Por interpósita persona- Luis Larraín

Por interpósita persona- Luis Larraín

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Cuál es el significado político de la entrevista que dio Nicolás Eyzaguirre a El Mercurio?

Se ha especulado mucho sobre ella. Una lectura cuidadosa da cuenta que no fue un impulso del ministro, ni una entrevista rutinaria sobre sus tareas en la Secretaría General de la Presidencia, sino más bien una aparición planificada. Hay largas frases, muy elaboradas, que no corresponden al estilo coloquial de Eyzaguirre y da la impresión de que esas frases están allí para decirnos algo.

Todo lleva a pensar que la entrevista fue dada para transmitir el pensamiento de la Presidenta Michelle Bachelet sobre el momento político. Eyzaguirre, en este rol de comunicación, subroga a la Presidenta.

Pero un examen del contenido de la entrevista permite concluir que ésta no deja ver cuál es la decisión presidencial acerca del rumbo que ha de tomar su gobierno en los años que le quedan. Y quizás es precisamente ese el mérito de la entrevista: permite desnudar el vacío que hay en el proyecto de la Presidenta para gobernar al país.

En otras palabras: se ha gastado mucha tinta para decir muy poco.

Tan bien hace Eyzaguirre el papel de representar a la Presidenta, que en este desdoblamiento llega a olvidarse al parecer de su propia persona, ya que se permite criticar el diseño e implementación de las reformas, ¡cuando la principal de ellas fue completa responsabilidad de él!

Se ha puesto mucho énfasis en el valor que tiene que Eyzaguirre reconozca los errores del gobierno e incluso algunos políticos de oposición han celebrado su gesto y han corrido a ponerse a su disposición para lograr acuerdos.

¿Pero qué valor tiene el reconocimiento de un error cuando no se muestra la mínima disposición a repararlo? Porque Eyzaguirre, si bien reconoce que se han cometido errores y ha faltado disposición al diálogo, agrega enseguida que no está disponible para acuerdos cupulares y alude a la democracia directa como una forma de dialogar.

¿Democracia directa? Populismo puro y duro, como Chávez o como Evo que “acepta” que se cambie la Constitución para ir a su cuarto período presidencial.

Hay que considerar que el ministro de la Presidencia llega a reconocer que el diagnóstico que hizo la Nueva Mayoría fue equivocado, y sin embargo no dice una palabra acerca de la rectificación que sería necesaria en consecuencia.

Incluso más, a los dos días de la entrevista, la “Nani”, como trata el Nico a la ministra de Educación (en eso la entrevista se salió del libreto), anuncia que la agenda en Educación continúa sin variaciones y antes de julio del próximo año tendremos proyectos para desmunicipalizar la educación escolar, gratuidad en la educación universitaria, además de tramitar Carrera Docente. No podemos atribuir estos anuncios a déficit atencional de la ministra Delpiano, sino que a falta de real voluntad de rectificar.

Hay dos cuestiones adicionales que vale la pena comentar sobre esta entrevista. La primera es que parece estar siguiendo un modelo o pauta diseñada en La Moneda para reconocer errores, entendiendo que eso es bien recibido por la población. Sin embargo, como hemos comentado, ello no viene seguido de propuestas y acciones para solucionar esos errores, de manera que respondería más a un objetivo comunicacional que a una decisión de hacer las cosas de manera distinta.

La segunda cuestión es que nos parece que la entrevista también cumple un rol de respaldar, al menos tácitamente, lo que están haciendo Jorge Burgos y Rodrigo Valdés en los Ministerios de Interior y de Hacienda. Como se especula que la Presidenta piensa distinto a ellos y da la sensación de que en cualquier minuto ella podría quitarles el piso, la entrevista se encarga de decir que al interior del gobierno hay una visión común en esto de reconocer los errores. No es sólo la dupla la que piensa que se han cometido errores, la Presidenta también está de acuerdo con ello.No sabemos si esta imagen que se quiere mostrar corresponde verdaderamente a la realidad, o si persisten concepciones muy diferentes al interior de Palacio; pero al menos se hizo el esfuerzo de intentar mostrar una cara común.

 

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