Sabas Chahuán (50) mira la hora de forma recurrente. Cada tanto, da cuenta de que lleva 40, 50 o 55 minutos respondiendo preguntas y que pronto tiene que estar en otra parte. No sólo es un tipo ocupado por su alto cargo como fiscal nacional o por las complejas investigaciones que conduce, como los casos Penta, SQM y Corpesca, sino que desde las últimas jornadas ha estado viviendo una suerte de cuenta regresiva. En tres semanas, el segundo jefe en la breve historia del Ministerio Público tendrá que desocupar el escritorio que ha usado por los últimos ocho años para cedérselo a Jorge Abbott, su sucesor y actual director ejecutivo nacional. La torre de archivadores que tiene sobre la mesa también pasará a manos del nuevo fiscal nacional. “‘Corpesquita’ -dice Chahuán, palmoteando el lomo de uno de los archivadores-. Todo eso es sólo de Corpesca”.
La despedida de Chahuán comprende una dimensión administrativa y otra judicial. Sus visitas a diferentes fiscalías regionales en las últimas semanas representan el cierre protocolar a su período como fiscal nacional, mientras que diligencias como la declaración del ex senador UDI Jovino Novoa y la solicitud de llevar su caso a un procedimiento abreviado son algunas de sus últimas decisiones a cargo de las tres causas que han involucrado a importantes miembros de la elite empresarial y a la clase política.
En pleno cierre de su gestión, Chahuán conversó con Reportajes sobre lo que este último año ha significado para la institución. El reloj sigue corriendo.
¿Cómo ha cambiado la persecución penal en estos últimos ocho años? ¿Cree que realmente este es un mejor Ministerio Público que antes?
Yo creo que, responsablemente, se puede decir que es un mejor Ministerio Público, pero sin compararlo con el que recibí, porque no quiero que se entienda como un menosprecio a lo que se hizo antes. La percepción que tienen las personas que pasan por el sistema es bastante mejor de la que se ve en las encuestas. Ha habido una mejora significativa en la persecución de delitos sexuales, delitos de la ley de drogas y en delitos económicos hemos tenido condenas que no existían. Las causas que yo tengo a cargo, que son tres, tendrían condenas, y son un hito importante. En resumidas cuentas, creo que hay una mejora global de la que me siento tranquilo.
En su presentación ante la Corte Suprema de 2007 puso mucho énfasis en los delitos de “connotación social”. Las cifras no lo acompañan en ese ámbito.
Nos fue bien, menos en robos, porque mejoramos en violaciones, tráfico de drogas y violencia intrafamiliar. En los delitos contra la propiedad nos fue muy mal, pero ahí la fiscalía no es la única responsable. Hay que pasar de la lógica de los casos policialmente resueltos a la de los casos judicialmente resueltos. Entonces, hay muchos casos en los que es detenido un sujeto, pero que no es condenado. Eso es un fracaso. Otro fracaso rotundo fue la Ley de Responsabilidad Penal Adolescente, al igual que cuando no hay imputado conocido y no hay antecedentes en el parte. Ahí tenemos que hacer una capacitación. Hemos estado siete años peleando por lo mismo.
¿Es posible hacer un balance positivo cuando está instalada en la opinión pública la idea de que la delincuencia es un problema más grave que hace un par de años y que los delitos no son perseguidos con toda la eficiencia que se espera?
Habría que ser iluso para no reconocer que hay un déficit que viene de antes, sin duda. La diferencia es que ahora está bastante más mediatizado. No quiero echarle la culpa a nadie, pero las tasas de esclarecimiento de delitos contra la propiedad en este sistema han mejorado respecto de los juzgados del crimen. Cualquier estudio que ustedes consulten les mostrará que las tasas de sentencia son muy superiores. Sin embargo, hay un fracaso del sistema. Digo del sistema porque involucra a Carabineros, PDI, por supuesto que a la fiscalía y a otros actores del sistema que pueden tener su cuota de responsabilidad. No me interesa personalizarlo, pero no es resorte de la fiscalía solamente. Hacemos una autocrítica, pero se puede decir que la fiscalía está mejor, salvo en delitos contra la propiedad.
Pero hay más de un 90% de causas archivadas por robo.
Por robo con imputado desconocido. Cuando llega un parte policial sin ningún antecedente es poco lo que un fiscal puede hacer con eso. En el sistema antiguo el sobreseimiento temporal por falta de antecedentes era comunicado a la víctima varios meses o años después.
¿Cómo evalúa usted la relación que tuvo con los distintos gobiernos y cómo se enfrentó la delincuencia en el campo de las políticas públicas?
