Lagos: “Esperaba que cambio de canciller sería punto de inflexión pero parece...

Lagos: “Esperaba que cambio de canciller sería punto de inflexión pero parece que no”

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Este viernes el senador PPD y miembro de la comisión de Relaciones Exteriores, Ricardo Lagos Weber, llegará hasta La Moneda para sostener una reunión con el Presidente Sebastián Piñera. En el encuentro –que fue convocado por Presidencia y donde asistirán los otros miembros de la comisión de ambas cámaras- se abordará, principalmente, la conducción de la política exterior del gobierno.

Así, el parlamentario por Valparaíso ve la cita como una oportunidad para plantear sus críticas a la Cancillería. Según él, hay “contradicciones” en el manejo de la política exterior y cree que el cuestionamiento de la oposición sobre la “pérdida de una política exterior de Estado” sigue vigente, algo que, señala, pensó que se podría resolver con el cambio de gabinete.

“Escazú sigue sin firmarse, Pacto Global de Migraciones también. La contradicción es brutal. (…) Entonces yo no veo el cambio todavía, puede estar la buena intención, pero tenemos una buena intención, un traspié y nada efectivo”, dice.

Cuando llegó el ministro Ribera planteó una estrategia de “recuperar confianzas” con la oposición y con los excancilleres. ¿Cree que él ha logrado esto? 

Más que tratar de recuperar la confianza con la oposición se trata de recuperar lo que era nuestra política exterior. Hasta antes del cambio de gabinete Chile se fue diluyendo en su política exterior en materia multilateral, decimos que apoyamos la descarbonización y organizamos la COP25, pero somos incapaces de firmar el acuerdo de Escazú. O vamos a pedirle ayuda a la Alianza del Pacífico, al Grupo de Lima, al Mercosur, pero cuando estamos en condiciones desechamos la posibilidad de firmar el pacto de migraciones de Naciones Unidas. O hablamos de los DD.HH. en Venezuela y tenemos un doble estándar tremendo en el tema de Filipinas. Entonces, uno siente que se ha desdibujado esto y eso afuera, las otras naciones, comienzan a desconocer a Chile. Y este cambio de gabinete uno tenía la esperanza de que se retomaba aquello y hasta ahora no sabemos si es un traspié la decisión de Filipinas que tomó el canciller Ribera o algo que está avalado desde más alto nivel. No hay claridad respecto de esa situación, es incomprensible.

¿Pero esta poca claridad cree que viene por la Cancillería propiamente tal o la trae el Presidente?

Yo creo conocer la Cancillería y creo que ahí hay una desmoralización por estos temas. Si tú vienes trabajando en una línea y sin explicar por qué se cambia esa línea, entonces eso no se toma en la Cancillería. Hay una especie de política exterior a la carta, que algunos temas sí y otros temas no, o sea, es malo Escazú, es malo el Pacto Global de migraciones, no hacemos los temas de DD.HH. como corresponde, medioambiente tampoco es fundamental, pero el TPP hay que aprobarlo de todas maneras. Eso daña la defensa de una política integral de exterior.

¿Pero ese tema de la política cambiante es algo inédito? Es decir, ¿nunca antes se había visto desde la vuelta a la democracia?

En Chile la política exterior no había sido materia de política doméstica. Hay países que sí es política doméstica, como en Inglaterra la elección es Brexit o para Trump su política exterior está en clave de política doméstica, pero Chile no tenía esa decisión. Yo entiendo que el Presidente tiene la conducción de la política exterior, pero estos cambios tan bruscos que dejan “off-side” a la Cancillería todo el rato, que tiene que aparecer para explicarlo, y las mismas explicaciones del gobierno no son claras. Por ejemplo, Escazú se decidió dejar sin efecto tres días antes de la firma, Marrakech para qué hablar, la delegación estaba allá y la instrucción fue desacredítese y devuélvase, estando allá. Entonces, ¿son decisiones meditadas? ¿Dónde está la toma de decisiones? No está en la Cancillería. Yo siento que el excanciller Ampuero al final no tuvo respaldo en la gestión, puede que él haya compartido las decisiones, pero pasaban por otro lado.

¿Y ahora el canciller Ribera está teniendo ese respaldo?

