerque a él. Exige claridad, compromisos concretos y gestos políticos reales. Su 19% tiene identidad propia y un arraigo popular fuerte. Su bancada de más de 11 diputados amplifica aún más su capacidad de negociación.

Ese electorado podría moverse hacia Jara por su oferta social, o hacia Kast si él logra mostrar algo que no siempre ha priorizado: amplitud, contacto con la gente común, un mensaje hacia el centro y certezas económicas sin rigidez ideológica.

La gran incógnita es qué hará ese 19%. Y esa sola duda instala un escenario de incertidumbre.

Aumentarán quienes voten nulo o blanco, de eso no cabe duda.

Pero no es la única. También está la interrogante sobre cómo actuará el resto de la oposición, que hoy cuenta con mayorías holgadas frente al oficialismo. Esa fuerza solo será útil si se transforma en algo más que aritmética electoral.

Chile necesita unidad. Una unidad que permita acordar un proyecto de país capaz de sostener un gobierno estable, responsable y con visión de futuro. No hay espacio para maximalismos, ni para disputas menores ni desconfianzas heredadas.

El riesgo que enfrenta Chile es demasiado grande: inseguridad en escalada, deterioro económico, instituciones debilitadas y un clima social enrarecido. No bastará con ganar; será imprescindible gobernar con equipos sólidos, experiencia, responsabilidad fiscal y un compromiso real con la verdad.

La ciudadanía ya no tolera promesas vacías. Quiere certezas, conducción, crecimiento, orden y una democracia que se respete. Chile necesita un liderazgo que convoque, que una, que dialogue y que piense primero en el país antes que en sus trincheras.

Hoy, más que nunca, Chile primero.

Porque no da lo mismo quién gobierne de los dos candidatos ganadores. No da lo mismo qué se promete. Y no da lo mismo el camino que se elija.

Porque en esta decisión no está en juego una administración: está en juego el país entero.

Porque esta elección no es sobre el pasado: es sobre el futuro. (El Líbero)

Iris Boeninger