¿Por la autopista o por la caletera?

¿Por la autopista o por la caletera?

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Llama la atención el continuo y repetido foco en la discusión pública sobre los elementos que están marcando los índices de crecimiento de la coyuntura. Pero el tema de mediano y largo plazo es muy diferente de lo que los medios y las redes marcan en sus agujas del día a día. Ese tema, medular y mucho más de fondo, tiene que ver con una pregunta socio-cultural central: dicho con dureza, ¿los chilenos estamos optando y prefiriendo circular al desarrollo por la caletera o por la carretera? Las condiciones de seguridad, de velocidad, de amplitud, y de circulación general masiva son muy, pero muy diferentes entre una vía y otra. Dramáticamente distintas, como se explica.

Hoy tenemos países latinoamericanos que ni siquiera aspiran a las caleteras, sino que han hecho virajes drásticos en U para regresar al pasado: casos como Venezuela y Nicaragua hacen que sus economías y sus sociedades estén enfrentando un Stop, de proyecciones muy lúgubres.

Y, ¿cómo andamos por casa? Bueno ni tan mal, ni tampoco demasiado bien. Estamos intentando elegir una autopista más rápida, más moderna, pero no estamos muy de acuerdo aún, en las dos cosas importantes. La primera: ¿Hacia dónde queremos llegar al final del camino? En segundo término: ¿Cuántos ciudadanos podrán llegar a circular a respetables velocidades en la misma?

Chile no ha abandonado viajar al desarrollo por autopista, a pesar de voces nostálgicas e iracundas que llaman a salirse y circular por caleteras. Pero debemos mejorar al menos dos condiciones urgentes para acercarnos a una velocidad de crucero eficaz -en vez de andar al 2 por 3, crecer al 4 por 5-, y que sea más segura para todos.

Abrir mejores compuertas para que accedan -ordenadamente- sectores sociales nuevos que aspiran a viajar por autopista, y que están motivados para pasar adelante en base a mérito y esfuerzo acumulativo. Eliminar los “algunos antojadizos tags” de barreras sociales arbitrarias y excluyentes, que hoy impiden a muchos participar.

Asegurar señalética de viaje comunes y mejor visibilidad, pistas iluminadas y sobre todo…una seguridad para circular rápido y confiados, en vez de sufrir detenciones, congestiones arbitrarias, asaltos, y un sinnúmero de baches en el camino.

Ello apunta a reglas del juego más previsibles, más justas, y de común conocimiento para todos: grandes, medianos, pequeños.

Para pasar de tasas de desarrollo mediocres a tasas más importantes requerimos más voluntad y compromiso, tanto de los conductores y pasajeros, como de aquellos que dirigen y regulan el tráfico. No se puede manejar descuidado y protestando de todo, ni se puede dirigir solo enfocando a los que corren en la fila más veloz.

Volver a mejor equilibrio con voluntad ganadora nos hará mejor a todos. (La Tercera)

Eduardo Aninat

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