¿Quién se parece más a Bachelet?

¿Quién se parece más a Bachelet?

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Provoste y Narváez están más preocupadas por mostrarse como líderes de la ascendencia bacheletista que de probar que son la mejor alternativa para ganarle a Boric en primera vuelta. En vez pavimentar el camino para enfrentar a la izquierda en la primera vuelta y pasar a la segunda ronda, las candidatas están enfrascadas en una batalla irrelevante por suceder a la antigua jefa. El gran beneficiado es Boric.

Un concurso peculiar. Las primarias de Unidad Constituyente se asimilan más a un concurso de “¿quién se parece más a Bachelet?” que a un proceso electoral para elegir a la carta presidencial más competitiva del sector. Para cualquiera que ha seguido los debates de la coalición lo anterior es evidente. Especialmente en los casos de Yasna Provoste y Paula Narváez, que proponen una retórica, un lenguaje, y un simbolismo fuertemente evocativo de la otrora presidenta.

  • Normalmente las primarias se utilizan para escoger entre candidatos que proponen cosas diferentes, de forma y de fondo. Pero en este caso, no es así. El esfuerzo de ambas por parecerse a Bachelet las ha llevado a asimilarse a tal grado que es difícil ver su diferencia. A simple vista, la etiqueta partidaria, que por estos días dice poco, parece ser lo único que las distingue.
  • El problema es que en el afán de capturar la esencia bacheletista podrían sacrificar el espacio que tanto necesitan para afrontar la primera vuelta con fuerza. No haber participado en primarias legales es un problema, pero usar la consulta ciudadana para definir matices irrelevantes cuando deberían estar mostrando por qué pueden pasar a segunda vuelta es un error estratégico significativamente más importante.

El diagnóstico. Yasna Provoste y Paula Narváez están intentando revivir el modelo exitoso de la segunda candidatura presidencial de Bachelet. En particular, la idea de cambios estructurales urgentes, con un énfasis especial en transformaciones constitucionales irreversibles. Su diagnóstico es que si logran acoplar eso con sus historias políticas personales podrán convencer a la gente de que tienen oportunidades de ganar.

  • Quizás en esto último Provoste tiene una ventaja, pues al menos puede usar su destitución de 2005 para ejemplificar por qué ella, como la gente de a pie, es también víctima de una clase política elitista desconectada e indiferente con los problemas del pueblo. Narváez, en cambio, no tiene más que su militancia socialista para demostrar cómo su trayectoria política la alinea con los tiempos.
  • En cualquier caso, ni Provoste ni Narváez tienen la experiencia ni la historia de Bachelet. Aun si el contexto de 2021 fuera similar al de 2013, habría serias dudas que cualquiera de las dos podría empujar su experiencia personal como un elemento a favor de su candidatura. A pesar de lo que podrán decir, eventualmente serán vinculadas a la misma clase política que ha gobernado el país desde 1990.

Sobrecompensación.  El hecho de que las dos candidatas evocan a Bachelet es una señal inequívoca de la fatiga política por la cual pasa Unidad Constituyente. Que ambas candidatas representen elementos del pasado muestra que ninguno de los partidos de la alianza tiene cartas de recambio. En ese sentido, Provoste y Narváez son una sobrecompensación no solo de la falta de ideas, sino que también de la falta de liderazgos.

  • Este problema es más extenso de lo que parece. Pues, no son solo Provoste y Narváez las que vienen del antiguo linaje Concertacionista, sino que también la gran mayoría de todas las otras alternativas que alguna vez se propusieron como posibles candidatos caen en lo mismo. Pues, salvo Pablo Vidal, de Nuevo Trato, todos los otros nombres que alguna vez se barajaron derivan directamente de la transición—como es el caso de Ximena Rincón y Heraldo Muñoz.
  • La falta de recambio dentro de la centroizquierda es un problema serio. Es, entre otras cosas, lo que hoy tiene a la coalición sumida y luchando por volver a ser competitiva contra las nuevas opciones que han surgido desde la izquierda e incluso contra la alicaída derecha. De haberse modernizado a tiempo, la alianza hoy no estaría reciclando ideas y estilos del pasado. Estaría articulando la transición hacia la era que viene.

El avance por la izquierda. Cómo Unidad Constituyente pretende presentarse como una alternativa legítima en la primera vuelta es un misterio. Pues cualquiera sea la ganadora de la primaria tendrá que la dificil tarea de presentarse como una representante no solo de un nuevo Chile, sino que también como voz de la gente olvidada. Por los prontuarios políticos con el que cargan, será una tarea difícil si es que no imposible.

  • Hoy, las candidatas de Unidad Constituyente están más preocupadas por mostrarse como líderes de la ascendencia Bacheletista que de probar que son la mejor alternativa para ganarle a Gabriel Boric en primera vuelta. En vez de estar pavimentando el camino para enfrentar a la izquierda en la primera vuelta, y conseguir el paso a la segunda ronda, las candidatas están enfrascadas en una batalla irrelevante por suceder a la antigua jefa. 
  • El principal beneficiario de esta extraviada estrategia es precisamente Boric, que no solo viene con ímpetu tras ganar las primarias legales en mayo, sino que además se destaca comparativamente por un liderazgo auténticamente más original y en línea con lo que sectores moderados de izquierda y centroizquierda creen que es necesario para resolver los problemas de un país que se refunda.

La primera vuelta. Por la falla de las encuestas en tiempos recientes, es difícil sino imposible saber quién va a ganar la primaria de Unidad Constituyente. La verdad es que puede ser cualquiera de las dos. Lo que sí es claro es que, en los márgenes, Provoste es una mejor candidata que Narváez para la primera vuelta. No solo por la ventaja que le da su historia política personal, sino que además por su nivel de conocimiento. 

  • La ascendencia bacheletista que presentan las dos candidatas las puede terminar perjudicando más de lo que las podría beneficiar. La gente ya dio vuelta la página, y a pesar de reconocer que la ex presidenta oportunamente dio el pie inicial al proceso constituyente que hoy está en marcha, no están dispuestos a volver atrás. Menos si eso significa votar por liderazgos sucedáneos que son concebidos como representantes del viejo orden.
  • La tarea de Provoste y Narváez es probar por qué pueden liderar en el ciclo que viene. Sus esfuerzos debiesen estar más enfocados en generar masa crítica para derrotar a la izquierda en la primera vuelta que en marcar los matices que las asimilan a Bachelet. Si no adoptan una estrategia más coordinada y agresiva contra quienes amenazan en reemplazarlas, arriesgan marginar a su coalición del ciclo que viene. (Ex Ante)

Kenneth Bunker

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