Estuve en tres gobiernos. Tuve una excelente relación con el ministro (Edmundo) Pérez Yoma y sobre todo con el subsecretario (Felipe) Harboe, que estaba preocupado de estos temas. También tuve una muy buena relación con el subsecretario (Cristóbal) Lira. Con el ministro del Interior Rodrigo Hinzpeter hubo una polémica y se produjo un quiebre. Evidentemente, se produjeron roces.
El ministro Hinzpeter incluso le dedicó en tono irónico una canción durante una actividad en La Moneda.
Sí, lo recuerdo. Salió en la TV hace poco. Me voy a morder la lengua… Bueno, en algún momento se produjeron algunos roces. Yo creo que hice lo que tenía que hacer. Era fundamental cautelar la independencia, la autonomía y que se comprendiera el rol de la fiscalía, porque nosotros no podemos patrullar las calles.
El clima interno
Otro tema pendiente tiene que ver con el mal clima interno que trascendió durante la nominación del nuevo fiscal nacional. ¿Cómo le afecta tener que entregar la posta con esta situación?
Yo preguntaría, con el mayor respeto, por qué usted afirma que hay un mal clima interno en la fiscalía.
Ha habido acusaciones cruzadas, filtraciones, denuncias entre fiscales y disputas judiciales de algunas agrupaciones con usted, directamente…
Es verdad que hubo “imputaciones” a fiscales que estaban concursando para ser fiscal nacional. Incluso, al fiscal Abbott. Eso no fue responsabilidad de la fiscalía. Las acusaciones no fueron hechas con nombre y apellido. Yo diría que fueron un poco cobardes, porque se trató de trascendidos del estilo “dicen que” y de eso han hecho eco algunos periodistas poco serios. Si yo fuera periodista, que no lo soy, chequearía lo que me dicen, porque se ha instalado la lógica del rumor. Eso es muy molesto, porque hay gente que no se merece esos cuestionamientos.
¿Se refiere a las imputaciones publicadas contra el fiscal Abbott?
Contra los fiscales Abbott, (José) Morales, (Raúl) Guzmán y (Luis) Toledo. A los cuatro les sacaron cosas que yo calificaría de bazofia.
Pero varias de esas afirmaciones eran reales.
De las que eran reales, al que le venga el sayo que se lo ponga. Lo que a mí me molesta es esta lógica de desconfianza extrema, de suspicacia por todo, que en algunos casos es alimentada por este periodismo irresponsable. No le voy a echar la culpa al periodismo de todos los males de la fiscalía, que existen. Ahora, no hay división en la fiscalía. Sí hay problemas y posiciones contrapuestas.
Fue una de las variables que los senadores plantearon en su minuto: que había un clima de división interna y que se ponía en riesgo el futuro de la institución con este nombramiento.
Yo creo que no es así, que no se ponía nada en riesgo. Y les quiero decir que este clima de división es más aparente que real. Santiago no es Chile. Hay ciertos bolsones de división. Yo he tenido recibimientos emocionantes en regiones. No es de ególatra, es un reconocimiento a lo que han hecho mis equipos. Yo he sido la cara. Cuando un grupo de fiscales y funcionarios en una comida empiezan a gritar como barra de fútbol “Sabas no se va”, eso es espontáneo, yo no se los pedí. Esa división de la que hablan no recae sobre mi persona. La fiscalía es sana y esa “división” es mucho ruido y pocas nueces.
Usted dice que hay problemas. ¿Hay alguno en particular con el fiscal regional de la Metropolitana Sur, Raúl Guzmán?
No, ninguno. Yo no lo voy a concretizar en Guzmán. No tengo problemas pendientes con él.
¿A qué atribuye, entonces, que esta haya sido la elección más polémica de fiscal nacional hasta la fecha? ¿Será porque la fiscalía se ha vuelto un organismo más poderoso y, por ende, más codiciado?
Hay más conciencia de lo que la fiscalía puede y no puede hacer. Ha quedado claro con gran esfuerzo de muchos fiscales en todo el país, y me incluyo. Es una institución que genera mucho más interés que antes respecto de quién está a la cabeza. Eso, sin duda. Y, además, está el hecho de toda la mediatización de las causas.
¿Hay una consolidación de la fiscalía como un actor político relevante, como ocurre en otros países?
No hay nada más detestable que una fiscalía que persigue a un sector, como pasa en otros países, o que solamente le interesa la farándula. Creo que ahora la gente entiende más cabalmente el rol de la fiscalía y se ha dado cuenta que de verdad hemos investigado a cualquiera: civiles, militares, eclesiásticos, poderosos económicamente, conocidos en los medios de comunicación, a cualquiera.
