Pero, en realidad, a pesar de su nombre, la DC fue desde su origen un partido destinado a disfrazar de cristiano a buena parte del ideario comunista. En el origen de ese partido hubo dos ideas fundamentales: una, formulada en 1947 por el mismo Frei Montalva: “algo peor que un comunista, es un anticomunista”. La segunda, tomada del autor ruso-francés Nicolás Berdiaeff: “el comunismo es el deber no cumplido por los cristianos”. Y ello, dejando de lado la condena pontificia que calificaba al comunismo como “intrínsecamente perverso”.
El gobierno de la DC entre 1964 y 1970 estuvo marcado por esas ideas. Fue así como abrió las puertas y pavimentó el camino para que el comunismo llegara al poder en 1970. Fue lo que a Frei Montalva le valió el apodo de “Kerensky chileno”, en recuerdo de aquel político ruso que, tratando de ser una alternativa al comunismo, terminó entregando a este el gobierno de la inmensa Rusia de la época (1917).
El gobierno de la DC fue, por otra parte, quien introdujo en Chile una política antinatalidad que hoy tiene a Chile casi sin chilenos. Y han sido miembros de ese partido quienes, con este mismo resultado, han colaborado para introducir el aborto en Chile y para terminar con el matrimonio de por vida entre una mujer y un varón. Nada que ver con la Doctrina Social de la Iglesia.
En definitiva, frente al acuerdo que comentamos, solo cabe recordar el viejo refrán: “Nada nuevo bajo el sol”.
Gonzalo Ibáñez S.M.



