¿Un nuevo clivaje Apruebo-Rechazo en el sistema de partidos?

¿Un nuevo clivaje Apruebo-Rechazo en el sistema de partidos?

Compartir

En los inicios de la transición se impuso la tesis de que el plebiscito de 1988 había generado un nuevo clivaje o “partidor de aguas” en el sistema de partidos. Los principales partidos con representación parlamentaria se organizaron en dos coaliciones, cada una representando un lado de esa fisura generativa. Por un lado, el 56% que votó por el No, y por otro, el 44% que dijo que Sí. Tal alineamiento se superpuso al histórico clivaje de clase. De esa forma, la Concertación pudo agrupar a partidos que antaño fueron duros antagonistas, como el Partido Demócrata Cristiano y el Partido Socialista.

Esa disposición de las fuerzas políticas fue persistente a nivel de élites políticas. En paralelo, sin embargo, la ciudadanía se fue distanciando de esos códigos, mostrando una creciente desafección. Ello, hasta que llegó el estallido social y luego el Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución. Nadie se imaginó que algo que seguía alimentando el viejo clivaje del Sí y el No a Pinochet —la disputa sobre la Constitución que se instauró en el autoritarismo— iba a ser el ariete que derrumbara la división entre opositores al autoritarismo y sectores afines al mismo.

Hoy, en los almuerzos de domingo los chilenos volvieron a hablar de política, pero no sobre Pinochet, el Sí y el No. Ahora, los debates de estos últimos meses giraron en torno a la propuesta refundacional del Apruebo, la plurinacionalidad, los derechos especiales para algunos, los sistemas de justicia, por mencionar algunos. Por primera vez en muchos años, vemos una repolitización en torno a un asunto del presente, y no respecto de hechos ocurridos hace medio siglo.

Podemos decir que la Convención Constitucional tuvo dos efectos no deseados por los convencionales que la lideraron desde la izquierda radical: superar el clivaje de Pinochet para dar paso a la fisura generativa del Rechazo.

Sin lugar a duda, el voto obligatorio permitió que emergiera este clivaje, porque trajo de vuelta al votante mediano.

Ahora bien, para que el clivaje se consolide en el tiempo, es necesaria la agencia política. Si los partidos de Chile Vamos estiman que podrán capitalizar el 61,86% que votó en contra de los desvaríos de Atria, Bassa y los activistas de los escaños reservados, están muy equivocados. No deben perder de vista que en el plebiscito de entrada apenas 1.634.506 personas (21,69%) votó Rechazo, y que en la Convención la derecha obtuvo una representación levemente superior a esa cifra.

El domingo 4 de septiembre, 7.882.958 votaron Rechazo. Es decir, una diferencia de 6.248.452 electores. Es obvio que esa inmensa mayoría incluye a muchos que no se han sentido nunca representados por la derecha en el viejo clivaje de Pinochet. Por ello, Chile necesita un nuevo centro político que consolide esa mayoría. Para ganarle a la violencia, a los que quieren fragmentar el país creando una plétora de instituciones y autonomías, pero también para imponerse a los que no quieren que nada cambie, que no creen en la solidaridad, en una red de políticas sociales más robusta y equitativa.

Los moderados no pueden darse por vencidos. Como documentó Arturo Valenzuela, la abdicación de los centristas fue una de las causas del quiebre de la democracia en Chile en 1973. Hoy, los chilenos demandan que los políticos lleguen a acuerdos. Si no se consolida un nuevo centro político que siente en la misma mesa a todos quienes creen en la democracia, en la responsabilidad fiscal, en mejores pensiones, salud y seguridad ciudadana, les estaremos abriendo la puerta a los radicales de izquierda o al populismo extremo. (El Mercurio)

Sebastián Sichel
Tomás Fuentes Barros
Cientista político, exdiputado RN