Ningún chileno sobra-Roberto Astaburuaga

Ningún chileno sobra-Roberto Astaburuaga

Compartir

Entre las cuestiones trascendentales, comunes y ciertas en todas las personas están aquellas referidas al origen y al fin de su existencia. Todos somos hijos de alguien y todos vamos a morir. Si bien podemos conocer detalles sobre nuestro origen, como la identidad de nuestros padres, no ocurre lo mismo con el término. Nadie sabe el lugar, la hora de su muerte ni el cómo de su muerte. Por lo mismo, siempre es inesperada. Chile y los chilenos se enfrentan, por decirlo de alguna manera, a distintas muertes.

Una de las más comunes es la muerte asociada a la delincuencia y a la crisis de seguridad. El aumento de homicidios en una década se ha quedado en discusiones sobre la forma de contabilizarlos y su variación interanual. Resulta chocante especialmente el aumento de víctimas menores de edad. El sicariato y las muertes violentas se han extendido. En 2024 se registraron 1.200 homicidios (6 por cada 100.000 habitantes), en donde más del 80% de las víctimas son hombres.

Otra se refiere a la muerte por suicidio y su relación con la crisis de salud mental. Chile enfrenta una durísima tarea en esta materia, superando a los homicidios: aproximadamente 2.000 suicidios en 2024 (10,3 por cada 100.000 habitantes), pero una proporción similar entre hombres y mujeres: cinco hombres por cada mujer. Las muertes atribuidas a suicidios aumentaron 10 veces en un siglo, pasando de 0,1% a un 2%. Un estudio de 2024, analizando datos entre 2019 – 2022, alertaba que «las conductas suicidas, autolesiones y suicidios están aumentando de forma alarmante en adolescentes chilenos», y según datos del Minsal del año pasado, el suicidio fue la principal causa de muerte de jóvenes entre 15 a 29 años.

La tercera acepción es la muerte demográfica. Chile se extingue: 1,16 hijos por mujer en 2024 (dentro del top 20 a nivel mundial). Mueren más de los que nacen. No hay recambio generacional. Los jóvenes chilenos no quieren tener hijos o los postergan. La crisis de natalidad está a la cola de la crisis económica y de seguridad. La inmigración no resuelve el problema, es la cultura chilena de baja natalidad la que impacta en la cultura migrante de alta natalidad y no al revés, por lo que disminuye la tasa de natalidad migrante en lugar de aumentar la tasa de natalidad chilena. Pero, al mismo tiempo, la cultura chilena comienza a perder lo más importante: quienes encarnan, viven y trasmiten la cultura. Muere un país, muere una cultura y una identidad, mueren tradiciones.

Una última referencia son los muertos “egresados” de las listas de espera. En los últimos tres años, más de 30.000 pacientes pacientes “egresaron” por fallecimiento, independiente de su causa, aunque muchas veces la muerte guarda relación con el retraso de atención. Si bien se han hecho esfuerzos para disminuir la cantidad de días de espera, la calidad de vida de estos pacientes se deteriora, física y psicológicamente. Son muertes de quienes «vivieron la espera no desde un intervalo transitorio, sino como un estado permanente, una espera que fragmenta el tiempo y transforma la vida en un eterno ´mientras tanto`, en el que la solución nunca llega».

Imposible no conectar este tipo de muertes. La crisis de natalidad, cuya solución no solo depende de resolver la crisis económica, impactará en la cantidad de muertos “egresados”: una fuerza laboral baja, con problemas de salud mental e incapaz de sostener a una población de adultos mayores creciente hará reventar los sistemas de seguridad social. Pero no basta la tecnocracia.

Chile necesita un cambio de switch rápido y profundo, y parte de su futuro depende de ello. Nadie se salva solo. Hay que cuidar la vida de cada chileno: la de los que vienen, porque traen esperanza; la de los que están, porque cuidan; y la de los que van partiendo, porque transmiten identidad. Ningún chileno sobra, pero no por lo que aporta o puede aportar, sino por ser persona. La dignidad que le corresponde a cada persona es incondicionada y, como señala Dignitas Infinita, «más allá de toda circunstancia y en cualquier estado o situación en que se encuentre». (El Líbero)

Roberto Astaburuaga