Recuperar la épica

Recuperar la épica

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La mesa técnica designada para elaborar las especificaciones del plebiscito para una nueva Carta Fundamental (reemplazando con ello el artículo XV de la Constitución vigente) acaba de terminar su trabajo. Lo que queda ahora es que el Parlamento apruebe las especificaciones de dicho texto y se inicie el proceso institucional que tendrá como primer hito el plebiscito de entrada a fines de abril de 2020.

Es probable que el acuerdo no satisfaga las aspiraciones de muchos que esperaban, entre otras cosas, paridad en la selección de los constituyentes, escaños reservados para los pueblos originarios, elección de independientes o un mapa electoral distinto al que actualmente rige la elección de diputados, entre otras cosas. No obstante, es preciso también entender que esta comisión no tenía mandato respecto a estos temas en la medida que no hubiese acuerdo de los mandantes, los partidos políticos, que fue lo que finalmente ocurrió. En cualquier caso, es aún posible introducir hasta junio de 2020 cambios a las leyes electorales, por lo que aún es posible que estas condiciones se cumplan si existe voluntad y fuerza suficiente para que sean consideradas.

Si miramos el vaso medio lleno y todo lo que se ha avanzado hasta la fecha, no es poco. Hace apenas dos meses la posibilidad de cambiar la Constitución política era apenas un sueño que se vio derrotado en la última elección presidencial. Fue la fuerza de la movilización social en todo el país la que trajo de vuelta esta discusión y que ha puesto en perspectiva el debate sobre la necesidad de generar reformas estructurales en materia social.

En tal sentido, lo que viene ahora es un proceso que será un desafío probablemente equiparable al del plebiscito de 1988 para aquellos sectores que creemos que el proceso constituyente es relevante no solo en cuanto al texto final como la cristalización de un nuevo pacto social, sino que, ante todo, como una oportunidad para volver a generar un nuevo trato en la sociedad chilena, donde todos seamos responsables de la reconstrucción de un sistema político que necesita con urgencia recuperar la confianza y la legitimidad perdida. Ello implica recuperar una épica que tenemos extraviada.

En consecuencia, se trata no solo de estar vigilantes, sino que de generar una gran articulación a nivel nacional que logre romper la desconfianza con un proceso que, si bien ha tenido como protagonista a la demanda social, ha tenido como articulador del acuerdo a un mundo político que está desacreditado. El primer paso por recuperar la confianza, por tanto, es lograr hacer sentido común respecto a la importancia de concurrir a las urnas con convicción para pronunciarse sobre el cambio a la constitución. Si los niveles de participación son bajos (hasta ahora todo parece indicar que el plebiscito de entrada será con voto voluntario) quedaremos entonces en el peor de los mundos. Con un sistema político desacreditado y con una situación imposible si los niveles de participación siguen expresando la apatía o el desinterés por la vía institucional para enfrentar la crisis social.

Esperemos que, independiente de la posición que cada cual profese respecto al cambio a la Constitución, se entienda que el único camino posible es que los ciudadanos concurran en masa a las urnas, con un sentido histórico respecto a lo que se juega en un proceso de estas características. De lo contrario ¿qué otro camino institucional nos queda? (La Tercera)

Gloria de la Fuente

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