Problemas de Valparaíso-Gonzalo Ibáñez

Problemas de Valparaíso-Gonzalo Ibáñez

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En la edición del martes recién pasado, un editorial trata de los problemas de Valparaíso. Es muy encomiable esta preocupación, atendida la extraordinaria calidad de esta ciudad y su condición única entre todas las del país. Comparto mucho el diagnóstico que este hace de las razones de la decadencia porteña; sin embargo, hay un punto con el cual discrepo frontalmente: “… el impacto que en su momento significó la apertura del Canal de Panamá, que le arrebató (a Valparaíso) protagonismo y debilitó su condición portuaria”. Nada más contrario a lo que efectivamente sucedió.

Desde luego, el editorialista podría advertir que hoy el Canal de Panamá es el socio estratégico más importante de Valparaíso y de los puertos chilenos, pues permite al comercio exterior chileno acceder a la costa este de EE.UU. y a Europa ahorrándose la vuelta por el Estrecho de Magallanes. Chile es por eso el tercer usuario mundial de ese canal, detrás de EE.UU. y de China, y es ello lo que explica el extraordinario aumento del movimiento portuario chileno. Si no existiera ese canal, tendríamos nosotros que ir a construirlo.

La decadencia de Valparaíso y de los puertos y provincias chilenas tuvo por causa principal el cierre del país al comercio exterior producido por las leyes que entre 1928 y 1932, con el objeto de “sustituir las importaciones”, levantaron tales barreras arancelarias que acabaron con el comercio exterior y, por ende, con el movimiento portuario. De hecho, entonces, la decadencia de Valparaíso se produjo por la decisión de sucesivos gobiernos chilenos de no emplear el Canal de Panamá. A la vez, esa política centró el resultado de la actividad económica en las decisiones de la burocracia santiaguina, dando así origen al fenómeno del centralismo que hasta hoy nos afecta.

La solución a la decadencia de Valparaíso es entonces la misma que ha de aplicarse para resolver el declive de cualquier otra provincia o ciudad chilena: terminar con el centralismo. Pero no solo con el centralismo público, sino antes que nada, y sobre todo, con el centralismo del sector privado.

Gonzalo Ibáñez S.M.

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