Desde el día en que con algunos votos de la derecha se le puso término al sistema binominal, Chile empezó a cavarse su propia tumba.
Lo que vino después ha sido la consecuencia inequívoca de aquel fatídico e inconmensurable error político, que ha dejado a este país librado a la suerte de necios irresponsables con poder y con mínima —cuando no, vergonzante— representatividad en el Parlamento.
Ya no se trata del sistema de pensiones, de retiros más, de retiros menos. El accionar de un puñado de audaces está comprometiendo grave y letalmente el futuro de Chile y nos encaminamos hacia un precipicio abismal.
De momento, no queda otra que apelar a la cordura de los legisladores serios de este país, y que sean ellos quienes eviten —esta semana— que a este país una minoría contumaz termine poniéndole una lápida.
Chile no se lo merece. (El Mercurio Cartas)
Carlos Bombal Otaegui