¿Qué le parece a usted que algunos fiscales vayan adquiriendo cierta figuración o presencia, es decir, un rol político? Eso ha sido criticado también.
Si alguien pensara que estamos adquiriendo un rol político, estaría de acuerdo con las críticas, porque no corresponde. Puede ser peligroso.
¿Usted cree que alguno de los fiscales con los que ha trabajado ha ido adquiriendo ese rol?
Ha habido atribuciones de intencionalidad política, incluso a mí mismo. Yo no digo que sea ofensivo, sino derechamente ajeno a la realidad. A mí me han dicho que los fiscales persiguen con un sesgo de izquierda, después con un sesgo de derecha, son todas pamplinas. Sólo hay fiscales más conocidos que otros.
Usted dijo en una entrevista reciente que le pidió al fiscal Carlos Gajardo, concretamente, que fuera “menos mediático”.
Sí, pero me quise referir a que tuviera más cuidado con los medios. Porque a veces uno, por inexperiencia o confianza, puede hacer declaraciones de las que después podría arrepentirse o tener que retractarse (…). Lo único que no me gusta, y se lo dije al fiscal Gajardo, quien comprendió el punto, son los comentarios por Twitter. Desde que hablamos eso, ha hecho comentarios que no tienen nada que ver con el trabajo.
El fiscal Gajardo no sólo ha hecho noticia por sus audiencias o diligencias, sino que por la posibilidad de que deje la investigación, con rumores que siempre se le atribuyen a la prensa…
Son rumores. Gajardo dijo que él no había amenazado con renunciar. Después dijo que había vínculos entre el caso Corpesca y SQM que eran más aparentes que reales para traer la causa para acá. Yo lo analicé y la asumí también.
¿Entonces, una eventual renuncia del fiscal Gajardo nunca fue una variable en su toma de decisiones?
La variable fundamental fue que se estaba instalando un clima de sospecha que la fiscalía no quería investigar todo lo adecuadamente que se debía por implicancias o inhabilidades de los fiscales a cargo. Se habló de que les querían echar tierra a las investigaciones, cuando son todos fiscales de probado profesionalismo. Es cierto, Gajardo es un gran fiscal, pero nadie es irreemplazable: ni yo, ni Gajardo, ni nadie.
Una de sus últimas decisiones será la del nuevo fiscal regional Metropolitano Oriente. A su juicio, y pese a que no haya quedado en la terna, ¿el fiscal Gajardo reunía las condiciones para ese cargo?
Todos los candidatos las reunían.
REUNIONES BAJO LA LUPA
Uno de los temas que quedaron tras la elección del nuevo fiscal nacional es el de las reuniones de los candidatos con los senadores que tenían que votar. En su momento, ¿con qué senadores se reunió usted?
De verdad no me acuerdo con qué senadores me reuní, pero sí me reuní con algunos cuando estaba en la quina.
¿Qué le parece la polémica que se generó por estas reuniones?
Esto fue injusto para los candidatos, porque todos se reunieron con senadores. Lo que no es conveniente es que no se regule. Yo creo que debería haber una instancia más formal, en que los senadores escucharan a cada uno de los candidatos de la quina. Y que también se regularan las reuniones previas.
Pero varios parlamentarios han aparecido investigados. ¿No cree que eso pueda generar un conflicto de interés en este acercamiento?
Primero, se ha instalado la sensación errónea de que cualquier persona citada a declarar está condenada; segundo, el que conversa verá qué habla; tercero, cualquier conversación acerca de la investigación que yo llevo es vana. Yo no he conversado con nadie sobre qué voy a hacer con las investigaciones. Ahora tengo que conversar con Jorge Abbott por razones obvias, luego de que vuelva de sus vacaciones, pero si alguien hubiera hablado de eso, hubiera sido como un juego de cartas, porque nadie tenía la certeza de ser nombrado.
También trascendió una reunión del nuevo fiscal nacional Abbott con el senador Guido Girardi, en la que participó el abogado Ciro Colombara, defensor de Marco Enríquez-Ominami en el caso SQM y del síndico Herman Chadwick en el caso Caval. El fiscal Toledo dijo que no se vio bien.
Una precisión: salvo que Jorge Abbott tome la causa Caval no tiene nada que ver con la investigación, ni siquiera indirectamente. El no sabía quién iba a estar en esa reunión, así que no hay nada oculto. Todas estas suspicacias se evitarían con un mecanismo formal de reuniones. Todo esto es injusto para Abbott, porque todos se reunieron con Girardi, y también injusto para Girardi, porque Abbott no fue el único con quien se reunió. Están haciendo una montaña en un grano de arena.
