Esta situación no solo resulta absurda y poco práctica, sino también emocionalmente difícil para nuestras hijas y para nosotros como familia. Organizar los traslados diarios, los horarios y las actividades escolares se vuelve casi imposible.
Para agravar el problema, mis otros dos hijos también asisten a establecimientos diferentes, lo que significa que tengo a cinco hijos en cinco colegios distintos. Considero que esto evidencia una falla grave en el sistema de admisión, que debería priorizar el bienestar familiar y la cercanía entre hermanos, tal como lo establecen los principios que se supone inspiran este proceso.
Comprendo que el sistema busca ser justo y transparente, pero en la práctica, experiencias como la mía muestran que aún queda mucho por mejorar. La unidad familiar, la logística y el desarrollo emocional de los niños deberían ser factores centrales en la asignación de cupos.
Espero sinceramente que las autoridades del Ministerio de Educación revisen y ajusten los criterios del proceso, para evitar que más familias se vean afectadas de esta manera. (El Mercurio Cartas)
Catalina Cariola Barros



