Seguridad, violencia y legalización de drogas-Ernesto Tironi

Seguridad, violencia y legalización de drogas-Ernesto Tironi

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La seguridad ciudadana es el asunto que más preocupa a los chilenos hoy y desde hace años. “Qué duda cabe”, diría Lagos. Tanto, que hemos visto al Parlamento trabajando a full con el Ejecutivo, llegando a transacciones no vistas antes en temas policiales. ¡Bien!, es indispensable; pero no creo que baste.

Porque no obstante promesas múltiples de muchos candidatos para mejorar las cosas, el problema de la delincuencia empeora y se extiende. Este Gobierno, formado especialmente por jóvenes que contribuyeron significativamente a generar el problema (de usar y avalar la violencia, al menos), hoy día se ve enfrentado con el desafío de encontrar soluciones efectivas. En buena hora, pero más que atribuirse culpas y mirar para atrás, considero que se está dando una oportunidad de tomar medidas sustantivas para tener un país más seguro y con menos violencia.

Ante la magnitud alcanzada por la delincuencia, la violencia y el narcotráfico, creo que ha llegado el momento de cortar uno de los eslabones clave que agudizan el problema: el vínculo narcotráfico-delincuencia. Para eso, legalizar el consumo, producción y venta para consumo personal de al menos la marihuana o cannabis. Empezar por aquí, de una manera experimental, gradual y cuidadosa que explico enseguida.

Una breve introducción del tema para situarnos. Uno, aceptemos que es algo muy complejo y no existe una solución mágica que termine todo el problema y deje contento a todos. Por eso partamos por aceptar eso y probar. También asumamos que vamos a correr riesgos. Segundo, aceptemos que a menudo muchos miran este tema como un asunto moral o religioso, del tipo todo o nada. Necesitamos suspender esos juicios, ante la magnitud y gravedad alcanzada por el problema. Abrámonos todos a considerar las evidencias y experiencias más recientes. Tercero, concordemos que lo hecho hasta ahora no ha dado resultado. Y cuarto, reconozcamos que numerosos países serios y parecidos a nosotros han tomado esta medida de legalizar drogas, como son los casos especialmente de Uruguay y Canadá. Pero, además, hay muchos otros. Actualicemos nuestra información, y estudiemos esos casos en profundidad.

Mi propuesta para hacer las cosas bien, es empezar una experiencia piloto de legalizar el uso sólo de cannabis bajo condiciones muy claras en una o dos regiones por dos o tres años. Después, evaluar bien para decidir con evidencias medidas y claras si continuar con la experiencia en esas regiones o no, y si extenderla a otras. Para eso, darse unos seis meses de preparación del programa, que incluya una medición exacta de la situación inicial y la condición de éxito del programa; o sea, el umbral cuantitativo que habría que superar en tres años para considerarlo exitoso.

Además, el programa debe incluir un sistema de rehabilitación especial para ayudar a dejar el consumo de drogas a todos quienes lo soliciten. Esto requerirá ciertamente un financiamiento adicional adecuado. La ventaja es que la legalización, al permitir la compra en el comercio establecido y autorizado empezará a pagar IVA y los impuestos especiales que se establezcan como en el caso de los cigarrillos.

No me voy a detener demasiado en las razones que dan los partidarios y detractores de la legalización. Sólo los recordaré brevemente para tenerlos presente. Los principales argumentos en contra de legalizar suelen ser: 1) que daña la salud, 2) que subirá el consumo al bajar el precio de la marihuana y 3) que aumentará el consumo de otras drogas más fuertes, al hacerse más fácil empezar por el cannabis.

Por el lado de los partidarios de legalizar se menciona: 1) que se restablece el respeto al derecho humano de decidir sobre el tipo de vida a seguir por cada persona; libertad; 2) se reduce un considerable gasto público y esfuerzo material y humano innecesario en control, policías, cárceles, etc.; 3) libera esos recursos policiales para que se dediquen a evitar otros delitos, y 4) reduce la formación y mantención de mafias que controlan esos mercados clandestinos, dando origen a guerras entre ellas y a los crímenes asociados.

No es la intención de este escrito, rebatir los argumentos de unos u otros. Pero dejemos establecido solamente, que legalizar implica formalizar y pagar impuestos como los de los cigarrillos, con lo cual no es obvio que los precios deban bajar mucho. Sí se redistribuirán ingresos: desde las actuales mafias al Estado y a los que accedan a programas de rehabilitación financiados con esos fondos.

Para concluir, ¿por qué pienso que existe ahora en Chile una oportunidad única para avanzar en este terreno de legalizar al menos la marihuana? Tres motivos fundamentales: Uno, hay una opinión pública muy preocupada del azote de la violencia y los delitos; hay que ofrecerle soluciones. Puede estar más dispuesta a ensayar medidas como la propuesta aquí ahora, aunque antes no le parecía necesaria.

Dos, el estallido social y la violencia en el sur, aliada también al narcotráfico, han mostrado a la ciudadanía la magnitud de las consecuencias de continuar sin medidas efectivas que corrijan la tendencia que llevamos.

Y tres, tenemos un Gobierno de gente joven y de izquierda que necesita encontrar un área en la cual tener resultados en un plazo breve para mostrar sus capacidades y dejar un legado significativo. Esta puede ser su mayor contribución a un flagelo que además afecta mucho a sectores pobres viviendo en comunas populares. Aquí hay un área en la cual negociar con la derecha en un tema que preocupa a ambas coaliciones políticas. Agregar otro dominio a la actual negociación relativa a las policías y uso de armamentos. Ambas pueden hacer concesiones y conseguir soluciones sostenibles. (El Líbero)

Ernesto Tironi