Solo hizo falta un temblor de tierra

Solo hizo falta un temblor de tierra

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El escenario escogido por la Asociación Nacional de la Prensa (ANP) para celebrar su debate presidencial le habrá traído recuerdos a Sebastián Piñera. Anoche solo faltó un fuerte temblor para que el salón de honor del Congreso fuera una réplica de su toma de posesión como Presidente de la República en marzo de 2010. Faltaban los asustados invitados extranjeros, claro, y también faltaba que Piñera vuelva a ser elegido presidente por los chilenos.

Es difícil pronosticar si un debate tan lento y farragoso ha podido cambiar la intención de voto de los ciudadanos. El problema no es de los organizadores ni de los medios que lo produjeron o lo transmitieron, el problema está en la propia papeleta presidencial: ocho candidatos son muchos aspirantes, y cualquier debate se torna inmanejable.

El hecho de que cada candidato respondiera a preguntas diferentes anuló el debate y transformó la sesión en una larga sucesión de cuñas electorales. Muy cómodo para unos candidatos a los que al principio se veía cargados de aprensiones y que pronto se dieron cuenta de que no tenían nada que temer del que estaba al lado. Como dice el refrán, «entre bomberos no se pisan la manguera».

Solo Marco Enríquez-Ominami y José Antonio Kast buscaron el cuerpo a cuerpo interpelando a sus rivales con diversos temas y con desigual fortuna. Kast tiene el mérito de contentar a su parroquia y dejar a Piñera convertido en un moderado. ME-O atacó a Piñera, pero sin convicción. Tenía la fotocopia de cuando se le persiguió por el caso del Banco de Talca, pero el público no se enteró, porque es muy joven o porque de lejos no ve bien.

Los candidatos Artés y Navarro demostraron su vocación de seguir siendo líderes de minorías subrayando insistentemente, contra toda evidencia, que Chile no es una democracia.

Y entre los cuatro restantes (Goic, Piñera, Guillier y Sánchez), la suerte parece echada en las encuestas, y a Piñera, el favorito, le bastaba con empatar ayer para ganar el debate. Por lo mismo, Piñera era el que más arriesgaba, porque cualquier error o salida de tono podía costarle caro.

Así que resultó evidente que los suyos le aconsejaron que no hiciera nada por entrar en el cuerpo a cuerpo con los demás. De hecho, el ex Presidente se dedicó a exponer sus iniciativas, y entre ellas indicó que no eliminará la gratuidad universitaria para los deciles que actualmente la disfrutan y que los restantes pagarán sus estudios con su trabajo, y no con el de sus familias. En cuanto al tema de las boletas de Soquimich, se mostró confiado en que se demostrará su inocencia.

Sin embargo, va a ser difícil que el orden de preferencias entre los candidatos presidenciales cambie radicalmente si los tres mejor situados detrás de Piñera no arriesgan un poco más en sus propuestas y en los argumentos para defenderlas. Quizá lo más sorprendente del debate de ayer fue el extremo conservadurismo mostrado por Guillier, Sánchez y Goic a la hora de realizar sus intervenciones.

Todo esto, junto con el marco donde se desarrollaba el debate, no hizo más que reforzar la idea de que el favorito es precisamente el candidato que ya tomó posesión como Presidente de Chile en ese mismo salón de honor. (El Mercurio)

John Müller

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