Además de preocuparnos, las palabras de la exministra Carolina Tohá sobre la integración tardía de la seguridad como prioridad para el gobierno evidencian la inexistente voluntad política para hacerse cargo de una de las mayores crisis que ha vivido Chile desde la vuelta de la democracia.
Cuando asumió Gabriel Boric el 11 de marzo de 2022, había claves suficientes para notar que la seguridad debiese haber sido la prioridad número 1. La frontera norte recibía una presión migratoria sin precedentes, los ingresos ilegales se calculaban en centenas diarias y los alcaldes estaban superados. También teníamos indicios de actividad criminal organizada en el país, el Tren de Aragua ya había aparecido en Chile años antes y su llegada sólo presagiaba un desequilibrio criminal que terminaría por elevar los indicadores de violencia.
En el sur se mantenía un Estado de Emergencia que buscaba contener el avance de la violencia y que fue levantado por la nueva administración mientras la exministra Siches se apropiaba de los conceptos usados por los grupos violentos organizados debilitando la acción del gobierno frente a los terroristas.
La llegada de Carolina Tohá a la cartera de Interior pareció traer la fuerza que faltaba para hacerse cargo del problema. Se levantó una mesa transversal para abordar la crisis, pero no pudo sesionar: El Presidente firmó los indultos de los “presos de la revuelta” y la mesa se cayó. Los esfuerzo de la ministra quedaron en nada por la falta de voluntad política.
Las acciones de los ministros sólo serán efectivas si su liderazgo está convencido de asumir la responsabilidad que significa enfrentar la violencia y el crimen organizado, de otra forma, tendremos a ministros haciendo lo que pueden más que lo que deben.
Al escuchar los análisis de todos los sectores políticos sobre el escenario de seguridad actual, pareciera haber bastante consenso en lo que se debe hacer. Alcaldes de todo el espectro político piden con fuerza que se combata sin miedo una amenaza que tiene de rodillas a Chile y que no le permite seguir desarrollándose.
El exceso de ideología con que el Presidente y una facción del oficialismos enfrenta los problemas de seguridad y el uso de la fuerza por parte del Estado tampoco contribuyen a la solución. Hoy, se piden acciones claras, fuertes y concretas, se pide dejar las diferencias de lado y trabajar unidos para sacar a Chile de una crisis que ya le ha hecho al país retroceder bastante.
Los conocimientos técnicos existen y están disponibles, lo mismo con las instituciones y servicios del Estado, pero falta lo más importante: La voluntad para asumir la responsabilidad y los costos.
Comenzó a correr el último año de gobierno, las esperanzas de que la situación mejore se esfuman y la carrera presidencial las instalan en las distintas campañas. Convencer a los chilenos de que la seguridad será prioridad requiere de un relato político que refuerce la voluntad y que esté acompañado por una propuesta contundente. Se requiere de una mirada firme e innovadora que le devuelva a Chile la fuerza y tranquilidad para crecer. (El Líbero)
Pilar Lizana