¿Por qué aprobar y mejorar?

¿Por qué aprobar y mejorar?

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Cristián Warnken descalifica a quienes queremos aprobar y luego mejorar, reformar o corregir el texto de la Convención. Sin embargo, asumo que detrás de esa virulencia reclama razones de por qué, a pesar de las críticas, hay quienes vamos a votar Apruebo.

Warnken invita a dejar de pensar en “opciones binarias”, pero él mismo debe salir de ellas.

Estoy entre los críticos de la Convención, porque ha faltado grandeza y ha sobrado desmesura. No entendieron la sabia regla de que un mayor poder implica una mayor responsabilidad. Transversalmente, no tuvieron voluntad o capacidad para llegar a un texto que convocara a ese mismo 78% que votó Apruebo. ¿Ese propósito era una ilusión? Quizás sí, porque Chile tiene quiebres muy profundos. Pero al mismo tiempo, consigno que es lo que hizo España en 1978 tras la dictadura de Franco. Su referéndum obtuvo un 87% a favor del texto que aprobó el Congreso, con votos desde la derecha hasta el PC español.

A pesar de eso, en la propuesta de nueva Constitución hay acuerdos sustantivos muy valiosos, sobre todo en sus principios y derechos fundamentales, como en la reforma o creación de instituciones clave. Esos argumentos los exponemos en el documento del PPD. En muchos aspectos, el resultado de la Convención es mejor que su proceso. Y también hay cambios que haríamos de inmediato, porque creemos que eso es lo mejor para Chile.

Sin embargo, hay dos aspectos medulares en que creo se equivoca.

Primero, las sucesivas reformas a la Constitución de 1980 no modificaron lo esencial de su cuerpo dogmático. Ahí está la matriz conservadora y neoliberal que bloqueó las reformas que Aylwin, Frei, Lagos y Bachelet proponían. Ese es un dato histórico, no una falacia como él sostiene. ¿Eso desmerece las reformas hechas? En absoluto, sin ellas no estaríamos en este punto. Pero no nos engañemos, el Rechazo es mantener ese núcleo, que entre otras causas derivó en la crisis política e institucional del estallido.

Segundo, afirma que él y los “amarillos” también quieren una nueva Constitución. Le creo. Pero, ¿es esa una alternativa a través del Rechazo? Allamand hizo esa misma oferta el año 89 y la repitió en 1995. No la cumplió. ¿Lo hizo de mala fe? Creo que no, sino que la dinámica política en la derecha, el poder que lograron en el Congreso desde 1989 y la correlación de fuerzas con sus sectores conservadores, lo impidieron. Algunos de buena fe dicen ahora “no, la Constitución de 1980 ya murió, créannos”. Sin embargo, como ello no está sujeto a esa sola buena voluntad, ¿no será acaso una ingenuidad?

Sobre esa base, ¿por qué la derecha descartó la propuesta de Longueira, en su carta a ‘El Mercurio’ del 12 de febrero pasado, de una reforma constitucional que dejara atrás la Constitución de 1980? Warnken no se hace cargo de eso y, aún más, no le he leído el mismo énfasis para emplazar a la derecha a que entregue la Constitución de 1980. Mientras eso no sea así, el Rechazo es lo que es: mantener la actual Constitución y su núcleo conservador y neoliberal o, en el mejor de los casos, hacer reformas desde esa hegemonía.

Chile necesita romper este círculo vicioso, es lo que espera la mayoría del país. Ahí radica realmente el 80% del plebiscito de 2020. Aprobar y mejorar es abrir ese camino, pero sobre la base de la mayor legitimidad de este proceso, de valorar con ponderación lo bueno que tiene y mantener una mirada crítica, propia de la izquierda laica que somos. (El Mercurio Cartas)

Jorge Insunza