Sin embargo, los principios democráticos aplicados a rajatabla muchas veces terminan por hacer sucumbir, en la práctica, el orden democrático. Es por ello que frecuentemente son compensados y balanceados mediante otras disposiciones que buscan darle estabilidad y viabilidad al orden resultante. Ese es el tema central, por ejemplo, de “El Federalista” (Jay, Madison y Hamilton): cómo generar un diseño republicano que haga posible el gobierno popular, limitándolo.
Es de esperar que, logren o no su cometido (hay buenos argumentos republicanos en ambos sentidos), los grandes promotores de prohibir la reelección desde la izquierda recuerden después esta lección sobre el diseño de las instituciones que hacen posible y estable la democracia. Esto, porque solo ayer declaraban que todo quorum legislativo especial y todo mecanismo de control previo de constitucionalidad de las leyes eran “trampas contramayoritarias”, reñidas con la soberanía absoluta de la mitad más uno, y que solo por esta razón de principio debían dejar de existir. Hoy, seguramente, ya no usarían razones tan simples para fundamentar su postura. (El Mercurio Cartas)
Pablo Ortúzar Madrid
Investigador IES