Tres razones para celebrar un gran día

Tres razones para celebrar un gran día

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El 15 de noviembre de 2019 quedará grabado como un gran día en la historia de Chile. Luego de un año fatal que se inició con la muerte del comunero mapuche Camilo Catrillanca y justo a un año del aniversario de ese día triste, podemos volver a amanecer nuevamente esperanzados del rumbo que toma nuestro país. El mes que se inicia el 18 de octubre y que terminó el viernes transformó el alma de Chile, nos obligó a todos a replantearnos nuestros anteriores puntos de vista, nos espantó ver y sufrir la rabia y violencia que se ha incubado en grupos de nuestra sociedad y nos permite iniciar como sociedad el camino de abandonar el cinismo, la rigidez, la intolerancia y la amargura. Recuperar una nueva convivencia virtuosa.

La primera razón para celebrar es que funcionó la política institucional en el Congreso. La ciudadanía que se manifestó pacíficamente para decir basta de ignorar cuestiones básicas en nuestro proceso de desarrollo y, por qué no decirlo, los vándalos y destructores de nuestra convivencia, terminaron obligando a los políticos que se habían visto incapaces de acordar nada, a encerrarse a pan y agua en el Parlamento y firmar un acuerdo razonable de un proceso para una nueva constitución. Mi reconocimiento a quienes lo forjaron tanto en la oposición como el oficialismo, y por cierto al Presidente Piñera. El acuerdo obtenido es compatible con la democracia representativa. La nueva carta fundamental democrática que surja puede ser muy buena para Chile si el proceso se desarrolla con diálogo y debate constructivo. La Asamblea Constituyente, como la querían los bolivarianos, es decir con 50% más 1 para aprobar las normas de la constitución, no era compatible con la democracia representativa, sino que la destruía. Ese tipo de asambleas las promueven políticos populistas para escribir una constitución que avasalla y somete a las minorías, exactamente lo que una constitución debe impedir. Tendremos la oportunidad de un año de debate constitucional, de educación cívica, que el país necesitaba desesperadamente. En lo que no se pueda escribir con 2/3 de los votos, no quedará norma constitucional y funcionarán las leyes normales en el Congreso. Será la hora de los constitucionalistas para que nos orienten en cultura cívica básica de una sociedad libre, algo que era muy escaso en estos meses. Y también será la hora de los moderados, de los optimistas, donde todos podemos ser parte de un debate público virtuoso.

La segunda razón para celebrar es que el retorno de la paz nos permitirá focalizar como país las medidas inmediatas de alivio a los sectores más vulnerables, y también para abordar la reintegración social de las minorías violentistas. Será la hora de una política fiscal y de transferencias sociales intensa que la gente podrá sentir el año 2020. Se podía.  Corresponde la autocrítica de los técnicos, incluido quien escribe, para proponer soluciones agresivas y apoyar acuerdos gobierno-oposición que se veían imposibles hace cuatro semanas en la política social, ya sea por la inercia que tenía nuestra sociedad por la captura del Estado por intereses privados, ya sea por la rigidez intelectual de los líderes de opinión. Es hora de la creatividad. Chile puede endeudarse en varios puntos del PIB para hacer política fiscal y transferencias agresivas, si es que también podemos acordar que se requerirá un superávit estructural en los próximos varios años para reducir esa deuda pública. No todo debe hacerse con impuestos, tema para poner sobre la mesa. Bien mayores impuestos, pero se requiere más acción que la que los impuestos permiten; también se requiere deuda pública.  Tendremos un trimestre de cierre de año para el olvido, quizá una recesión técnica con dos trimestres consecutivos negativos, pero desde abril en adelante, luego del plebiscito de ese mes, con una conducción responsable del debate desde aquí a ese momento, algo que la política parece haber internalizado, podremos ver una reacción rápida de salida de la economía y vuelta a un crecimiento que integre.  Se requiere manejar bien las expectativas de este ciclo de la economía, y los empresarios deben apostar por Chile desde ahora.

Finalmente, celebro que Chile nuevamente emerge como una sociedad que puede enfrentar sus problemas en forma civilizada. Puede levantarse nuevamente como un ejemplo para nuestros vecinos, para enmendar rumbos de nuestro modelo de desarrollo que desplazaba a grandes mayorías de los beneficios del desarrollo.  Esta crisis no ocurrió en contra de nuestra   forma de crear riqueza, sino que fue en contra de nuestra forma de repartirla.  Volveremos a crecer y crear riqueza aceleradamente, pero nos preocuparemos de cómo ella se reparte para incluirnos a todos, y de cómo la política, indispensable para una sociedad libre y próspera, vuelve a estar conectada con la gente que dice representar. (El Líbero)

Patricio Arrau

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