Una de las noticias que nos despertó el lunes de esta semana, fue la encerrona que se llevó a cabo en la autopista Vespucio Norte, donde una mujer fue víctima mientras se dirigía al Aeropuerto de Santiago. Este hecho es un recordatorio de la creciente inseguridad que vivimos a diario y que se extiende a las rutas que conectan puntos estratégicos del país.
Para la industria minera, cuyos ejecutivos, gerentes y colaboradores suelen transitar por
estos corredores viales debido a la naturaleza de su trabajo, la seguridad personal no puede ser un tema secundario. Por eso me pregunto: ¿están realmente preparados para enfrentar estos riesgos?
Tradicionalmente, las empresas mineras han abordado la seguridad con medidas centradas en el entorno laboral: protocolos dentro de faenas, equipamiento adecuado y capacitaciones en prevención de accidentes. Sin embargo, en un contexto de criminalidad creciente, estas acciones parecieran ser insuficientes. La seguridad no debe limitarse a los perímetros de trabajo, debe incluir la protección de las personas en su movilidad diaria.
Si bien muchas compañías implementan escoltas para altos ejecutivos o utilizan transporte corporativo en zonas de alto riesgo, estas soluciones no son escalables para toda la organización, y tampoco una solución efectiva si no se incluye una preparación adecuada.
Por eso, se vuelve cada vez más urgente que la industria minera adopte un enfoque de
autogestión de la seguridad, dotando a sus trabajadores de herramientas y conocimientos
para protegerse fuera del entorno laboral.
Me enfoco en la industria minera porque es la que, en nuestro país, genera más dividendos y por ende sus trabajadores se vuelven blancos en el radar de esta criminalidad que hoy opera en Chile. Ciertamente, las autoridades se están esforzando, pero ante la escalada delincuencial, se vuelve imprescindible apostar, también por herramientas que nos permitan tener mejores estrategias para ser proactivos y prevenir.
La autogestión de la seguridad implica que cada persona, desde un alto ejecutivo hasta un operador de terreno, tenga formación y entrenamiento en prevención y reacción ante
distintos tipos de riesgos. Y esto pasa por: tener conciencia situacional, es decir, saber
identificar patrones de riesgo y actuar preventivamente. Por ejemplo, en el caso de
encerronas, se debe evitar frenar por completo en salidas de autopistas y estar atentos a
vehículos sospechosos.
También es importante conocer protocolos de movilidad segura. Esto tiene que ver con
definir rutas seguras, evitar horarios críticos y contar con sistemas de comunicación de
emergencia. Además, implementar el uso de tecnología como aplicaciones de rastreo y
alertas en tiempo real. Asimismo, hay que tomar en cuenta la posibilidad de capacitarse en respuesta ante amenazas.
¿Qué quiero decir con esto?
Qué hacer ante un intento de encerrona, secuestro, robo con violencia… cómo reaccionar sin aumentar el riesgo y cuándo es mejor ceder sin resistencia.
Las compañías en general, y las mineras en particular, tienen el deber de ampliar su
enfoque de seguridad y liderar con el ejemplo. Incorporar programas de autogestión de
seguridad en sus políticas no sólo protege a sus activo más importante, sino que también
eleva el estándar de la industria. Además, una fuerza laboral segura y consciente del
entorno es más productiva y menos propensa a incidentes que afecten su desempeño.
El caso de la encerrona en Vespucio Norte debe servir como un llamado de alerta. La
seguridad no es sólo una preocupación del Estado o de las fuerzas del orden, es un desafío que cada sector debe asumir. En la industria minera, donde la movilidad es un factor clave, ignorarlo ya no es una opción. (Red NP)
Gonzalo Cornejo
CEO de Insight Security



