El duelo entre Kast y Matthei

    El duelo entre Kast y Matthei

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    La próxima semana sabremos finalmente cuántos candidatos consiguieron inscribirse para competir en la primera vuelta presidencial. No es un detalle. Quizás los postulantes que se agreguen a los ya proclamados no tengan verdaderas posibilidades de disputar la Presidencia, pero pueden reducir el apoyo a los que sí las tienen, y que condicionen así el paso a segunda vuelta de uno u otro. Por ejemplo, Enríquez-Ominami aparece como una nueva opción izquierdista, lo que puede afectar a Jara.

    Si observamos el panorama de fuerzas lo más objetivamente posible, solo puede deducirse que la disputa real por la Presidencia está en la derecha. Solo Kast o Matthei están en condiciones de cruzarse la banda presidencial en marzo del próximo año. Hace dos o tres meses, era Matthei la que se veía muy fuerte en los sondeos; hoy, es Kast el que aparece con gran chance. Pero, el duelo no está resuelto.

    Tanto desde los sectores que respaldan a Kast como desde los que apoyan a Jara ha habido un empeño por convencer a los electores que Matthei enfrenta problemas políticos o personales insuperables, que en los hechos ha quedado fuera de competencia y está a punto de renunciar a su candidatura. Nada nuevo bajo el sol en materia de maniobras electorales. El arsenal de las campañas ha incluido tradicionalmente algo parecido a la guerra sicológica.

    En rigor, lo que más le conviene a Kast es una segunda vuelta con Jara como rival, y viceversa. Consiguientemente, lo que menos desean ambos es competir con Matthei, porque intuyen que ella podría catalizar el respaldo de los sectores de centro, incluso de centroizquierda, que desean evitar los riesgos de una opción extrema o polarizadora.    

    ¿Representan Kast y Matthei una nueva versión de la antigua pugna entre conservadores y liberales? Puede verse así, sin duda. Aunque el mundo de la derecha se volvió más heterogéneo con la irrupción del partido Nacional Libertario y del partido Social Cristiano, es posible identificar aquellas tradiciones político-culturales que, más distanciadas en ciertos momentos o más asociadas en otros, han expresado históricamente a ese mundo.

    Si hubiera que precisar un elemento básico de comunión entre ambas corrientes, este ha sido el rechazo a la revolución social o cualquier cosa que se le parezca. Por ejemplo, en 1964, conservadores y liberales no dudaron en apoyar a Eduardo Frei Montalva para derrotar a Salvador Allende, que estaba respaldado por socialistas y comunistas.

    No hay cómo negar que las familias derechistas han crecido en los últimos años. La propia campaña presidencial lo demuestra. No era fácil imaginar en 2017 o en 2021, que en la primera vuelta de 2025 iban a competir tres candidatos de derecha. Materia de estudio, por supuesto, para quienes desean entender lo que pasó en el camino. A lo mejor, dentro del Frente Amplio e incluso dentro del PC, hay quienes se preguntan cómo fue que los batallones de la ruptura revolucionaria terminaron favoreciendo el reclamo de orden, cómo fue que las consignas anticapitalistas terminaron fortaleciendo la lógica capitalista.

    Las convulsiones de hace 6 años fueron interpretadas por muchos académicos y comunicadores como dolores de parto del gran cambio: ni más ni menos que la refundación de Chile. En ese estado de embriaguez cayeron moros y cristianos Hoy, el mayor deseo es que la legalidad se imponga en todo el territorio. Da que pensar que la propia candidata comunista diga que, en realidad, se siente socialdemócrata.

    Lo deseable es que la experiencia vivida, que pudo significar el hundimiento del régimen democrático, sirva para comprender que el país no podrá progresar espasmódicamente, a golpes de estallidos de violencia o confrontaciones ciegas. Tampoco alentando algún tipo de fórmula autoritaria, con nuevos sectarismos, que terminen debilitando la sociedad abierta. Al extravío de izquierda no puede seguirle un extravío de derecha. Dicho más gráficamente: si en la derecha hay quienes creen que Milei o Bukele pueden ser una inspiración para gobernar en Chile, solo cabe esperar nuevos desgarramientos.

    Ya sea que Kast o Matthei llegue a La Moneda, tendrán que sumar sus fuerzas si aspiran a gobernar de modo fructífero. Lo primero es asegurar la paz interna y la estabilidad institucional para enfrentar el inmenso reto planteado por la delincuencia y el crimen organizado. Eso requiere una política de Estado que cuente con el apoyo de la mayoría del país. (Ex Ante)

    Sergio Muñoz Riveros