Tras más de cien días de intensa actividad, el psicólogo Gustavo Gatica finalizará su campaña para el Congreso Nacional por el distrito 8 (Maipú, Estación Central, Lampa) en un cupo facilitado por el Partido Comunista. El postulante, que volverá a su trabajo en Estación Central la próxima semana independientemente del resultado electoral, reconoce la dificultad del desafío: aunque ha reconfirmado en terreno ser percibido como un símbolo del estallido social, el caso judicial que lo dejó ciego aún está abierto, y él pide a los votantes conocer su faceta profesional y política más allá de la víctima.
Gatica confiesa sentirse «cansado» pero «muy conforme» con el trabajo realizado, aunque en «ningún caso confiado» en el resultado. Su motivación para entrar en la política, según explica, nace de su experiencia como psicólogo en una unidad de víctimas de delitos graves, inspirada en el deseo de sus padres, ambos profesores, de «aportar a la sociedad».
El candidato ha puesto el foco de su agenda legislativa en dos temas urgentes para el D-8: la salud mental, donde busca generar políticas para aumentar la inversión y mejorar la calidad de vida, y la seguridad. Respecto a este último punto, Gatica se distancia de los «discursos simplistas» de la ultraderecha, como los de Kast o Kaiser, calificándolos de «cárcel o bala». Afirma que la violencia es un fenómeno complejo que debe ser atendido desde una perspectiva política que dé sentido a la ciudadanía.
En un análisis sobre la percepción pública, el psicólogo señala que la izquierda ha fallado en posicionar la seguridad como un derecho fundamental, lo que ha permitido a la derecha capitalizar el tema. Sin embargo, se muestra optimista respecto al futuro Congreso, aunque reconoce que la derecha tiene mejor aspecto en las encuestas, esperando que las propuestas de la izquierda puedan revertir la tendencia.
Sobre el supuesto «cierre de ciclo» tras el estallido social, Gatica se opone a la idea de un péndulo político, argumentando que el rechazo a la propuesta constitucional republicana demuestra la complejidad del escenario. Enfatiza que el estallido fue una manifestación de malestar con múltiples matices, y que fue un error de la izquierda asumir que todos los manifestantes eran de su espectro ideológico, lo que explicaría el voto diferenciado de esas personas hoy.
A pesar de competir con un cupo del PC, Gatica subraya que ha habido una comunicación respetuosa y que él ha decretado los lineamientos de su candidatura, aunque por ahora, no contempla la militancia partidista. Sobre el Gobierno actual, el postulante hace un balance de «luces y sombras», destacando leyes como la de 40 Horas y el alza del sueldo mínimo, otorgando una «nota azul».
No obstante, Gatica identifica una «deuda» del Gobierno en la política de reparación a las víctimas de derechos humanos del estallido, lamentando la falta de un pronunciamiento o «gesto político» claro. Su candidatura, afirma, toma como compromiso central la convicción de trabajar para que «no debe haber otro Gustavo Gatica o Fabiola Campillai», en un esfuerzo por garantizar la no repetición de violaciones a los derechos humanos.
Finalmente, el candidato reitera su deseo de ser visto más allá del símbolo. «Para las personas soy un símbolo… me abrazan, se emocionan, y eso lo recibo con mucho cariño», dice. Pero su meta es transmitir que es un profesional, un psicólogo con posturas políticas, que espera que su trauma no lo «defina de por vida». De ser electo, y ante un hipotético gobierno de ultraderecha, asegura que construiría una oposición «constructiva», siempre que se generen políticas que beneficien a la ciudadanía. (NP-Gemini-La Tercera)



