T. Duval: «Tonelaje de Delgado se medirá en el proceso constituyente»

T. Duval: «Tonelaje de Delgado se medirá en el proceso constituyente»

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El ministro del Interior Rodrigo Delgado llegó a la localidad de Colchane, para enfrentar personalmente la crisis migratoria en la frontera norte. La situación en el poblado altiplánico es uno de los flancos que en pocas horas ha puesto en duda la capacidad del ministro para llevar adelante con éxito su rol como responsable de la seguridad interior y de la conducción política del gabinete.

Paralelamente, Delgado enfrenta una difícil negociación con los camioneros, que amenazan con una nueva paralización y, por si fuera poco, los hechos ocurridos en Panguipulli, donde Carabineros dio muerte a Francisco Martínez en medio de un control de identidad, han gatillado nuevamente las críticas sobre el actuar de la institución policial y serias dudas respecto de la capacidad de Rodrigo Delgado para ejercer el control que le corresponde sobre la policía. Además, su falta de protagonismo, estando el Presidente de vacaciones, aumenta la sensación de que el Gobierno está ausente.

Cuando asumió en noviembre, Delgado venía precedido de un perfil dialogante que iba a descomprimir la presión sobre Víctor Pérez y el Gobierno. Pero a poco andar demostró que su peso político es hasta ahora liviano.

Tomás Duval, licenciado en Historia, magíster en Ciencia Política y analista cercano a RN, está consciente de las debilidades que hasta el momento muestra Delgado como conductor político del gabinete. “La orquesta y su partitura no están todavía para un concierto” , dice.

Asumiendo que esta puede ser la oportunidad para que el ministro del Interior ejerza su rol como corresponde. Antes de que sea demasiado tarde para él −“los espacios en política son rápidamente ocupados por otras personas”−, agrega, y el Gobierno difícilmente podrá enfrentar lo que le resta de administración con un ministro del Interior tan debilitado.

-Hay al menos tres situaciones graves en materia de seguridad y orden público: la amenaza de los camioneros de un nuevo paro, la muerte de Francisco Martínez en Panguipulli y la crisis migratoria en Colchane. ¿Cómo califica el rol que ha ejercido el ministro del Interior Rodrigo Delgado?

El ministro Delgado hasta ahora ha asumido evitando excesos de protagonismo en los eventos que estaban fuera de lo planificado en la vacunación contra la pandemia. En materia migratoria, a pesar de su experiencia anterior como alcalde, su desafío es mayor, ya que debe actuar en el marco de la nueva ley migratoria y para ello debe ejercer con mayor claridad el rol de coordinador, para evitar una crisis humanitaria. En el caso de Panguipulli, ha sido prudente en no calificar los hechos. No se ha jugado por una tesis en especial, sino que ha sostenido que la justicia determine los hechos acaecidos respecto de la muerte del joven y separando el procedimiento policial, de los incendios o quemas posteriores de edificios públicos o privados. Esta decisión puede provocar molestias con Carabineros, en el sentido que estaría avalando implícitamente la tesis de un supuesto error de procedimiento. A mi modo de ver, el problema puede ser más profundo.

-¿Qué debería hacer Delgado en este contexto? ¿Tiene capacidad, margen y muñeca para apagar estos incendios?

-Sus habilidades de diálogo y capacidad política están en juego y tendrá éxito en la medida que vaya cerrando los flancos abiertos y pueda transformar estos hechos en una oportunidad política para consolidarse en el cargo. Hasta ahora está al debe en la materia y su estilo muchas veces hace parecer que está ausente para afrontar adecuadamente estos desafíos.

-Una de las razones para elegir a Delgado fue el hecho de que tenía un perfil más dialogante y “blando” que Víctor Pérez, en momentos que el Gobierno necesitaba bajar la presión de la opinión pública y lograr acuerdos. Pero nada de eso ha pasado y el Gobierno parece moverse por inercia. ¿Qué ha pasado con el ministro del Interior estos meses? 

-El mayor problema del ministro Delgado es que tiene una característica que si bien es valorada por el Gobierno, que es la gestión, de alguna forma, esto ha hecho que su inserción en el cargo haya sido muy lenta, ya que se requiere coordinación política y tomar decisiones que marquen la ruta del Gobierno, cuestión que hasta ahora está pendiente porque los tiempos son muy cortos para empoderarse lo suficiente en el cargo. Su desafío entonces es constituirse adecuadamente y ejercer su rol de ministro del Interior con todo los ripios o imperfecciones que sean.

-Delgado es el cuarto ministro del Interior en tres años de este Gobierno. ¿Dónde está el problema de fondo?  ¿Solo malas elecciones desde La Moneda, solo un contexto difícil o es la falta de un buen elenco en la derecha para poner a alguien en el cargo?

-Delgado fue el hombre elegido para mantener la correlación de fuerzas políticas al interior del Gobierno, especialmente con la UDI. Fue una apuesta por un perfil “alcalde” que pudiese cambiar el eje político, al acentuar la gestión del Gobierno a través del diálogo y la sintonía con la ciudadanía, cuestión muy necesaria para el Gobierno en su última etapa. Pero no era un hombre de confianza del Presidente, cuestión compleja para un ministro del Interior. Ahí se encuentra su desafío.

-¿Cree que el Presidente Piñera le da margen y poder a Delgado o ahí radica parte del problema?  

-Sin duda que, dada la configuración de los gabinetes del Presidente Piñera, los ministros del Interior tienen un rol diferente y con espacios reducidos de acción.

-¿Qué le falta a Delgado para ser un buen ministro del Interior?

-Es evidente que el ministro Delgado no tiene las características de un jefe gobierno y ello tiene una dificultad, pues los espacios en política son ocupados rápidamente por otras personas, lo cual pudiese complicar su situación. La oportunidad y el tiempo en las decisiones políticas marcarán su rol como ministro. Sin embargo, si es capaz de establecer un espacio de acción y coordinación en el Gobierno en torno al diálogo y a propuestas de soluciones a los problemas que enfrenta, sería un indicador de su habilidad para el cargo. El problema es que, si las situaciones antes descritas se agudizan y la respuesta e iniciativas no son coherentes con las  realidades, se tensionaría aún más la incipiente gestión ministerial.

-¿Cree que el Gobierno pueda aguantar el año que le resta con un ministro del Interior tan debilitado? ¿No sería mejor ponerse rojo otra vez y cambiarlo? ¿O es más contraproducente apostar por un quinto ministro?

-La permanencia o no del ministro del Interior está relacionada con la aprobación presidencial y el rol del Gobierno en este último año. Con todo, deberá sopesar la posición que los alcaldes han tenido en el 18-O, el plebiscito y la pandemia que sin duda ha sido protagónica. Su desafío es no convertirse en el ministro Lavín del gobierno pasado. Creo que la presión sobre este Gobierno en materia de orden público y seguridad será crucial en la actuación del ministro. Puesto que esa situación será utilizada por algunos para incidir sobre la convención constituyente y sus resultados. Ahí veo un tema de fondo sobre su gestión, a lo mejor estos hechos sirven para evaluar su condición. (Por Felipe Saleh, El Mostrador)

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