Voto secreto- Patricio Zapata

Voto secreto- Patricio Zapata

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Mucho se ha escrito ya sobre el significado y alcances de la victoria de Donald Trump. Sin ninguna pretensión de hacer algún aporte especialmente novedoso, quisiera compartir un par de reflexiones sobre este asunto.

Es efectivo, en primer lugar, que Trump demostró ser mucho mejor candidato de lo que la mayoría de los analistas previó. Y si bien es cierto que no cabe hablar de un “aluvión” de votos en su favor, no puede soslayarse el hecho que, pese a todo su extremismo pudo captar, sin embargo, 1 millón de votos más de los que había conseguido en 2012 el anterior candidato republicano, el muy atildado y moderado Mitt Romney. El punto crucial, sin embargo, es que Hillary Clinton obtuvo 2,3 millones de votos menos de los que sacó Barack Obama en 2012.Esta circunstancia ha sido usada como argumento por quienes afirman que Clinton era, desde el principio, una muy mala candidata. En lo personal, dudo que el desenlace se explique por alguna falta de carisma de la señora Clinton. Tiendo a pensar, más bien, que el resultado final refleja, y corona, un fuerte desgaste de su imagen durante 2016. Parte importante de ese daño se lo causó, me parece, y sin querer queriendo, Bernie Sanders, su competidor en las primarias demócratas.

Y así como creo que los ataques de Ted Cruz, Marco Rubio y Jeb Bush contra Trump en el contexto de las primarias republicanas no solo no le causaron a éste ningún daño, sino que terminaron favoreciéndolo; estimo que las críticas de Sanders contra Hillary, en cambio, dejaron huella en la opinión pública, dejando sentada la imagen de una Clinton completamente capturada por los intereses de Wall Street.
Quisiera, en segundo lugar, referirme a la falla de las encuestas. Siendo efectivo que los estudios de opinión de la semana anterior a la elección norteamericana daban cuenta de una competencia reñida y estrecha, no es posible olvidar que, respecto de estados cruciales, la mayoría de las encuestas proyectaban, hasta el día mismo de los comicios, unos resultados favorables a Clinton. Sabemos que, en todos esos lugares, Trump dio la gran sorpresa. ¿Qué pasó? Supongamos que tienen razón quienes sostienen que la brecha entre lo que se declaró al encuestador y lo que se hizo en la votación tiene que ver con una cierta vergüenza o pudor a la hora de reconocer abiertamente una inclinación por un candidato que está siendo “masacrado” por el 90% de la prensa más influyente. Si lo anterior fuera cierto, solo cabe seguir pensando en maneras de desentrañar, antes que sea demasiado tarde, las preferencias reales de sujetos que desafían el contexto ambiente.

Ahora bien, y más allá de la desazón que me produce el triunfo de Trump, me interesa resaltar el hecho que uno de los más viejos y venerables instrumentos de la democracia representativa, el voto secreto, jugó un papel relevante a efectos que un par de millones de ciudadanos norteamericanos que se sentían algo cohibidos por la presión ambiente de Kathy Perry, Lady Gaga y el 95% de la academia, encontraran, sin embargo, un espacio de libertad desde el cual manifestar lo “políticamente incorrecto”. (La Tercera)

Patricio Zapata

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