Recuperando el norte-José Ramón Valente

Recuperando el norte-José Ramón Valente

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Una persona que estando en Santiago declara su intención de partir rumbo a Arica, pero advierte que se va ir vía Talca, ya parece raro. Si un año después de su declaración inicial, esta persona está en Concepción, definitivamente la promesa de ir a Arica pierde casi toda su credibilidad.Este era el riesgo que hasta las declaraciones del nuevo ministro de Hacienda estaba enfrentando la política fiscal chilena.

Chile es reconocido en el mundo entero por su manejo responsable de las finanzas públicas. Dicho prestigio se lo ha ganado con cerca de treinta años de mantener a raya el voraz apetito del Estado por gastar más.

La debacle financiera causada por la irresponsabilidad fiscal tanto en Chile como en la mayor parte de los países latinoamericanos durante el siglo pasado ha sido el principal sustento que han tenido los ministros para resistir las presiones para expandir el gasto público.Lamentablemente el siglo XX está cada vez más atrás en la historia, y los jóvenes no son muy dados a leer historia, y menos historia económica.

Así las cosas, el ministro Arenas había pisado el acelerador del gasto fiscal supuestamente con la intención de que esto fuese una medida transitoria. Sin embargo, probablemente en su desesperación por ver que los esperados brotes verdes se marchitaban, el ex ministro mantuvo el acelerador a fondo durante más tiempo del recomendable y no parecía tener intenciones de soltarlo. La última cifra disponible nos habla de un gasto de Gobierno que estaba creciendo cerca de un 12% al año; vale decir, cinco veces más que el crecimiento de la economía. Por lo mismo, Chile se encaminaba este año a un significativo aumento del déficit fiscal, que algunos analistas habían cifrado en más de 3%. En otras palabras, a pesar de la reforma tributaria, para poder financiar sus gasto, el Gobierno debería endeudarse, o usar parte de sus reservas, por un monto cercano a los US$ 7.500 millones.

A la luz de esta realidad, ya habían surgido voces de alerta entre los analistas nacionales e internacionales, quienes se preguntaba si la retroexcavadora también había arrasado con la tradición chilena de un manejo responsable de sus finanzas públicas. Los mismos analistas se preguntaban -con algo de razón- si Chile no estaría encaminado al mismo destino de Brasil; es decir, inflación, bajo crecimiento y alto déficit fiscal.

En ese escenario, las palabras de mesura que ha pronunciado recientemente el ministro Rodrigo Valdés respecto al crecimiento futuro del gasto fiscal son importantes. Si Chile perdiese su prestigio internacional de país fiscalmente responsable, el costo del financiamiento interno como externo subiría no sólo para el Gobierno, sino que para todas las empresas, y también para los créditos de consumo e hipotecarios de las personas. Adicionalmente, el crecimiento de la economía sería más bajo, sería más difícil reactivar la inversión, y probablemente la inflación y el desempleo se elevarían. Por lo mismo, se agradece que el ministro haya encontrado el norte y enfile nuevamente hacia Arica, aunque tenga que partir desde Concepción en vez de Santiago.

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