Piñera post 25-O: superar «pato cojo», impulsar unidad y firmar nueva carta

Piñera post 25-O: superar «pato cojo», impulsar unidad y firmar nueva carta

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Hasta ahora, el aún no zanjado plan en Palacio contempla que este domingo se pare ante las cámaras para pronunciarse ante el desenlace del referéndum. No para analizar el resultado, apunta un ministro, sino para -y esta es una idea de momento- aludir, entre otras cosas, a la unidad que su sector necesita en adelante. Siempre y cuando, claro, que el 25/O transcurra relativamente calmo. De ahí en más, el Presidente Sebastián Piñera encara algo menos de un año y cinco meses hasta entregar la banda tricolor y la piocha de O’Higgins.

Un tramo que estará dominado por un proceso constituyente que él no buscó, que podría terminar con una nueva Ley de Leyes que probablemente no lleve su firma, y también con un tren de elecciones y una campaña presidencial que ya se adelantó. Son las pocas certezas ante un mapa demasiado líquido mientras no se cuenten los votos del domingo. Por lo mismo, las autoridades y conocedores del mandatario consultadas para esta nota aventuran escenarios posibles distintos; tres especialistas en leer el cuadro hacen algunas advertencias.

1. CÓMO SALVAR LA VALLA DEL DOMINGO

Si pasado mañana todo termina en calma, el Presidente podrá respirar aliviado porque su gobierno pudo ser garante efectivo de una de las elecciones más trascendentes y complejas de los últimos años. Será entonces la primera valla del largo proceso constituyente. Pero el detalle de los números puede arrojar otros efectos inmediatos.

Un viejo conocido suyo hace ver que un triunfo del “Apruebo” por un margen tan amplio que tenga gusto a paliza sobre el “Rechazo” (que éste no llegue o quede muy por debajo del 30%) podría encender al ala más la izquierda de la oposición y/o a la calle para que vuelva a pedir su renuncia, con nuevas protestas después de que se apaguen las celebraciones. Es un supuesto que circula hace rato en el oficialismo. Por el contrario, algunas apuestas miran que si la brecha no es tan holgada, le podría servir al gobierno para resistir el impacto más estable.

En esto el punto, hacen ver varios, es que en la derecha inquieta que el escrutinio se lea como un plebiscito contra Piñera y el gobierno. Por ello es que durante las últimas semanas -sobre todo luego de que tras el último ajuste ministerial la oposición hablara del “gabinete del Rechazo”- desde La Moneda y Chile Vamos se desplegó la estrategia de mostrar rostros oficialistas del Apruebo. Y esto tiene que ver con el siguiente punto.

2. BREGAR POR LA UNIDAD DEL SECTOR

La creencia transversal en la derecha y en el gobierno es que a partir del domingo en la noche o el lunes en la mañana, tendrán la ventaja de que termina la lucha entre sus partidarios del “Apruebo” y el “Rechazo”, que solo tendrán incentivos para unirse detrás de una o máximo dos listas de candidatos a convencionales, y sobre todo en los contenidos que se discutan en el futuro órgano constituyente. Y que viendo a la oposición tan dividida e incapaz de unir a sus extremos ni para una foto, allá ocurrirá lo contrario.

Con matices de más o de menos, hay ministros que le han oído a Piñera reparar en ese mismo punto. Pero eso no quiere decir que la cohesión oficialista opere automáticamente. Una de sus personas más cercanas advierte que la unidad de su sector, y que así lo han conversado, es ahora una de sus prioridades porque -pensando en lo que viene el próximo año- todavía queda tejido por recomponer comenzando por sus partidos. Allá relatan que a los ministros políticos se les ha comisionado para dialogar y dialogar con sus dirigentes para lograr unidad ante la probable elección de constituyentes y la elección municipal que se vota en mismo 11 de abril de 2021.

Mal que mal, el gabinete Pérez-Bellolio-Monckeberg se diseñó precisamente para sofocar la crisis divisionista que lo empujó. En ese punto, si bien lo que ocurre entre el ministro del Interior y el de Defensa, Mario Desbordes en torno a la acusación constitucional que el primero enfrenta muestra que es una meta pendiente, hay quienes señalan que un punto clave será qué tal se comporta el oficialismo ante un segundo retiro de ahorros previsionales.

