La Ley de Etiquetado de Alimentos trajo las famosas etiquetas octogonales negras con la frase “ALTO EN” si es que determinados productos (papas fritas, chocolates, etc.) contenían una cantidad de calorías, azúcares, sodio o grasas saturadas mayores a las recomendadas. Así, la ley buscaba disuadir de comprar productos poco saludables. Sin embargo, un problema que enfrenta el consumidor común es que no lleva un registro de la cantidad de productos “ALTO EN” que ha comprado. Así, el efecto disuasivo en una compra se puede diluir al no considerar plazos mayores. Por ello, más de alguna vez, cerramos los ojos y simplemente pagamos. Pensamos “no se notará”, pero, si se repite una y otra vez, la acumulación de grasa nos pasa la cuenta. Igual que con la Ley de Presupuestos al meter la perspectiva de género, año a año, en cada ministerio, programa o capacitación posible.
La Ley de Presupuestos de este año es extremadamente alta en perspectiva de género. Tanto así, que la semana pasada, en la exposición de Hacienda y la Dipres ante la Comisión Especial Mixta de Presupuesto, en la que se informaron los principales números, el senador Macaya (UDI) llamó la atención sobre el etiquetado de la Dipres para identificar cuánto del gasto público contribuye a políticas de igualdad para mujeres: “El papel aguanta todo, pero de repente aguanta cosas que me gustaría entender de qué se tratan, para que me lo puedan explicar. (Hay cosas) tan especiales, por no calificarlo de otra manera, como el proceso etiquetado para un Presupuesto con Perspectiva de Género. O sea, que se etiquete un presupuesto con perspectiva de género es…, no sé, cuánto se gastarán en esto, a quién estarán contratando para estos fines, me parece que están mal puestas las prioridades”. Se concluyó que un 22,5% del Presupuesto tiene la etiqueta “ALTO EN PERSPECTIVA DE GÉNERO” (1,31% tiene contribución directa y el restante 21,2% lo hace indirectamente), lo que 18,5 billones de pesos, distribuidos en 22 ministerios.
Hace dos meses, la Diputada Labra (RN) exigía explicaciones al Ministerio de Energía por los casi $4.000 millones en gastos de la Oficina de Género. Posteriormente se descubrió que existían órdenes de compra por $29.000.000 de pesos en consultoría para un documento que promovía la realización de charlas sobre corresponsabilidad y nuevas masculinidades. Y estamos hablando solo de un ministerio.
Otra caso es el del Ministerio de Salud. Como muchas veces no se detalla el contenido de los programas en la Ley de Presupuestos, el Minsal deberá informar al Congreso si incluyen contenidos orientados a la transversalización del género, igualdad de género, perspectiva de género, nuevas masculinidades, orgullo LGBTQIA+, educación sexual, disidencias y/o diversidades sexogenéricas. Por otro lado, el Ministerio de Desarrollo Social y Familia, continúa financiando el PAIG (un programa que apoya la transición de niños identificados trans, desde los tres a los 17 años, y que deriva a intervenciones hormonales y quirúrgicas para el cambio de sexo, que pueden causar daños irreversibles, como la esterilidad), con más de $800 millones de pesos. En el Ministerio de la Mujer no se quedan cortos, comprando servicios profesionales para ciclos de perfeccionamiento en redacción jurídica forense y litigación con perspectiva de género. Existen cientos de órdenes de compra para capacitaciones en perspectiva de género en todos los organismos público, desde las municipalidades y seremis hasta las subsecretarías y órganos autónomos, que no están contabilizados en esos 18,5 billones. Y así suma y sigue.
Por supuesto que existen programas que buscarán (y lograrán) una ayuda real y no ideológica para ayudar a las mujeres, como el pago de pensiones de alimentos, cuestiones de salud o medidas especiales para madres en la cárcel que están embarazadas o con hijos pequeños. Pero otra cosa es pintar de color morado toda la Ley de Presupuestos y saltarse varios pueblos. Se requiere más números y menos ideología. Y como esto es algo acumulativo, la cantidad de ideología que le han metido año a año a la Ley de Presupuestos pasa desapercibida, hasta que la situación no da para más. El etiquetado de perspectiva de género en la Ley de Presupuestos es una advertencia para hacer doble click y recortar todo lo que sea necesario, a fin de destinar los recursos de forma responsable a las principales necesidades sociales de los chilenos. (El Líbero)
Roberto Astaburuaga



