Retiro del 10%: populismo, mentira y cobardía

Retiro del 10%: populismo, mentira y cobardía

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Nuestro país sufre la pandemia del Covid 19, que sigue demandando ingentes recursos y esfuerzos de todo el país, pero paralelamente debe hacer frente a otra peste: el asalto de los políticos a nuestra institucionalidad con toda clase de propuestas populistas que, además, la mayor parte de las veces son inconstitucionales o ilegales; eso a sus promotores los tiene sin cuidado, pues ya se ha traspasado el umbral de la legalidad sin resistencia eficaz y oportuna de las autoridades, hay que decirlo.

Esta semana es el turno de un tercer retiro desde las cuentas en las AFP, después del cual cuatro millones y medio de chilenos quedarán sin saldos en sus cuentas y estarán, por lo tanto, a merced de los políticos para sobrevivir en su vejez: deberán conformarse con lo que el Estado les entregue. Los demás, que mantendrán algún saldo en sus cuentas, podrían optar a pensiones bajas por lo que también requerirán la ayuda del Estado, que dejará así sin satisfacer necesidades en materia de salud, educación y vivienda, entre otras. Esta maniobra del retiro del 10%, que no es 10% sino mucho más, se ha conducido desde la mentira y desde la cobardía y tiene como protagonista estelar a la diputada Pamela Jiles, que amenaza, premia y castiga en la política chilena a base de esta medida, que en su oportunidad fue calificada como una pésima política pública por la unanimidad de los expertos.

Mentira, porque se dijo que esta era una medida de emergencia, extraordinaria y por una vez. Así lo afirmó su impulsor, el diputado DC Matías Walker, que después traicionó su palabra y apoyó un segundo retiro (amedrentado por Jiles) y ahora va por el tercero. Mentira, porque se ha dado como pretexto para estos retiros el que el Gobierno no habría ayudado suficientemente a la población afectada por la pandemia, en circunstancias que ha destinado a ello 18.000 millones de dólares, más de un 8% del PIB, lo que lo sitúa entre los países que más han gastado por este concepto en toda Latinoamérica. Mentira, porque se dice que este tercer retiro es para ayudar a personas que tienen hambre o sufren grandes privaciones, cuando la verdad es que la gente más pobre que estaba en el sistema ya retiró todos sus fondos y en este tercer retiro no podrá contar con ni un peso. Mentira, porque el Banco Central ha informado que de los fondos previsionales pagados en enero, un 62% se destinó a ahorro y solamente un 15,2% a consumo. Las cifras de ventas de automóviles y bienes durables y los saldos de depósitos en lo bancos, cuentas corrientes y cuentas vista corroboran que el destino de estos retiros no ha sido, mayoritariamente, atender situaciones de emergencia. Pese a ello, los políticos que lo impulsan, los conductores de los matinales de televisión en masa y quienes finalmente se rinden a apoyar la medida porque tiene aceptación popular, siguen repitiendo que esta es una medida necesaria y urgente.

La verdad no tiene cabida en nuestra política. El auténtico objetivo del retiro de fondos ha sido destruir el sistema de capitalización individual en pensiones e instaurar un sistema de reparto, y para allá van. Todo urdido a partir de mentiras de los impulsores de esta medida, mentiras que han sido amplificadas por la televisión. La política y la farándula son hoy día indistinguibles, constituyen una sola cosa, y para ello la mentira ha sido fundamental, aunque no ha sido el único factor que nos ha llevado a este resultado.

Ha habido también cobardía, simple cobardía. Después del unánime rechazo de los especialistas a estas medidas, varios se han ido quedando callados. Y entre muchos políticos de derecha, la actitud ha sido la misma. Al principio incluso quienes apoyaron los retiros amparados en la urgencia de la situación objetaban la forma, la abierta inconstitucionalidad de las propuestas. Ahora que dicha emergencia ya no existe, ya no lo hacen. Y el verdadero argumento, que sólo unos pocos han admitido, porque es de verdad inconfesable para quien tiene algún respeto por sí mismo, es que lo apoyan porque lo quiere la mayoría. Para eso ahorrémonos los altos costos de remunerar a los políticos y por una fracción menor de él encarguemos encuestas para ver lo que quiere la gente. La intermediación de los políticos en la democracia representativa supone estudio, inteligencia, discernimiento y liderazgo para mostrar a los electores los auténticos caminos posibles para mejorar su bienestar: todo eso ha estado ausente en este episodio. Así está la política en Chile y para salir de ese estado se requiere liderazgo, kilos de liderazgo y el liderazgo efectivo, fructífero, siempre va acompañado de una dosis de coraje. (El Líbero)

Luis Larraín

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