Una salida silenciosa-Sebastián Claro

Una salida silenciosa-Sebastián Claro

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¿Sabía usted que, durante la peor crisis económica en décadas, Chile le prestó al resto del mundo casi 3.500 millones de dólares? Si en 2018 y 2019 nuestro país necesitó financiamiento del resto del mundo por cerca de 10 mil millones de dólares cada año, el 2020 la situación giró en 180 grados y pasamos a ser prestamistas. En contraste con lo que indica la teoría más básica —donde en tiempos malos lo que corresponde es endeudarse para evitar un ajuste de gasto muy grande—, la economía chilena hizo lo contrario. ¿Cómo explicamos esta paradoja?

¡Es que el Gobierno hizo poco!, gritarán varios. Calma; cuente hasta 10. En 2020, la necesidad de financiamiento del fisco se multiplicó por tres respecto del año anterior. Así, mientras el Gobierno salió masivamente a buscar deuda (o vender activos, que es lo mismo) para financiar sus ayudas, el sector privado ahorró y dejó de invertir. Y fueron las empresas, y no los hogares, los que hicieron casi todo el ajuste. Si en 2019 estas pidieron prestados 20 mil millones de dólares, en 2020 se sentaron al otro lado de la mesa.

Este tremendo ajuste lo vimos en el pasado, pero esta vez las razones parecen ser distintas. En crisis anteriores, el mundo les dio la espalda a los países emergentes, y las restricciones de financiamiento obligaron al sector privado a cortar sus gastos. Este no parece ser el caso hoy, a juzgar por las tasas de interés históricamente bajas a las que acceden diferentes países, Chile incluido. Por otra parte, desde fines del año pasado el cobre ha jugado una buena pasada, lo que explica parte del fenómeno, pero la conclusión no cambia si excluimos el período de mayor alza del metal.

¿Será el covid? Es un gran candidato. El riesgo sanitario y las restricciones de movimiento han impedido gastar, por lo que, aunque hubiesen querido, los privados no pudieron consumir e invertir más. Además, las empresas han privilegiado la liquidez ante la incertidumbre sanitaria. De ser así, una vez normalizada la pandemia, el ahorro privado caerá con fuerza y la inversión retomará su tendencia.

Esta hipótesis, sin embargo, debe hacerse cargo del dato más sorprendente de todos: la caída del gasto privado en nuestro país fue una de las más grandes del mundo. Como la incertidumbre sanitaria y las restricciones a la movilidad no han sido mayores en Chile, es necesario encontrar una explicación idiosincrática. Algo específico de nuestro país.

El ajuste en 2020 tiene mucho de covid, pero no es solo eso. La crujidera institucional está, silenciosamente, ahuyentando los capitales privados hacia el exterior. Eso es una mala noticia, aunque peor es constatar cómo congresistas y autoridades públicas miran con total indiferencia este fenómeno. (El Mercurio)

Sebastián Claro

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