Votar por Chile-Luis Larraín

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En noviembre próximo tendrán lugar en nuestro país las elecciones más importantes desde 1989 (algunos dicen que desde 1970). Las primarias de mañana son un antecedente crucial para esas elecciones; desde ya determinarán qué candidatos de Chile Vamos y Apruebo Dignidad (PC y FA) competirán en ellas.

Demás está señalar la importancia de concurrir a votar. Hay razones tácticas muy claras para que los chilenos de centro y de derecha voten por uno de los candidatos de Chile Vamos. La primaria que tenga más votación perfilará mejor a su candidato para noviembre. Votar por Boric para que no salga Jadue es un gran error: no influirá en el resultado de esa primaria y sí dejará mejor posicionado al ganador de ella.

Pero hay también razones muy de fondo para ir a votar. Se trata, en primer lugar, del tipo de sociedad que queremos. Vivimos en una democracia representativa; votamos por personas que nos representan en el gobierno y el Congreso. Así funciona la democracia en Occidente, no hay otros sistemas con libertad. Podremos reclamar por la mala calidad de los elegidos, intentaremos influir para que sean más capaces y busquen mejores políticas que resuelvan los temas pendientes, pero si queremos democracia ese es el sistema. La Convención Constitucional es una muestra del otro modelo, el de Venezuela, donde la Asamblea Constituyente y Maduro disolvieron el Congreso. Mire usted lo que intentan hacer los convencionales con las mayorías que tienen. Aprecie cómo el señor Bassa se cree el intérprete de la “voluntad general”, pretende eliminar la deliberación y se comporta como el regente de Chile, amparado en el simbolismo que representa Elisa Loncón.

Si usted no quiere ese Chile, el de la tiranía de una mayoría, vaya a votar por un candidato de Chile Vamos. Si no lo hace, después no se queje.

No desconozco que hay una gran esperanza de la mayoría de los chilenos para que la Convención resuelva los problemas que tiene Chile, pero no será así. El año 1987, el Papa Juan Pablo II hablando en Chile nos dijo: “Las causas morales de la prosperidad son bien conocidas a lo largo de la historia. Ellas residen en una constelación de virtudes: laboriosidad, competencia, orden, honestidad, iniciativa, frugalidad, ahorro, espíritu de servicio, cumplimiento de la palabra empeñada, audacia; en suma, amor al trabajo bien hecho. Ningún sistema o estructura social puede resolver, como por arte de magia, el problema de la pobreza al margen de estas virtudes”.

Juzgue usted si los caminos que nos sugieren desde la Convención Constitucional siguen a aquellos que nos señaló el Papa. Calcule cómo sería el resultado para Chile de esa asamblea actuando, un Presidente de izquierda y un Congreso también dominado por ellos. Después de eso, vaya a votar por quienes podrían evitar esta tríada y convenza a todos los que pueda para que hagan lo mismo. (La Tercera)

Luis Larraín

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