¿Usted cree que toda esta polémica se podría haber evitado si no hubiera asumido personalmente las investigaciones?
No quiero que suene ególatra, pero tengo el sentido de la responsabilidad bastante asentado. Creo que hice lo mejor para la institución, porque claramente no fue lo mejor para mí. Era mi último año, quería consolidar una serie de líneas de trabajo, quería instalar otras ideas y me ha significado un costo personal en cuanto a cansancio y tensiones. Hubiera sido más fácil entregársela a cualquier otro fiscal regional, pero varias personas de la fiscalía, incluso el propio Jorge Abbott en su minuto, me dijeron que era lo mejor para acabar con las suspicacias. En la designación de mi cargo participan los tres poderes del Estado, lo que le da una legitimidad muy diferente a la de otros cargos.
Que se haya tenido que hacer cargo de las investigaciones tiene que ver también con un blindaje frente a presiones que parecen obvias frente a estos casos.
Yo creo que cualquier fiscal regional hubiera podido resistir presiones. Lo que ocurre es que en el ambiente que había, hubiera sido acusado injustamente por la forma de nombramiento. Me eché al hombro esta mochila con el apoyo de un equipo muy bueno de fiscales.
EL REMEZÓN
¿Cuánto va a marcar su gestión el hecho de que como fiscal nacional haya asumido las indagatorias a figuras políticas?
Es inédito, porque no se había hecho nunca, pero sin duda volverá a ocurrir en el futuro. Ojalá no pase mucho.
¿Pero hay un antes y un después en el Ministerio Público con estos casos?
Me parece que es un poco presuntuoso hablar de un antes y un después. La ley estaba y se ocupó nomás. Creo que era lo adecuado. Me arrepiento en el sentido del costo, pero no por la institución.
Independientemente de los resultados, esta investigación permitió revelar el carácter irregular del financiamiento de campañas políticas. Más allá de su cargo como persecutor, ¿cuál es su opinión como actor público respecto de que se haya desentrañado este problema?
No es mi rol ni el de ningún fiscal hablar de política, pero si uno lo mira como ciudadano, creo que con esto se ha producido un remezón importante para afinar las forma de financiamiento de la política, sujetarla a mayores controles y niveles de transparencia, lo que ha sido positivo para el país. Así que ha sido una ganancia institucional. Es un triunfo del sistema y de la fiscalía. No mío. Sí me parece injusto reducir mi gestión a esto.
Usted valora como algo positivo que se develara esta situación y se provocara este “remezón”. ¿Podrían jugarles en contra las expectativas de la opinión pública y la idea de que el caso iba a terminar con penas de cárcel?
Terminó con gente tras las rejas, al menos en prisión preventiva. No hay que confundir la falta de pena de cárcel con impunidad. Un procedimiento abreviado no es impunidad. Hay que mejorar la lógica del Código Penal en cuanto a hacer efectivas las penas contra delitos de corrupción. No puede ser, y ustedes pueden consultarlo, porque es público, que reciba una mayor pena quien se roba las pezuñas y plumas de un animal que una persona que defrauda al Fisco en $ 2.000 millones. Eso no puede ser. Ahora, no todo se arregla con cárcel. Si amenaza a un sujeto y le dice “sabe qué, le vamos a quitar la mitad de su patrimonio”, le va a doler mucho más que si le dices “le vamos a dar cinco años y va a estar firmando”. El sistema alemán tiene multas proporcionales a los ingresos.
Se ha intentado reformar el Código Penal, pero no ha prosperado. ¿Sería deseable, por ejemplo, que la fiscalía pueda actuar en casos de delitos económicos sin una querella del Servicio de Impuestos Internos (SII)?
Creemos que debería haber un régimen mixto, como el que impera ahora, pero cuando haya ciertos casos en los que el SII diga que no va a ejercer acción en ciertos casos y la fiscalía pueda acusar por su lado. Es lo que dijo Abbott en el Senado.
Cuando se pedían medidas cautelares, los abogados defensores argumentaban que muchos de estos delitos eran faltas, que se estaba exagerando, y se acusó a los fiscales de populistas. Hoy día queda claro que no habrá cárcel para muchos de los implicados. ¿Eso no les da la razón a quienes criticaban?
