Ventanas rotas

Ventanas rotas

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La teoría de las ventanas rotas sostiene que el descuido y el abandono de los lugares públicos fomentan la delincuencia. Cuando se deja una ventana rota y sin reparar, pronto aparecerán muchas otras ventanas destruidas en ese lugar, y luego será escenario de posibles delitos, o territorio de narcos.

Esta teoría, creada por James Q. Wilson y George Kelling, plantea que hay que combatir el vandalismo, los delitos pequeños, mantener la limpieza y el decoro de los espacios comunes, y de esa manera, se reducen las tasas delictivas. Sus postulados son ampliamente conocidos y uno de sus mayores éxitos fue en el Metro de Nueva York, que redujo drásticamente sus delitos cuando se borraron los grafitis de los trenes y se incrementó la limpieza de las estaciones.

Hace unos pocos días la alcaldesa de Santiago llevó una carta al Presidente Píñera, emplazándolo «a tomar acciones urgentes ante fracaso de política de seguridad. Chile enfrenta una grave crisis con aumento de homicidios, de tenencia de armas y del crimen organizado que debe parar».

No podemos sino coincidir en su preocupación por la delincuencia, que claramente ha aumentado en los últimos años. Pero tal vez la edil también puede aportar en combatirla de manera más decidida que simplemente llevar una carta a La Moneda. En Chile no existen policías municipales, es cierto, pero el deterioro del centro y de otros barrios de su comuna es deprimente. Lo mismo ocurre en otras comunas que han abandonado el espacio público a vendedores ambulantes, las paredes a grafiteros, las veredas a perros abandonados y las esquinas a microbasurales.

Circular por el Paseo Ahumada y encontrarse hasta con cocinerías y «sanguches de potito», como si fuera la salida del estadio, es brutal. Si la alcaldesa dirigiera sus esfuerzos a recuperar el espacio público (en vez de fomentar el comercio ambulante), a pintar fachadas y a limpiar veredas, probablemente tendríamos un centro urbano más vivible.

El repoblamiento del centro de Santiago ha sido una política de Estado que implementaron varios Gobiernos, y que incluyó incentivos especiales como el subsidio de renovación urbana, que busca precisamente evitar el abandono del centro. Este es un fenómeno experimentado por muchas otras ciudades, y donde ha ocurrido (principalmente en Estados Unidos), se ha correlacionado con alzas en las tasas de delincuencia.

Revertir estos esfuerzos de renovación urbana y repoblamiento del centro, haciendo que la gente huya hacia la periferia, sería un error político de dimensión histórica. Algo de eso ya se puede apreciar en las comparaciones de ventas de departamentos en esa comuna con períodos anteriores.

La Municipalidad de Santiago ha tenido en el pasado exitosos programas de pintura de fachadas, de inversión en áreas verdes, de instalación de cámaras y de otros mecanismos para tener espacios públicos de calidad y contener así la delincuencia. Ojalá no se repita en la capital la triste experiencia que hemos visto en Valparaíso, que de un expectante patrimonio de la humanidad, ha devenido en un abandonado casco urbano, y su otrora maravilloso museo a cielo abierto hoy se esconde bajo varias capas de inefables rayados y grafitis. (DF)

Clemente Pérez

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