Un mal año

Un mal año

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Cuando se revise la historia, parece claro que este año será calificado como malo. Es cierto que el Gobierno puede decir que se anotó algunas victorias legislativas, pero todas ellas fueron forzadas, llenas de reproches y la mayoría improvisadas. Por otra parte, su insistencia en cambiar Chile ha sido a contrapelo de la ciudadanía, cosa que queda muy clara al mirar las encuestas. La Presidenta y su administración tienen un alto nivel de rechazo.

Para adelante, la cosa no tiene mucha cara de mejorar. Partiendo por la situación económica, que  ya sabemos será igual o peor que la de este año. En esto hay que ser claros: si bien Chile no está técnicamente en una recesión, lo cierto es que se encuentra estancado. Crecer al dos por ciento dos años seguidos, es una situación muy compleja. Es un ritmo que ni siquiera asegura que la pobreza disminuirá.

Es cierto que todo aquello responde ahora a razones externas. Pero, también lo es que el clima de incertidumbre que han causado las reformas impulsadas y en discusión ha colaborado negativamente en esto. No nos podemos lavar las manos.

Pero, lo concreto es que el tema económico nunca ha estado en el centro de las preocupaciones de este gobierno. Da la impresión que lo asumen como un costo necesario para cambiar al país. Para ser justos, hay que reconocer que el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, intenta hacer lo que puede en este escenario, pero es claro que es  una minoría dentro de La Moneda. Así las cosas, su labor se remite simplemente a tratar de cuadrar las cuentas -algo que es fundamental-, pero aquello no es suficiente para sacar al país del estancamiento.

Quedan dos años de gobierno y nada augura que la tendencia va a cambiar. La Presidenta, pese al rechazo en las encuestas, se muestra decidida a continuar su programa reformador al costo que sea. Da la impresión que está dispuesta a inmolarse en esto si es necesario. O a lo mejor ya sabe que no será popular. Y, entonces, lo que le queda es pasar a la historia como la mujer que cambió Chile. Aunque sea a contrapelo de la gente.

No es un gran legado. Sus reformas, muchas de ellas mal hechas, serán una carga muy alta para el país. En esto hay que entender que incluso una buena idea, mal implementada, tiene más costos que beneficios. Pero eso no es todo. Volver a cambiar las cosas, aunque sea lógico, no es fácil. Algo de aquello está ocurriendo con la reforma tributaria, todos están de acuerdo en que fue mal concebida, pero desarmarla no es fácil. Sucederá lo mismo con la laboral y la educacional.

En suma, el país está quedando atado a malas reformas. Y los costos de ello no serán menores. Recuperar el dinamismo económico, la capacidad de enfrentar los desafíos sociales y la confianza, demorará años. Sin duda, todo aquello será una carga muy pesada para cualquier gobierno que suceda al actual. En suma, si este fue un mal año, nada augura que los que vienen serán mejores. La luz al final del túnel todavía no se advierte por ninguna parte.

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