En los tiempos que corren no es indiferente quién ocupe la presidencia de la República. Estamos a poco más de tres meses de la elección presidencial y quizás sea adecuado definir que tipo de liderazgo necesitamos, características personales de la persona que ocupe la presidencia, y que experiencia y conocimientos debe tener quien lideré Chile entre marzo de 2026 y marzo del 2030 para que su gobierno sea bueno para el país, los chilenos y el interés nacional.
Si bien es cierto que tenemos poderes independientes y múltiples organizaciones que gozan de autonomía e independencia, la presidencia es para todos los efectos la institución más importante, la más influyente, la más poderosa, y principal de la República de Chile. Claramente no da lo mismo quien ocupe la primera magistratura.
¿Por qué alguien como yo le quiere dedicar una columna a un tema que no es directamente relacionado a temas de seguridad y defensa? Lo hago, porque quien se desempeñe como Presidente de Chile tiene, entre otras cosas, la responsabilidad de que respete el estado de derecho, la conducción del gobierno que incluye entre otros las policías, las Fuerzas Armadas y las relaciones exteriores del país. Es responsable por la seguridad nacional y pública, la protección del territorio, los mares y espacio exterior chileno, la soberanía e independencia política, y que el interés nacional se respete donde sea que esté ubicado.
Aquí no estoy juzgando candidatos y la calidad de sus campañas, como tampoco a quien está ocupando actualmente la presidencia, pero sí quiero usar como ejemplo a un presidente que a muchos nos parece ha sido el mejor que hemos tenido en tiempos más recientes del siglo XXI, Ricardo Froilán Lagos Escobar.
Su preparación previa incluye haber estudiado derecho en la Universidad de Chile y un doctorado en economía en Yale, profesor universitario, y ministro de Educación y de Obras Públicas, lo que le permite llegar a la presidencia con conocimientos y experiencia, que incluía haber vivido y trabajado fuera de Chile en organizaciones internacionales, lo que le facilitaba entender cómo funcionaban el mundo y las relaciones entre países, y por sobre todo, aprovechar las reformas económicas y legales que se habían realizado en Chile a fines de los 70s y comienzos de los 80s.
Para efectos de preparación presidencial, no es lo mismo haber sido diputado o senador, los que por cierto adquieren una profunda e importante experiencia legislativa, que ministro de estado por largos períodos de tiempo desempeñando funciones ejecutivas. Dirigir el gobierno requiere no sólo de conocimientos, sino de experiencia práctica en su manejo, lo que, combinado con un entrenamiento como abogado y economista, fortaleza y carácter, permitieron que sus seis años en La Moneda sean de los mejores que Chile experimentó en tiempos recientes. Claro que hubo problemas y errores, pero los positivos superaron por largo los aspectos negativos que de vez en cuando le enrostran a Lagos los que le tienen envidia, y no soportan que haya tenido éxito usando el modelo económico heredado del gobierno militar.
Aspectos destacables e importantes de su gestión, entre otros, son:
- La incorporación de Chile a la OCDE, que nos permite dar un salto cualitativo en las políticas públicas y procesos de gestión del Estado.
- Creación de la regla del 1% del PIB como superávit fiscal.
- El desarrollo de infraestructura para el desarrollo y crecimiento, incluyendo carreteras y autopistas.
- Tratados de libre comercio que profundizan las relaciones comerciales de Chile, siendo el más relevante el tratado con los Estados Unidos de Norteamérica.
- Firme conducción de las relaciones exteriores, especialmente con Bolivia. (Pdte. Meza: ¡le ofrezco relaciones diplomáticas aquí y ahora!). Chile elegido miembro del Consejo Seguridad ONU.
- Renovación del material de combate de la FACH con la compra de los F16.
- Renovación de la Escuadra y de la Fuerza de Submarinos.
- Modernización del material blindado y la reorganización del Ejército de Chile.
La base del actuar de Lagos fue su claridad para definir los intereses nacionales y su actuar en consecuencia, utilizando todos los espacios de poder para privilegiar a Chile y los chilenos. Lagos miraba y proyectaba para adelante, y no se quedaba pegado en el pasado. Tenía claro el rumbo y la estrategia, firme en sus decisiones, estudioso y aplicado, especialmente cuando se trataba del presupuesto, cosa de preguntarle a Mario Marcel y las tardes enteras dedicadas a revisar junto al presidente lo que se enviaría al Congreso Nacional.
Dejo a los lectores el ejercicio de revisar las alternativas presidenciales que a la fecha existen y compararlas con Ricardo Lagos Escobar, y sus seis años en la Moneda. ¿Quién es más capaz y preparado? ¿Quién va a tener más capacidad de hacer respetar el estado de derecho y defender el interés nacional? ¿Quién tiene el carácter y la fuerza que se requiere para liderar Chile? ¿Quién tiene más experiencia y conocimientos en seguridad, economía, y claridad de lo que necesita Chile y los chilenos? Todas preguntas que dejo para que ustedes, lectores de esta columna, respondan. (El Líbero)
Richard Kouyoumdjian