Acá nuevamente queda por esperar el domingo en la noche. Carlos Correa -columnista de La Tercera, consultor y ex director de la Secom en la era Michelle Bachelet- cree que con un Apruebo ganando por varios cuerpos “habrá recriminaciones: una parte de la derecha le dirá a la otra que le regalaron el triunfo a la izquierda; la otra retrucará que atrincherarse en posiciones retrógradas les impedirá convocar al centro y ganar las elecciones constituyentes y políticas que vienen”.

“Lo que más le conviene a Piñera”, anticipa, es que “así como fue exitoso en traspasarle a la oposición el problema de la violencia, endilgarle también el concepto de la hoja en blanco que tanto repite Fernando Atria en todos los medios. Con eso puede establecer un clivaje entre quienes quieren cambios razonables y quienes quieren cambiar todo”.

Correa cree que “por eso es vital para Piñera que sea un articulador de la unidad de la derecha, que no se le desbande y que no llegue a los hachazos”. Y eso, cierra, es la base para que él tenga chances de enfrentar el resto de su mandato sin ser un actor irrelevante y tratar de incidir en el proceso constituyente.

3. ACTOR POLÍTICO RELEVANTE

Esto va más allá del histórico Pato Cojo que sufren todas las administraciones en el ocaso de su periodo, más inminente ahora que la lucha por la presidencial 2021 se ha anticipado por ambos lados. En su sector, con el match Lavín v/s Matthei; en la oposición, con la angustia de la ex Nueva Mayoría por evitar que el PC Daniel Jadue siga ganando terreno. Para Piñera la cuestión de cómo tratar de ser protagonista o no verse relegado a una magra relevancia se resolverá en la medida de que pueda ser actor del proceso constituyente y de la recuperación de la crisis económica derivada de la pandemia.

Queda por ver si le resultará incidir de alguna forma en el mismo sondeando o fichando candidatos al órgano convencional, pero sobre todo que su gente en La Moneda (y otros fuera de ella) le generen propuestas de contenidos que lleguen a la redacción de una nueva Constitución si así queda establecido el domingo. El Presidente ya tiene a un equipo trabajando al mando del abogado Andrés Sotomayor en el Segundo Piso, y desde fines del año pasado que viene diciendo qué cosas quiere él que estén en el nuevo articulado rector.

Sus ministros subrayan con energía que aunque la oposición le enrostre que quiere entrometerse o intervenir en un proceso que esté a cargo de una futura convención, el Presidente no se va a marginar por ningún motivo. Más allá de que la ley lo faculta a tener roles específicos -como convocar al órgano constituyente y “prestar el apoyo técnico, administrativo y financiero que sea necesario para la instalación y funcionamiento de la Convención”, como dice la norma-, Piñera “no se va a quedar callado ni sin dar su opinión porque no somos indiferentes, no vamos a ser espectadores, y no estamos interfiriendo”.

Otra cosa cree Tomás Duval, académico de la Universidad Autónoma. “El Presidente no puede aspirar a ser protagonista del proceso que viene, con un ciclo electoral muy intenso”, dice, y “no me extrañaría que intentara presentar su proyecto constitucional a la convención constitucional, como una manera de participar entrecomillas del camino que viene”.

Pero Pablo Ortúzar, antropólogo social e investigador del IES, piensa que “puede condenarse a la irrelevancia total o convertirse en un articulador de las reformas sociales que deberán iniciarse, gane el Apruebo o el Rechazo, y cuya maduración tomará tiempo. Es la oportunidad para perfilar un gobierno reformista de unidad nacional. La única manera en que el Presidente puede recuperar capacidad de conducción es abriendo el espacio para acuerdos políticos amplios en torno a las reformas sociales”.

Y lee que “el Poder Ejecutivo es clave en comenzar a darle cauce a las reformas sociales urgentes. Especialmente en salud y pensiones. Hay en eso una tremenda oportunidad, pero supone un giro ideológico”. Otra razón que da es que “hoy la persona del Presidente es más lastre que ayuda electoral, para casi cualquier candidato. Su gran desafío son las reformas sociales”.

Duval disiente en parte porque aprecia que “para caer en la irrelevancia él tiene todos los elementos; su problema a saltar es eso. Si uno habla de grandes reformas políticas, lo único que pudiese hacer es cerrar la reforma de pensiones. Ese sería el gran punto”, porque -además- queda la duda de si el Parlamento también irá a la baja el 2021. “El Congreso a lo más va a jugar un rol fiscalizador sobre el gobierno. Probablemente la actividad legislativa va a quedar reducida a normas presupuestarias y reformas de pensiones», dice. (La Tercera)

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