Parece que el crecimiento potencial también es más cercano a 2,5% que a 2%. El comité de expertos de PIB tendencial del Ministerio de Hacienda fijó en 2,5% la cifra de crecimiento potencial para el presupuesto 2026. El BCCh implícitamente en marzo también situó la proyección de crecimiento potencial para 2024 y 2025 en torno a ese valor. En la Encuesta de Expectativas Económicas solo un tercio de los consultados se inclina por un crecimiento de largo plazo de 2%, mientras que otra fracción similar lo ve arriba de 2,4%. En otras palabras, el 2% que se instaló como diagnóstico parece estar subestimando la verdadera capacidad de expansión de la economía chilena. Con el tiempo daría la impresión de que un valor más razonable se encuentra en torno al 2,5%.
Esto ayuda a entender las sorpresas al alza que se han venido observando en los distintos componentes de la demanda desde fines del año pasado. La inversión, el consumo, las importaciones y las exportaciones han mostrado más dinamismo, coherente con un crecimiento potencial mayor al que se pensaba. El buen desempeño de los mercados bursátiles chilenos en los últimos años también sugiere crecimiento futuro más elevado que lo anticipado con anterioridad.
La discusión sobre la tasa neutral es otro terreno donde este cambio de diagnóstico se puede sentir. Si el crecimiento potencial se ubica en 2,5% y no en 2%, es razonable pensar que la tasa neutral real —aquella que no estimula ni contrae la economía— se encuentra en la parte superior, o incluso por encima, del rango actual estimado por el BCCh (3,5% a 4,5%). De hecho, la más reciente Encuesta de Expectativas también apunta a una tasa neutral que puede ser más alta.
Habrá seguramente referencias a temas de preocupación en este IPoM. Hoy, el mercado laboral muestra una dinámica débil en términos de creación de empleo. Pero ello es consistente con una economía que avanza a un ritmo cercano al 2,5% anual y salarios reales creciendo al 3,5%. En este contexto, el nivel elevado de desempleo no puede leerse como un reflejo de debilidad cíclica, sino también como el resultado de ajustes estructurales a costos laborales mayores, y que quizá han contribuido a la aceleración de la inflación subyacente en meses recientes. No es evidente que la convergencia de la inflación a la meta se siga dando dentro de los plazos previstos en el IPoM de junio. Esto, por la combinación de inercia de la dinámica inflacionaria subyacente, un peso que se mantiene débil, y una actividad económica que sigue sorprendiendo al alza.
A este cuadro se suman factores externos y financieros que no pueden ignorarse. La evolución de la economía norteamericana, y la política monetaria de la Fed, está tensionada entre el excepcionalismo de EE.UU., las presiones políticas, y la divergencia entre un mercado laboral que presenta señales de debilitamiento mientras que la inflación sigue por sobre la meta. La creciente tensión en los mercados globales de renta fija de largo plazo es preocupante. El relativo debilitamiento del peso frente al dólar, probablemente por su rol como moneda de financiamiento del carry trade con otras economías regionales, es otro elemento que amerita análisis por parte del BCCh.
Con la suma de antecedentes anteriores, no debiera sorprender que en este IPoM o en el siguiente, el Banco Central ajuste al alza sus parámetros estructurales y, al mismo tiempo, comience a señalizar el término del ciclo de recortes de tasas de interés.
Más allá del corto plazo, para el IPoM de diciembre ya se conocerá la próxima administración y la composición del Congreso, y será clave evaluar los contornos y el impacto fiscal de sus propuestas en materia de gasto e impuestos para 2026-2029. También se conocerá el presupuesto 2026. Todo ello permitirá tener una visión sobre el real compromiso de nuestro país y de los liderazgos políticos en pos de una senda sostenible, creíble y factible para la política fiscal. (El Mercurio)



