Reflexiones a los 40 años del TPA-Richard Kouyoumdjian

Reflexiones a los 40 años del TPA-Richard Kouyoumdjian

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El 29 de noviembre de 1984 se firmó en la Ciudad del Vaticano ante el Papa Juan Pablo II, el Tratado de Paz y Amistad (TPA) entre Chile y la Argentina. Por nosotros firmó el canciller Jaime del Valle, y por los transandinos el ministro de Relaciones Exteriores y Culto Dante Caputo.

El TPA fue aprobado y promulgado por los respectivos poderes legislativos y ejecutivo en el segundo trimestre de 1985, con lo cual quedan plenamente vigentes y en ejecución. Cabe notar que, en el caso de Argentina, antes de la firma del 29, se realizó días antes un plebiscito no vinculante en que votó el 72% del padrón electoral, sacando un 81% de aprobación. Estuvieron en contra la derecha que apoyó a los militares en el llamado proceso de reorganización nacional, y, por otro lado, buena parte del peronismo boicoteó la consulta. Para Alfonsín era importante contar con un piso político antes de ir adelante, y en ese sentido, pudo firmar sin problemas y con la tranquilidad de que tendría después la aprobación legislativa que se tendría que inclinar ante la voluntad del pueblo. Como dato anecdótico está en que el apruebo sacó su más baja votación en la provincia de Tierra del Fuego.

Por qué detallo lo anterior, lo hago porque independiente de que la derrota en las Falklands en el 82 evidentemente facilito que aceptaran firmar un acuerdo del tipo TPA, ya que saca a los elementos duros de la negociación, el pueblo argentino llevaba generaciones siendo educado bajo las ideas del almirante Segundo Storni en que el Beagle era de ellos, que la Argentina era para el Atlántico y Chile para el Pacífico, y que por ende la Península Antártica les pertenecía. Había que venderles la idea de que estaban cediendo soberanía a cambio de la paz con Chile, algo que en 1984 podía ser considerado valioso, estimando este columnista que antes o después habría sido difícil llegar a un acuerdo como el que se firmó porque el interés nacional de ese país es siempre y sigue siendo empujar más al sur y más al oeste, algo que en los años posteriores ha vuelto a aparecer con cierta fuerza particularmente en lo relativo a espacios marítimos australes y en lugares como Campos de Hielo Sur.

Independiente de los esfuerzos diplomáticos realizados por las cancillerías de ambos países para llegar a un acuerdo, me parece que los siguientes conceptos indicados por el Papa Francisco en la ceremonia del lunes 25 de noviembre de 2024 realizada en el Vaticano reflejan el espíritu del TPA del 84:

  1. Buscar un acuerdo que fuera considerado por las partes como satisfactorio, justo, equitativo y honorable, y pongo el acento en el último concepto, ya que era la clave para que los argentinos aceptaran,
  2. Que es un tratado de Paz y Amistad, que es más que un cese al fuego o un acuerdo provisorio. El TPA busca zanjar definitivamente las diferencias que habían respecto de la cuestión del Beagle y aspectos relacionados, y
  3. Que buscaba desarrollar una amistada entre los países, algo que ha demostrado ser un poco más difícil de desarrollar a pesar de que en algunos momentos se lograron algunos avances.

Evidentemente ayudó a llegar a acuerdo no sólo la derrota que sufrieron los argentinos el 82, sino que también el incremento en capacidades aéreas y navales por parte de Chile, las que llegaron como compensación por la ayuda que le dimos a los británicos en la reconquista de las Falklands.

También fue de ayuda el que las Fuerzas Armadas chilenas no bajaron la guardia después de diciembre del 78, en donde les mostraron los dientes a los argentinos, manteniendo un alto grado de alistamiento, el que se reforzó en 1982 cuando los argentinos invadieron las Falklands, ya que bien sabíamos que, si eso les resultaba, había altas probabilidades que volvieran a intentar colocar presión sobre Chile o repetir lo de fines del 78.

La historia con Argentina nos enseña que resulta con ellos y ayuda a la convivencia ser duros y claros, no pagando el ser buenistas o entreguistas. Funciona respetar los tratados, y tener Fuerzas Armadas bien equipadas y entrenadas para hacerlos respetar. Si hacemos eso y ellos se portan bien, podemos ser buenos vecinos, y vivir en paz y amistad.

Y para finalizar, claramente no ayuda actitudes infantiles como las demostradas recientemente por los líderes de ambas naciones, dejando al Papa Francisco solo con el canciller Van Klaveren, el embajador argentino y diplomáticos presentes. El TPA del 84 no se cuida solo, hay que ayudarlo, ya que de lo contrario sólo pasa a ser letra muerta. (El Líbero)

Richard Kouyoumdjian

En memoria de los diplomáticos y militares que lograron llevar a la Argentina a la mesa de negociaciones, que se aseguraron de que no la dejara, y por, sobre todo, que aceptara firmar el Tratado de Paz y Amistad el 29 de noviembre de 1984.