Aunque una de las características del pensamiento liberal es que no tiene “representantes”, precisamente porque privilegia la amplitud de criterios más que la rigidez del discurso monocorde, quisiéramos tomar la oportunidad propuesta por Alvarado para aportar algunas ideas al debate.
La disforia de género es hasta ahora un fenómeno de difícil caracterización objetiva, por lo que la actuación médica decidida solo sobre la base de la declaración verbal de las personas afectadas ha estado sujeta a críticas, dada la evidencia conocida, como las formuladas en el informe Cass. La revista The Economist, autocalificada de liberal, ha informado a lo largo del tiempo respecto de los avances de dicho informe, y en general ha estado de acuerdo con su orientación y conclusiones, postura con la que concordamos.
La libertad de los menores de edad para escoger sus tratamientos médicos está limitada por su edad. Esto es particularmente válido en el caso de la transición de género, sobre todo considerando que el informe Cass alerta sobre los irreversibles problemas que esos tratamientos potencialmente conllevan, especialmente graves si luego los afectados se arrepienten del camino tomado, como se ha reportado en un gran número de casos.
Quizá una buena guía la entrega John Stuart Mill en “Sobre la libertad”: “Todo individuo es soberano de sí mismo, de su propio cuerpo y de su propio espíritu. Resulta casi innecesario añadir que esta doctrina solo es aplicable a seres humanos en plena madurez de sus facultades. No nos referimos a niños, ni a jóvenes que no hayan alcanzado la edad que establezca la ley para ser considerados como hombres o mujeres maduros”. (El Mercurio Cartas)
Álvaro Fischer
Francisco Covarrubias



