Razonable inquietud-Álvaro Góngora

Razonable inquietud-Álvaro Góngora

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¿Cuántos chilenos ven el proceso constituyente que se avecina con razonable inquietud? Sin dejar de reconocerlo como una oportunidad que permitiría lograr acuerdos que mejoren nuestra Constitución, siempre que existan ciertas condiciones. Debe ser un gran porcentaje de compatriotas debidamente informados.

Porque no existe un buen entendimiento entre las posiciones políticas. Por el contrario, algunas destilan ideologismo dogmático, vehemencia, cuando no odiosidad, particularmente las izquierdas extremas, a juzgar por sus declaraciones.

La polarización es una realidad. Cuadro que viene configurándose desde hace una década, según estudios. Chile no es el país amigable que existió en los gobiernos de la Concertación. Irrumpió con creciente intensidad el antagonismo en el contexto partidario cuando perdió el poder. Habiéndose licuado el centro político, las colectividades fueron cohesionándose al interior de sus respectivos grupos por motivaciones de carácter ideológico y hay casos para quienes constituye un objetivo. Así, las candidaturas presidenciales y otras en general, por ejemplo, fueron movilizando a sus electorados con ideas hostiles, cuestión que sin duda tiende a impactar en la sensibilidad de los ciudadanos.

¿Qué podemos esperar de la Convención Constitucional, con presencia en ella de sectores intransigentes y hasta rupturistas? Conste que un diputado dirigente del PC llamó a “rodear con movilizaciones de masas el desarrollo de la Convención Constitucional”. Fue en el congreso nacional del partido: “la lucha social sostenida y la desobediencia expresada en la protesta social han generado condiciones para una ruptura democrática y constitucional”. Sabemos en qué consisten ciertas manifestaciones y entendemos por qué los vandalismos que se ocasionan no son condenados. También una diputada presidenta de Revolución Democrática estimó “comprensible”, haciéndose parte, la quemazón de edificios públicos y privados con que terminó una protesta callejera, sin considerar la conducta antidemocrática y la vulneración del Estado de derecho que representan, ignorando de paso el deber de todo parlamentario de respetar y hacer respetar la institucionalidad vigente.

Repensar y redimensionar la Constitución de la República no pueden estar sometidos a “banderías”. Su elaboración exige la más seria reflexión y mayor responsabilidad. Un ambiente de tolerancia para llegar a acuerdos entre las diferentes posiciones. Ella precisamente permite la coexistencia humana y se puede convivir si las convicciones de quienes integran la sociedad se rigen por un estatuto que las regula con cierta flexibilidad. De este modo, en la Convención deben predominar valores que propicien la búsqueda creativa del bien común de la patria.

Tales condiciones dependerán de los convencionales que sean electos, de si resultan ser los propios, demócratas de verdad, dotados de racionalidad y conciencia histórica. Tratándose de esta instancia, posiciones intolerantes, demagógicas y rupturistas, lógicamente resultan absurdas. (El Mercurio)

Álvaro Góngora

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