Es prematuro para juzgar, quiero ser bien franco en esto, por eso hablo del traspié de la Cancillería bajo Ribera, porque creo que es posible además recuperarlo. Yo hago sólo el símil, que hace un año a estas alturas, en Ginebra, Chile apoyó y de manera correcta, que se iniciara una investigación por las violaciones de los DD.HH. en Venezuela. Y todos conocimos el informe, lapidario para la dictadura de Maduro y ahora, este mismo año se inicia el mismo proceso respecto a Filipinas y Chile no lo apoya.

La crítica que le hicieron todo el año pasado a Ampuero era que la política exterior ya no era de Estado. Ribera cuando llegó también marcó una diferencia clara con su antecesor en ese sentido. ¿Ve que se esté intentando retomar ese camino?

Cuando uno tiene un traspié uno pierde tiempo, energía y eventualmente puede socavar la posibilidad de generar confianzas mayores. El Presidente se reunió con los excancilleres quienes le plantearon exactamente los puntos que estamos hablando acá. Entonces, el tema ya no pasa por los cancilleres, porque si el Presidente está convencido de lo que está haciendo, los cancilleres pueden tener un límite para hacer las cosas, solamente yo sostengo que esto nos hace un daño, del punto de vista de nuestro intereses internacionales y nacionales y que este cambio de política exterior no es inocuo respecto de otras potencias medianas que van a ocupar el espacio de Chile eventualmente.

¿Pero lo que llevamos de la nueva Cancillería se sigue reflejando esa crítica de la oposición?

Escazú sigue sin firmarse, Pacto Global de Migraciones también. La contradicción es brutal. Con este canciller se concurrió a la Alianza del Pacífico y el punto que puso Chile fue migración, ¿con qué países?, Colombia, Perú y México y lo que dijo el gobierno es que hay que coordinarse. Fueron al Mercosur y plantearon exactamente lo mismo. Y ahora lo plantean en el Grupo de Lima y se dice que hay que pedirles a los organismos internacionales, como Naciones Unidas, que nos apoyen. Entonces, díganme por qué es bueno hacerlo con el Grupo de Lima, Mercosur, Alianza del Pacífico y no lo hacemos con el Pacto Global de Migraciones que es precisamente para eso. Yo no veo el cambio todavía, puede estar la buena intención, pero tenemos una buena intención, un traspié y nada efectivo.

Pero cuando llegó el ministro la oposición señaló que confiaban que se iba a retomar el rumbo. ¿Usted sigue confiando?

Yo voy a seguir confiando en que nos vamos a reencontrar con nuestra política exterior y porque es tremendamente importante para Chile, a veces pasa desapercibido en el día a día, pero nuestra política exterior es lo que explica buena parte de lo que somos hoy día como país. Entonces, todas las apuestas, todas las energías están en recuperar eso, pero aquí hay alguien que tiene la responsabilidad mayor, que es el Ejecutivo y vemos una Cancillería que está ausente de la toma de decisiones.

El tema de Filipinas fue el primer traspié de Ribera…

Es subsanable.

¿Pero esto afecta las confianzas a futuro o cree que ya marcó que seguirán estos “cambios de tono” en la política exterior?

No tengo cómo saberlo. Yo tenía la esperanza de que el cambio de canciller iba a ser un punto de inflexión en esto, pero parece que no. No tanto porque llega un canciller nuevo, que bienvenido sea y el mejor éxito, pero entendiendo que tal vez desde La Moneda con este cambio de gabinete se iba a permitir hacer el giro. En este tema pueden cambiar los cancilleres, pero si de fondo hay una percepción en el Ejecutivo de que vamos a seguir como estábamos, es limitado lo que puede hacer uno nuevo.

¿Porque no tiene poder de toma de decisión como dice?

Sí. O sea, no veo por qué Chile le va a decir al gobierno de Rodrigo Duterte que nos es indiferente que hayan muerto 27.000 personas, de las cuales 6.600 están reconocidas por la policía que murieron en enfrentamientos. Es una cifra muy grande.

¿Y cuál fue el error ahí? Porque el gobierno dio sus explicaciones de que se consideró las opiniones de ASEAN y los países vecinos, por ejemplo. ¿Fueron satisfactorias?

