Era pan comido ganar las primarias. Creía corresponderle la Presidencia a su generación, como lo ha hecho ver innumerables veces Carolina Tohá. Tiene un extenso currículum vitae y una labia aún más vasta que se adapta según a qué lado se para. Fue la abogada más visible de aprobar el texto constitucional afiebrado que habría convertido a Chile en un remedo de país. Argumentó como loca en su favor y en premio, aunque perdió el Apruebo, recibió el Ministerio del Interior de las manos de Gabriel Boric.
Nada la retiró del cargo más importante de este gobierno revolucionario. Ni siquiera los indultos a delincuentes-víctimas de la represión, que anunció su jefe cuando ella negociaba una agenda de seguridad con la oposición. Aprendió a conciliar con las posturas extremas del PC y el Frente Amplio defendiendo el uso de la fuerza del Estado (las RUF) diferenciada según las diversidades de género o las razas y nos trató de convencer que hay tomas violentas y otras pacíficas, como si no fueran todas por la fuerza e ilegales. También desprestigió la ley de defensa propia de las policías tildándola de “gatillo fácil” e intentó instalar que era normal que ocurrieran 25 homicidios en los días de fiestas patrias de 2024.
La seguridad se le vino encima como un tsunami a este gobierno que no estaba preparado, pensando que junto con la movilización social, la controlaría por el solo hecho de estar en el poder. Pero la delincuencia y el crimen organizado incubaron una prolífera progenie al amparo de las protestas en la calle de los que ocupan La Moneda y a pesar de los esfuerzos por “normalizar” el orden público que antes remecieron, el volcán les explotó bajo sus pies.
Aún así, la exministra pretende que le reconozcan sus logros en seguridad, distanciándose a su vez del mal desempeño del gobierno que encabezó. Pero la contendora comunista Jeannette Jara la ha acusado de “autocomplaciente” porque la situación “está a la vista”, exasperándola con su tono amable y sonrisa fácil. Tohá, descolocada, cambió de estrategia acusando la resistencia del PC a la agenda de seguridad, y opinando que donde ha gobernado ese partido, “los países se han estancado y la pobreza ha aumentado”.
Su contendora comunista solo puede seguir ganándole distancia porque hay límites para las contradicciones. Tohá gobernó con el PC sin aspavientos y comprometió su apoyo a quien gane la primaria el próximo 29, sea o no comunista. Una minuta de su comando indica que el partido de la hoz y el martillo no puede hacerse cargo de los dos problemas de Chile hoy: la seguridad y la economía. Ella sí, por supuesto. El miércoles pasado remató: “No soy partidaria de que el PC gobierne al país”.
El problema es que eligió mal el momento y con quien sincerar este rechazo. No lo hizo cuando el PC defendió el fraude electoral de Maduro. Tampoco quiso condenar que el dictador mandara esbirros a asesinar a un refugiado político. No enfrentó al ortodoxo tipo soviet Daniel Jadue o el llamado a movilizar la calle para aprobar las reformas. Su contendora, que esconde la ideología (es su cara amable) y no entra en polémicas con la abanderada del socialismo democrático, tampoco propone un programa que no sea una repetición de las mismas ofertas inconclusas de esta administración donde participó Tohá, como aborto libre, negociación colectiva ramal o impuesto a los súper ricos. Es cierto que la exministra Jara quiere terminar con las AFP, pero a Boric no le resultó nomás.
Muy tarde para erigirse en la vestal de la socialdemocracia para salvar el pellejo, cuando hace mucho rato que Tohá y la Concertación se entregaron al PC cuando crearon con Bachelet una Nueva Mayoría para gobernar en alianza con ese partido y el Frente Amplio. Y gatillaron la decadencia de este país que ya completó 10 años. Luego, se plegaron como peones al intento de “golpe blanco” que denunció el anterior Presidente de la República. Después de ocupar el cargo más importante en la actual administración que encabezan el Frente Amplio y el PC, ¿quiere que la ciudadanía le crea que los comunistas no le hacen bien a Chile? (El Líbero)
Pilar Molina