Reformas institucionales con paridad de género- Paula Walker

Reformas institucionales con paridad de género- Paula Walker

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La perplejidad es un concepto que resume muy bien el estado de ánimo de quienes tienen responsabilidades de conducción en las instituciones chilenas, sean estas privadas o públicas, el mismo parlamento y otras que sustentan nuestra convivencia en el país. Aquello que sirvió por años ahora no da respuesta, y la incertidumbre se instala como la certeza más generalizada.

La confianza en las organizaciones y en los líderes se desploma. Lo viene haciendo desde hace años, las encuestas son consistentes en mostrar el enojo y la impaciencia de las personas frente a una seguidilla de hechos corruptos, injustos, abusivos, opacos. ¿Y la respuesta institucional? Poco y nada, burocrática, con vacíos legales y administrativos que muestran cómo la sociedad evolucionó más rápido que las organizaciones.

La percepción de la opinión pública distingue cómo en el país hay manga ancha para unos y manga muy angosta para todos los demás. Un tipo de justicia para unos, y otro tipo de justicia para otros. Diferencias salariales para unos, en desmedro de los salarios de otras. Las presidencias y los altos cargos para unos, y para las otras la promesa de que muy pronto accederán. Los gremios conducidos tradicionalmente por unos, en desmedro de tantas otras capacitadas para dirigir y participar. La educación que reciben unos pocos no tiene nada que ver con la que recibe la gran mayoría. Podría seguir poniendo tantos ejemplos.

El gobierno actual -intuitivamente- utiliza esta oportunidad para presentar un ambicioso plan de reformas institucionales. Saben que el objetivo es mayúsculo: cambiar instituciones para enfrentar la desconfianza y el descrédito generalizado. El Presidente anunció que implementarán 26 cambios en siete áreas determinantes: el Congreso, el Poder Judicial, la Contraloría, el Tribunal Constitucional, el Consejo de Defensa del Estado, la Administración del Estado y el Ministerio Público.

Comenzaron las conversaciones, las reuniones, las declaraciones. En cada gesto y declaración quienes tienen esta responsabilidad se están jugando la importante primera impresión. ¿Si vamos a reformar instituciones que nos afectan a todos y todas dónde están las miles de mujeres que pueden aportar con su experiencia y capacidad en distintos ámbitos? ¿O acaso la tentación por ser los mismos, los iguales, los de siempre, los que piensan parecido, será más fuerte?

Lo que ha marcado hasta ahora este debate son reformas que vienen a mejorar el funcionamiento de la democracia, la probidad y la transparencia. ¿Y la paridad por qué no está presente, explícita y activamente? ¿Acaso aún persisten dudas sobre la inmensa capacidad de las mujeres que trabajan (y las usuarias) en todas las instituciones y cuya voz, opinión y recomendaciones se escuchan poco?

Para hacer reformas perdurables y sustentables, se necesita la activa participación y decisión de hombres y mujeres. No solo durante la reforma, sino de manera permanente y paritaria en su funcionamiento.

La Tercera

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