Son incomprensibles y completamente insatisfactorias. Eso no es correcto tampoco, hasta en América Latina hay países que no votaron a favor de iniciar un informe sobre Venezuela y Chile igual lo apoyó e hizo lo correcto y fue este mismo gobierno. Pero cuando se produce una situación idéntica, y con peor información, porque lo de las 27.000 víctimas asesinadas en Filipinas no tiene parangón con lo que ocurre en Venezuela, pero si usted estuvo dispuesto a investigar lo de Venezuela, que había que hacerlo y yo estoy de acuerdo, lo de Filipinas se da por descontado y eso es lo que hace que los otros países digan ‘qué pasa con Chile’. Cuando veo otros países de la región como Perú, México y Uruguay que sí aprueban, esos países ocupan un espacio y asumen una voz y un liderazgo en un tema que Chile lo tenía y eso es un menoscabo a nuestra situación internacional. Eso es lo que duele.

¿Comparte la crítica que habría un doble estándar en Derechos Humanos por parte del gobierno y de la Cancillería?

Completamente.

Para este viernes está convocado a La Moneda para hablar de política exterior junto a los miembros de las comisiones de RREE de la Cámara y el Senado, ¿cree que desde el Ejecutivo están en una estrategia de apaciguar las críticas a la política exterior?

Yo agradezco la reunión, la valoro. Es la segunda o tercera oportunidad que el Presidente convoca a una reunión de esta naturaleza, que es importante sobre todo cuando hay estos giros. Lo que sí me gustaría es que producto de aquello surgiera algún camino y una voluntad de, yo no digo reconocer errores, sino de decir que se retoman ciertas visiones que ha tenido Chile. Es difícil que un Presidente, cualquier que él sea y yo conozco a uno muy de cerca, puedan cambiar de opinión repentinamente, es difícil a veces reconocer que no fue la mejor decisión que se tomó en su oportunidad, pero aquí nadie está exigiendo eso. Solamente estoy pidiendo que retomemos una política exterior de la cual estábamos orgullosos.

¿Qué temas le gustaría plantearle al Presidente en esa oportunidad?

Estos mismos temas. Y pedirle que cuide la política exterior, así como lo hace, y en mi caso con todos los costos que tiene respecto a ciertas miradas como en la aprobación del TPP.

Situación de la oposición

En otro tema, sobre la situación que vive la oposición se ha empezado a dar una nueva discusión sobre reeditar la Concertación. ¿Cree que eso sería algo positivo?

No, aquí no hay que reeditar nada del pasado, hay que construir para el futuro. Chile cambió mucho en los tiempos para andar reeditando, yo no estoy para eso. No soy nostálgico, puedo estar orgulloso de cosas y sabiendo también las limitaciones que hubo. Lo único que pido es que miremos el futuro, pero construyamos con respeto al pasado, eso pido a mis eventuales compañeros de ruta de mañana.

¿Y con quién le gustaría que el PPD se aliara?

Todos los partidos o casi todos los partidos en la centroizquierda no son uniformes, no son homogéneos, no son un bloque sólido que piense lo mismo. Basta ver lo que ocurrió con el PC y el informe de Venezuela, a partir de las declaraciones de Jadue. Se dividieron entre los que apoyaron a Jadue y los que no, porque más allá de la expresidenta o la alta comisionada de DD.HH., que fue lo que complicó al alcalde Jadue que estuvo pésimo y que dice que ya se disculpó, el tema de fondo es el contenido del informe. Y ahí sí hubo declaraciones de militantes que piensan distinto que Teillier o el mismo Jadue. Entonces, no es un tema de partido, es un tema de ciertos valores, ciertos principios, ciertos anhelos comunes. No es de siglas de partido, lo que viene hacia adelante es otra forma de entendernos.

Y justamente sobre la situación del PC, ¿ve como algo positivo que empiezan a salir voces dentro de ese partido que están criticando al régimen de Maduro?

Lo mismo ha ocurrido en el Frente Amplio. Hasta hace no mucho era difícil observar críticas al régimen de Maduro, hoy hay una mayoría significativa que lo condena. El informe que hizo la ONU fue lapidario en esa materia y quedaron pocas voces. Sí había algunos que todavía tenían dudas, hoy al menos hay convencidos de que el régimen viola los DD.HH. de manera significativa y seguramente otros, producto de la contundencia del informe, no se atreven a levantar la voz tampoco.

 La Tercera/Agencias

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