Vacunas: la última bala de plata de Piñera

Vacunas: la última bala de plata de Piñera

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Sebastián Piñera está a punto de iniciar la recta final de su segundo y último período en La Moneda. A 13 meses de que termine este acontecido mandato, dos de las canchas en las que teóricamente la centroderecha juega mejor –orden y crecimiento– han tenido una gestión deficitaria, principalmente por las revueltas sociales y los efectos de la pandemia.

La promesa de los tiempos mejores con que Piñera llegó al Ejecutivo con una victoria holgada en las urnas quedó enterrada en el baúl de los eslóganes de campaña. Los últimos han sido meses en que un empresario acostumbrado al éxito ha debido lidiar con índices de desaprobación ciudadana que superan mayoritariamente a las voces de quienes le hacen algún tipo de reconocimiento a su administración.

En este contexto, en estos días se han visto señales evidentes de la gran apuesta del Gobierno de Piñera para intentar recuperar el esquivo cariño –reconocimiento, al menos– de la ciudadanía: la vacuna contra el Covid-19. El Presidente suspendiendo sus vacaciones en el lago Ranco para iniciar el pasado miércoles la vacunación masiva y una pléyade de ministros desplegados en distintas localidades del país supervisando el funcionamiento de casi 1.500 centro de vacunación no son parte de una estrategia típica de una floja agenda política de verano. Por el contrario, se trata de la puesta en escena de la última bala de plata del Ejecutivo.

¿NO POLITIZARÁS?

A mediados del año pasado, la OMS hizo un llamado a todos los gobiernos del mundo: no politizar la pandemia. Se trataba de una petición que podría calificarse de ingenua para un país altamente polarizado como Chile, en que las esquirlas del 18-O no se apagan y donde la desconfianza hacia las instituciones sigue siendo parte del inventario.

Las críticas al manejo de la pandemia fueron la tónica durante 2020. En el resto del mundo y, por cierto, en Chile. A nivel nacional, los emplazamientos provinieron no solamente desde las distintas oposiciones hacia el Gobierno, sino que incluso alcaldes oficialistas apuntaron a La Moneda. No resulta extraño: ante administraciones y mandatarios mal valorados, marcar distancia parece casi un reflejo condicionado.

Fue como, por ejemplo, el Ejecutivo tuvo que hacer frente al Colegio Médico liderado por Izkia Siches, que se posicionó durante meses como la persona de mayor credibilidad y mejor valoración en las encuestas, al punto de tener que desechar públicamente su interés con una candidatura presidencial. Esta semana, sin embargo, la misma Siches tuvo palabras elogiosas a la campaña de vacunación masiva, universal y gratuita, diseñada y puesta en marcha desde este miércoles por La Moneda (la vacunación comenzó en diciembre, pero acotando las primeras dosis de Pfizer-BionTech al personal de la salud).

Lo mismo ocurrió con Beatriz Sánchez, que en su campaña a constituyente valoró el proceso que comenzó con los mayores de 90 años.

Fueron señales que no pasaron inadvertidas en el oficialismo, pero que tampoco generan falsas expectativas: los adherentes y simpatizantes de izquierda y de la oposición al Gobierno difícilmente cambiarán su posición por este tipo de reconocimientos. Pero que los adversarios reconozcan los méritos resulta positivo para el Ejecutivo, tanto como los numerosos testimonios en los medios de comunicación de adultos mayores a las afueras de los locales de vacunación dando cuenta de su felicidad y esperanza. Son los portavoces que podrían influir eventualmente en la opinión pública y robustecer en algo los esquivos índices de aprobación tanto del mandatario como del gobierno.

Clave, en cualquier caso, será que el Ejecutivo –en particular, el Presidente- sepa manejar la ansiedad y no se deje llevar por un triunfalismo incipiente. En una administración cuyo líder destaca por la incesante búsqueda de maximización de ganancias, la prudencia y la sobriedad son dos factores que podrían hacer la diferencia entre el éxito y un nuevo fracaso. Sobre todo, considerando que la meta de vacunar a cinco millones de personas antes del 31 de marzo no solo resulta ambiciosa, sino titánica.

QUE EL MENSAJERO NO AFECTE EL MENSAJE

El punto de partida para Piñera en este proceso de vacunación, en el uso de esta última bala de plata, parece claro: según la encuesta Criteria de enero, el Presidente cuenta con un 13% de aprobación. De acuerdo a la Cadem de esta semana, en tanto, un 19%. Resulta llamativo que cuando la misma Cadem pregunta por la forma en que el Gobierno está gestionando la crisis sanitaria, las respuestas positivas llegan a 35%, es decir, 16 puntos por arriba del mandatario.

Este último dato aparece como un factor clave para Piñera y su círculo de hierro: encontrar la fórmula para evitar que el mensajero afecte al mensaje y que, al mismo tiempo, la cabeza del Gobierno tenga el reconocimiento que merece (porque ha sido el mandatario el que ha tenido un especial interés por el asunto y ha estado encima de las negociaciones de la Cancillería).

Actualmente, la suya se ha transformado en una marca desgastada, que genera un rechazo que logra tapar éxitos de su gestión ante la opinión pública. Resulta, por lo tanto, sumamente compleja la misión de capitalizar una obra de tal envergadura, como haber asegurado un stock de 30 millones de dosis de vacunas con distintos laboratorios, para inmunizar a 15 millones de personas en pocos meses.

Lo que viene es evidente. Detrás de la inoculación masiva contra el Covid-19 existen prioridades sustantivas, como detener el avance de un virus que ha cobrado al menos 19 mil vidas en Chile y, de paso, recuperar los dos millones de empleos perdidos producto de la pandemia. Pero resulta obvio que, en esta ecuación, el destino de la administración de Piñera bien depende del éxito de la campaña de vacunación, que cuenta de paso con un sistema de salud primario robusto y desplegado en todo el territorio (como pocos países de la región).

Lo que ocurra con este proceso de inoculaciones repercutirá en lo que se escribirá cuando el manejo de la pandemia se transforme en un tópico sometido al juicio histórico. En el corto plazo, en las posibilidades de algún candidato de ChileVamos de recibir la banda presidencial de manos de Piñera. (Por Rocío Montes, DF)

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