1 de cada 3 jóvenes financia su educación superior con recursos familiares

1 de cada 3 jóvenes financia su educación superior con recursos familiares

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¿Cómo evalúan los estudiantes su experiencia en la educación superior? Esa fue la pregunta que tres investigadores del Centro de Estudios Públicos (CEP) decidieron resolver. Para llegar a la respuesta, Loreto Cox, Andrés Hernando y Andrea Rebolledo elaboraron una encuesta online en la que participaron 14.146 estudiantes -recién egresados o de último año-, pertenecientes a 49 planteles.

«Discutimos mucho de educación superior, un tema muy candente en la política chilena en los últimos años, pero la verdad es que sabemos muy poco de cuál es la mirada que tienen los propios alumnos», afirma Cox.

Los resultados, dicen los investigadores, dan cuenta de una evaluación «positiva» del sistema. Los alumnos calificaron con un 5,6 a sus instituciones, lo que, precisan, contrasta con una visión «un poco lúgubre» sobre la educación superior en el debate público. Admiten, no obstante, que puede deberse a que los encuestados tengan distintos conceptos sobre qué es la calidad.

FINANCIAMIENTO ESTUDIANTIL

El estudio del CEP también ahonda en la manera en que los alumnos pagan su enseñanza superior (ver infografía).

Según la evidencia obtenida, los recursos familiares son la primera fuente de financiamiento, con un 36,8% de los casos, sobre todo en las universidades, convirtiéndose así en la principal forma de pagar los aranceles de las carreras. Más atrás figuran los créditos estudiantiles (23,8%) y las becas (17%). En cambio, el trabajo propio adquiere un rol relevante cuando se estudia en un plantel técnico-profesional (16,6%), al igual que los ahorros (5,5%).

Según Cox, esta diferencia se explica, fundamentalmente, por los requisitos que deben cumplir los estudiantes para entrar a la educación terciaria. «Para ingresar, por ejemplo, a los planteles del CRUCh, los jóvenes deben cumplir con cierto puntaje, con lo cual cumplen requisitos para acceder a algún crédito».

En los planteles técnico profesionales, en tanto, hay una mayor presencia de alumnos que no cumplen con los requisitos para acceder a estos beneficios, por lo que deben financiar sus estudios con su trabajo, añade.

A su juicio, este grupo -a menudo personas con familia-«ha sido un poco olvidado por la política pública en Chile».

En el caso de los estudiantes que utilizan créditos y becas, los investigadores afirman que existe cierta igualdad de condiciones entre unos y otros. A juicio de Cox, quienes estudian gracias a las becas requieren de un mayor puntaje PSU, lo que los lleva a tener menos dificultades académicas mientras estudian, al contrario de quienes poseen créditos. Sin embargo, afirma que el nivel de deserción de ambos es similar, por lo que «pareciera que estudiar con crédito no es algo que sea radicalmente distinto a estudiar gratis».

LAS DIFICULTADES

Los estudiantes que reprobaron cursos o que presentaron déficits de conocimientos previos mientras estudiaban evaluaron negativamente el apoyo entregado por sus instituciones. En este ítem, las universidades son las peor evaluadas, no logrando sobrepasar el 4,5.

Según Andrés Hernando, «las universidades están quedando bien al debe en este camino de apoyar a sus alumnos que enfrentan mayores dificultades». El problema, plantea, es que esto provoca que los alumnos sientan menos satisfacción con su vida, siendo, por ejemplo, pesimistas respecto de sus oportunidades laborales futuras.

En el estudio -realizado en noviembre de 2016- participaron 28 universidades, nueve institutos profesionales y 12 centros de formación técnica acreditados o que cuentan con más de mil alumnos, lo que es representativo del 72% de la matrícula de educación superior chilena. (El Mercurio)

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