Los riesgos de sentarse con Irán y Rusia -Álvaro Bellolio

Los riesgos de sentarse con Irán y Rusia -Álvaro Bellolio

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La idea de que Chile debe acercarse o incluso integrarse a los Brics ha pasado de ser un debate académico a una agenda política real. El Presidente Boric asistirá como invitado a la próxima cumbre del bloque y figuras como la candidata del PC han expresado abiertamente su entusiasmo por avanzar hacia la membresía.

Sus promotores insisten en que se trata de un acto pragmático frente al nuevo orden multipolar. China e India son potencias en ascenso, Brasil es un socio estratégico en la región, y la pertenencia a este espacio permitiría diversificar nuestras alianzas. ¿Quién podría estar en contra del crecimiento económico?

Pero hay una diferencia fundamental entre establecer relaciones bilaterales con países relevantes -algo necesario y deseable- y sumarse a una coalición política cuyo núcleo duro está compuesto por regímenes autocráticos. Los Brics ya no son un club económico de economías emergentes; son una plataforma geopolítica impulsada por China y Rusia, con nuevos miembros como Irán, Egipto y Etiopía, y solicitantes como Cuba, Bolivia o Bielorrusia.

¿Queremos sentarnos en esa mesa?

La pertenencia a los Brics envía una señal internacional y nacional. Internacionalmente, nos aleja de los países con los que compartimos valores e intereses estratégicos: Estados Unidos, la Unión Europea, Japón, Corea del Sur o Canadá. Son precisamente estos países con quienes Chile ha construido tratados comerciales, cooperación en seguridad, ciencia y tecnología, educación y derechos humanos. Abandonar ese eje para acercarse a autocracias no es diversificación: es alineación con un proyecto que niega libertades fundamentales.

En lo interno, es aún más delicado. En un momento donde la confianza en las instituciones está debilitada, sumarnos a un bloque liderado por gobiernos que persiguen disidentes, censuran prensa y encarcelan minorías transmite un mensaje complejo.

Chile tiene todo el derecho -y sería positivo- a explorar nuevos socios y a fortalecer lazos con India, China o Brasil. Pero eso no implica legitimar a Irán ni a Rusia. Tampoco implica apoyar un bloque donde Bolivia, con su historial de inestabilidad democrática y conflictos diplomáticos con Chile, busca protagonismo.

El verdadero pragmatismo es consolidar alianzas que fortalezcan nuestro modelo de sociedad abierta, con respeto a la ley, alternancia en el poder y libertad individual. Es aquí donde APEC, la Alianza del Pacífico ofrecen oportunidades reales para el desarrollo.

La política exterior no es neutra. Refleja quiénes somos y qué aspiramos a ser. Y hoy más que nunca, Chile debe tomarse en serio su vocación democrática. (El Líbero)

Álvaro Bellolio