Política exterior: la historia se repite-Francisco Orrego

Política exterior: la historia se repite-Francisco Orrego

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De dulce y agraz tuvo la reciente gira del Presidente Boric por Norteamérica. Previo a su destino final, su breve paso por Canadá estuvo marcado por la espontaneidad y complicidad ideológica con el Primer Ministro Justin Trudeau. Sin embargo, su visita a California y su participación en eventos paralelos a la Cumbre de las Américas, como el lanzamiento de una iniciativa de protección del océano, se vio ensombrecida por algunas declaraciones poco afortunadas del Mandatario. Su impetuosa juventud no lo exime de responsabilidad.

En un intento por transmitir tranquilidad a los inversionistas extranjeros, el Presidente Boric afirmó que la certeza jurídica, el respeto a los tratados y la separación de poderes son principios que él desea mantener durante su gestión. Con ello hacía clara alusión a su polémica promesa de campaña, repetida como mantra por algunos de sus actuales funcionarios, de revisar los tratados comerciales suscritos por Chile. En su momento ello encendió las alarmas de otras candidaturas, quienes vieron en esta propuesta un grave y peligroso retroceso en la política exterior y comercial chilena. No obstante las aclaraciones presidenciales, la duda entre nuestros principales socios comerciales persiste. Sólo el tiempo dirá qué tan ciertas y confiables fueron sus dichos.

Igualmente, sus declaraciones chocan con la realidad de nuestro proyecto constituyente. Lejos de crear certeza jurídica, respetar los tratados y el principio de separación de poderes, el proceso constituyente genera precisamente lo contrario. Incerteza jurídica por donde se le mire y  en muchos de los ámbitos relevantes de la economía nacional; tratados que aseguran ciertas garantías mínimas a inversionistas, que son vulnerados; y la eliminación del Senado y el debilitamiento de la independencia del Poder Judicial, que afectan seriamente los sistemas de pesos y contrapesos que todo sistema político democrático demanda.

Por otra parte, y sin entrar en los detalles morbosos del bochornoso “Kerry affair”, ha trascendido el cortocircuito que afectaría a la jefa de asesores del segundo piso de La Moneda con la máxima autoridad de nuestra Cancillería. Aunque para muchos resulte fácil y tentador hacer comparaciones -con frecuencia, odiosas- con el segundo gobierno del presidente Piñera, lo cierto es que en este caso las similitudes son irrelevantes. Aquí no hay espacio para jugar al empate. Lo relevante es que este gobierno se encuentra aún en proceso de instalación y ya surgen estas fisuras políticas que sólo conducen a un desgaste -y efecto cuasi paralizante- en la necesaria coordinación entre las autoridades encargadas de conducir nuestras relaciones exteriores. Son disputas de poder que en nada ayudan al país y a su política exterior.

Ni una política exterior turquesa o feminista resolverán por sí sola esta disputa interna en el gobierno. Esta disputa no es sobre la agenda del gobierno en materia de política exterior. Es una dispuesta de poder y ambición personal. Ya sabemos qué pasa cuando se anteponen intereses personales por sobre los intereses superiores del país. Aún tenemos frescos en la memoria las consecuencias de no resolver adecuada y oportunamente estas disputas de poder entre el segundo piso y la Cancillería. Sólo pierde el país.

Mientras tanto, no sorprendería que sigamos observando desavenencias en la gestión de nuestros intereses internacionales. Sólo cabe que el presidente Boric zanje esta disputa considerando la conveniencia del país, cualquiera sea el costo político que ello implique para el gobierno.

Hay en juego mucho más que una disputa de egos personales. Está en juego el honor y la reputación de Chile. (ElLíbero)

Francisco Orrego

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