Para nada. Si no hay pena de cárcel no es problema de la fiscalía, sino de la pena y del juego de atenuantes y agravantes. Ya ha habido penas de cárcel por el caso de fraude al FUT, que yo no llevaba, pero que tiene vínculo con estas causas, y creemos que puede haber penas de cárcel para dos o tres personas más, no voy a decir para quiénes. Para otros va a haber condena. Cuando eso ocurre, no hay impunidad.
¿Cómo se explica que se haya acordado un juicio abreviado con Jovino Novoa tras su declaración? Se asume que debe haber aceptado responsabilidad por alguno de los distintos delitos tributarios por los que fue formalizado. En términos generales, ¿qué reconoció Jovino Novoa en su declaración?
No corresponde que dé a conocer el contenido de la declaración de un imputado por el secreto de la investigación. Lo que sí puedo decirle es que para que se verifique el juicio abreviado de un imputado ante un tribunal, éste tiene que aceptar de cara a un juez la totalidad de los hechos de la acusación y los antecedentes de la investigación.
¿No teme que esto sea percibido como una concesión a uno de los principales críticos del trabajo de su equipo? Novoa dijo que se trataba de una investigación “ideológicamente falsa”.
Este es un logro para la persecución penal que encabeza la fiscalía y también para la búsqueda de la verdad que anhela la sociedad chilena. No hay impunidad desde que aspiramos a una condena, con reconocimiento de los hechos. Ahora, hay otros con los que no se ha explorado ninguna posibilidad de abreviado y les he dicho que, por ahora, tendrán juicio oral.
¿Será ese el caso para los controladores de Penta?
Eventualmente, pero no sería justo de mi parte que yo anuncie por la prensa lo que voy a hacer antes de hablar con ellos. Se ha conversado con al menos 10 abogados por las distintas salidas de esta causa.
PENALIZAR LA COLUSIÓN
Se ha discutido mucho la publicidad del proceso y las audiencias. ¿Cree que hay algo que corregir en este tema?
La fiscalía ha actuado de forma impecable. La publicidad es un valor intransable, a las audiencias puede entrar toda la gente que quepa. Lo que puede cuestionarse en transmitir todo un juicio en vivo. El canal del Poder Judicial ha sido una herramienta poderosísima, pero entiendo el argumento académico para que no se transmita todo. Pero que se entienda bien: la publicidad no puede limitarse.
En este proceso se conocieron cosas que no se habían visto antes, como comunicaciones que uno podría interpretar como de la esfera más íntima, que los imputados podían considerar como dañinos para su honra. ¿Hay alguna autocrítica que hacerse para procesos futuros que sean similares?
Todas las filmaciones e interceptaciones han sido aprobadas por los tribunales. Así que no hay nada que reprocharse. Que se conozca el contenido de la investigación es molesto y grave, pero a veces inevitable. Lo que no debería suceder es que se sepa cuándo una persona viene a declarar. Eso afecta la garantía de la persona, pero tampoco debería ser confundido el hecho de que alguien sea citado a declarar como imputado con que sea condenado. Sí puede haber una autocrítica en el sentido de que debemos ser más cuidadosos con los medios de cautela de reserva de la investigación.
Pero al principio también hubo filtraciones, cuando todavía era secreta la investigación del caso Penta.
Hay que preguntarle a la Fiscalía Oriente. Hay muchas diligencias que son imprescindibles que se mantengan en secreto. Si informo que le voy a intervenir el teléfono, usted no va a hablar, o va a tirar los computadores a un río.
Ya que menciona lo de los computadores al río: ¿Debe haber mayor responsabilidad penal en casos de colusión, como los de las farmacias, pollos y ahora con el cartel del papel higiénico?
Se debe perfeccionar el sistema, estableciendo un tipo penal para modificar el Decreto con fuerza de ley 211, sin que eso termine con las actividades de la Fiscalía Nacional Económica (FNE). Este tipo de delitos, la llamada colusión, tiene que tener un componente de “derecho penal administrativo” a cargo de la FNE, pero también tiene que haber una tipificación penal que no hay. Nosotros hemos colaborado, pero ellos legítimamente no están de acuerdo con “penalizar” las investigaciones. Yo creo que debiera hacerse.
¿Qué piensa hacer después de dejar su cargo? ¿Se irá al Consejo de Defensa del Estado (CDE), como ha trascendido?
No, eso del CDE lo descarto. Por ahora, lo más probable es que me dedique al ejercicio privado y a la academia. Lo que sí haré es tomarme 15 días de vacaciones. Y si a mediados de diciembre no tengo una posibilidad de trabajo, tomaré lo que me ofrezcan.
¿Considera una carrera política para después de que cumpla su inhabilidad para ocupar cargos públicos?
No. Tendría que ser para 2021 y lo descarto.


