¿Tiene el liberalismo económico contenido político?- Alberto Mayol

¿Tiene el liberalismo económico contenido político?- Alberto Mayol

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“El grupo danés A.P. Moller-Maersk, controlador de Maersk Line, registró ganancias por US$ 2.763 millones en el primer semestre de 2018”, anuncia El Mercurio el 18 de agosto pasado. Fue este grupo el que cerró en San Antonio una planta de contenedores, anuncio que se realizó en junio de este año. Sus utilidades de enero a junio, del tamaño de la fortuna total del Presidente Piñera, no detuvieron a sus inversionistas para cerrar su planta en San Antonio y producir una merma en el empleo de la zona. ¿Debían considerarlo? La verdad es que no les corresponde, es un proyecto privado que vela por sus intereses y no tiene razón de ser el conservar estructuralmente un proyecto que definitivamente fue un error o que pasó a serlo al cambiar el escenario global.

Y no hay razón para ello fundamentalmente porque una decisión empresarial opera en un ámbito muy específico donde su única orientación es el rendimiento económico. Por eso, cuando hace un mes el gobierno hizo un llamado a los empresarios para que apoyen en la reactivación de la economía, la respuesta no se hizo esperar del gremio empresarial: “Comparto lo del ministro de Hacienda de que es un trabajo en conjunto, todos tenemos que hacernos cargo, pero también hay que entender que el mundo empresarial no invierte por emoción ni por llamados, sino que por realidades, y nosotros tenemos que hacernos cargo de realidades que sabemos que nos perjudicaron el crecimiento anterior y esto no es una crítica, sino que un llamado a la reflexión con las reformas anteriores”, afirmó Alfonso Swett, presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio.

Cuando se trata de hacer una política que implica desafíos sociales relevantes, no está en los libros del empresariado sacrificar rentabilidad económica. ¿Tendría que ser de otra manera? Si el liberalismo económico fuera una doctrina política, donde el crecimiento económico es importante o incluso lo central, pero donde su logro no es un mero objetivo, sino que es un fundamento de la sociedad; entonces sí habrían condiciones en que se puede postergar la satisfacción de ese objetivo. Pero el liberalismo económico no involucra el sentido de la sociedad en la operación, prefiere incluirlo a posteriori. Es un acto de caridad, de apoyo a la sociedad, cuando se sacrifican fondos propios en favor de una causa. Pero la operación es sagrada. Es cierto que ha habido actos de boicot económico del empresariado a una determinada ruta de acción política que está en el poder. Eso es visto como una inversión. Pero incluso si el gobierno es propio, el empresariado entiende que el dinero debe llegar a sus manos en razón de la ideología y no debe irse de sus manos en razón de ella.

El liberalismo económico carece de la profundidad de visión de mundo y doctrina que es propia de una ideología. Es el criterio de una operación, una serie de condiciones para que las transacciones fructifiquen. Explica muy bien el intercambio comercial, pero ni siquiera logra ese objetivo en la dimensión de la producción.

Y ni hablar del momento en que salimos de la economía e intentamos visualizar una sociedad. No es extraño que el Ministro José Ramón Valente haya recomendado sacar dinero del país a los inversionistas. Y es que la operación está allí, a flor de piel, es lo único que existe. Una gran pregunta histórica sería comprender cómo un criterio operacional logró ser visto como una ideología. El liberalismo político indudablemente existe como ideología. El liberalismo económico no cumple los requisitos. (El Líbero)

Alberto Mayol

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