En estos días nos enteramos de más acciones de parte de Karol Cariola usando su cargo público para buscar beneficios personales. Esto demuestra que la “compañera” no cree en le igualdad ante la ley. Ya lo decía George Orwell en su libro “La Rebelión de la Granja”, “todos los animales son iguales, solo que algunos son más iguales que otros”. Esta frase es pronunciada por los cerdos, que asumen el control de la granja después de derrocar a los humanos. La frase se refiere a la hipocresía y la corrupción que provoca el poder. Los cerdos se benefician de privilegios y poder que niegan a los demás animales. De hecho, es una perfecta alegoría de lo que el comunismo ha instalado en la historia, simplemente reemplazar una elite por otra. Cariola es comunista y se supone que ellos velan por la igualdad, sin embargo, estando en el poder usan ese poder para beneficiarse y ensalzar los privilegios, prebendas dadas por el Estado, para beneficiarse individualmente olvidándose de los demás. Las leyes son para otros, no para ellos.
La situación de las conversaciones con Irací Hassler por el caso Sierra Bella, llevó a “la trama china”. Cariola buscó favores de los chinos para su beneficio personal que iban desde arriendos más baratos y otras prebendas, a cambio de patentes y permisos. De hecho, hay claridad de la injerencia y participación que tenía el Señor Yang con los parlamentarios a raíz de su cercanía con la parlamentaria comunista. Es ella quien le facilitó los accesos. De hecho, en los chats hoy revelados se muestra gestiones de Cariola con el exsubsecretario Manuel Monsalve; la jefa de gabinete de Camila Vallejo, vocera de Gobierno; y con el ministro de Economía, Nicolás Grau, donde pedía incluir a su amigo Emilio Yang -implicado en la arista «Chinamart» en una gira presidencial-. Grau afirmó que esto no prosperó, pero según el informe de la Fiscalía, Yang sí acompañó a la delegación chilena en el viaje a China participando “directamente en las reuniones, situándose incluso en mesas de trabajo”. Se concluyó que “fue un miembro más de la comitiva, viajando junto con los diputados en los mismos medios de transporte y posando en fotografías como miembro de la comitiva oficial”.
A estas evidentes influencias, hoy se suman las gestiones hechas por Cariola para liberarse de multas que cualquier ciudadano debe pagar. Nuevas revelaciones de chats muestran que Cariola, usando su puesto político llamó al entonces alcalde de Independencia, Gonzalo Durán para gestionar rebajas de multas personales de TAG. En los mensajes queda claro que Cariola, se habría enterado al intentar renovar su permiso de circulación, de tener 22 multas pendientes, dos de ellas correspondientes al municipio de Independencia, por lo que le pidió a Durán interceder debido a que «era mucha plata». Es decir, la parlamentaria sitió que ella no debía pagar lo que cualquier mortal debe pagar y que no tiene opción de no hacerlo. Ella cambió el auto y no le puso TAG, algo ya contra la ley. Al enterarse de la deuda quería lograr condonarla. Esto parece impresentable, ya que toda persona debe pagar aquello que consume. Pero ella no cree en la igualdad ante la ley y por tanto, esos pagos son para otros, no para ella. Hoy dice que todo fue pagado, pero lo cierto es que ella intentó no hacerlo.
De hecho, ella no considera aún haber hecho nada malo ya que culpa “al empedrado” al afirmar: “Lamento mucho tener que enfrentar esta evidente operación política para hacerme daño. Reitero mi total inocencia, la cual quedará demostrada en el curso de la presente investigación”.
Lo cierto es que el problema es una situación de no entender lo que es objetivamente correcto y lo que es objetivamente incorrecto. La ley se asume conocida por todos y especialmente por quienes ostentan un cargo político. De hecho, un parlamentario no puede desconocerla. Cariola dice hoy no haber hecho nada ilegal, tal vez sea así, pero lo claro es que hizo algo incorrecto. Algo que no corresponde. Lo más dramático es la defensa corporativa del mundo comunista que insiste defender lo indefendible. Ellos y ella abogaban por el levantamiento del secreto bancario, sin embargo cuando se trata de ellos, se oponen. La hipocresía de sus acciones es lo que devela que, como en la granja de Orwell, ellos no son iguales, pero el resto sí. No creen en la igualdad ante la ley y sí, usan sus influencias para beneficio propio porque son inmorales. Defienden lo indefendible, toda esta situación es simplemente escandalosa e impresentable. (El Líbero)
Magdalena Merbilháa