Penta y el silencio de Allamand

Penta y el silencio de Allamand

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«Siéntate en la puerta de tu casa y verás pasar el cadáver de tu enemigo», dice el conocido proverbio. El hoy senador de Renovación Nacional, Andrés Allamand, tuvo que esperar más de 17 años para ver pasar por el frontis de su casa a quienes le impidieron llegar a la Cámara Alta en 1997 y ser abanderado presidencial de la derecha en 2013.

El caso Penta está demostrando ante la opinión pública que diversos postulantes al Parlamento que militan en la UDI obtuvieron millonarios recursos provenientes de procedimientos irregulares y de boletas falsas para financiar sus campañas.

La investigación avanza en la justicia y ya tuvo al senador por la región de Los Lagos, Iván Moreira, admitiendo que pidió dinero al holding de Carlos Alberto Délano y Carlos Eugenio Lavín y al ex candidato por Santiago Oriente, Laurence Golborne, reconociendo que recibió 120 millones de pesos del mismo grupo empresarial.

Los demás dirigentes del partido fundado por Jaime Guzmán que han sido nombrados en la causa, Jovino Novoa, Pablo Longueira, Evelyn Matthei, José Antonio Kast, Pablo Zalaquett, Carlos Bombal, Felipe de Mussy, Ena von Baer, entre otros, aún no enfrentan a los medios.

De ellos, Longueira, Bombal, Matthei y Zalaquett marcaron a fuego la carrera politica de Allamand. El líder de RN ha optado por el silencio y la mesura, aún cuando sabe que por la culpa de ellos -y otros- no pudo cristalizar el sueño de encarnar una derecha liberal que acabara con el pinochetismo que representaba la UDI.

Fue en 1997 cuando Allamand inmortalizó dos frases que pertenecen a su currículum: los «poderes fácticos» (Penta, otros empresarios y El Mercurio) que fueron capaces de financiar la campaña senatorial más cara en la historia de Chile, la de Carlos Bombal, que bordeó los 20 millones de dólares, y la «travesía por el desierto», camino a Estados Unidos que tomó el abogado para olvidarse de Chile y de todo lo que dejó trunco en RN y en la Alianza.

Como nunca antes se vio tanto dinero en la calle, medios impresos, radio y lo que fuera. Incluso se pagó el servicio de llamados con grabaciones telefónicas en las que se les preguntaba a los electores de Santiago Oriente si prefería a un candidato que se opone a la delincuencia o a otro candidato que tenía vinculaciones al tráfico de drogas.

El palo era para Allamand, que junto a Alberto Espina (senador de RN) y Jorge Schaulsohn (ex diputado PPD) habían sido mencionados como sospechosos de consumir cocaína, denuncia que comenzó con una declaración en 1995 que entregó el ex ministro de Pinochet, Francisco Javier Cuadra, en revista Qué Pasa, y que después utilizó como bandera la entonces diputada Evelyn Matthei, que llevó el tema a tribunales.

La historia dice que Cuadra, por no probar sus afirmaciones, fue querellado por Ley de Seguridad del Estado y, además, condenado a 540 días de presidio por el juez Lamberto Cisternas. Matthei, que ya venía dañada por lo que dejó el Piñeragate de 1992, pudo mantenerse de pie en el Congreso. Y Allamand, como bien se sabe, fue víctima de un huracán mediático y de propaganda de proporciones que hizo imposible su futuro político en el país.

Recién pudo volver en 2005, elección en la que ganó la senaduría por la región de Los Ríos, sin compañero de lista y apoyando la candidatura presidencial de Joaquín Lavín, ícono de la UDI, que a la postre fue sacado del camino por Sebastián Piñera en la primera vuelta de ese año.

Sólo con Piñera en La Moneda, de 2010 a 2014, Allamand pudo conocer el poder desde dentro. Por eso a nadie la extrañó que se transformara en candidato presidencial de RN. Lo que nadie tenía en sus cálculos era que su posicionamiento se debiera a un hecho fortuito, como lo fue el accidente del avión Casa 212 que se precipitó en la Isla Juan Fernández en 2011 y que llevaba como pasajeros al animador Felipe Camiroaga y a su cuñado Felipe Cubillos, director de la fundación Desafío Levantemos Chile.

Su buen manejo en el proceso de búsqueda de los restos de los fallecidos lo ubicó en el tope de las encuestas y nuevamente el fantasma de la derecha liberal inundó a la UDI y por medio de dos candidatos, Pablo Longueira (en las primarias) y Evelyn Matthei (después que Longueira se retirara de la arena presidencial por enfermedad), la colectividad desplegó una campaña millonaria que tuvo como único norte desplazar y sacar a Allamand del mapa.

Según la declaración del ex gerente de Penta, Hugo Bravo, éste le entregó «en efectivo 140 ó 150 millones de pesos» y que se entregaron «32 ó 33 millones en donación directa al Registro Electoral, el máximo a la UDI y el máximo a la Evelyn (Matthei) en segunda vuelta».

Si bien lograron sacar a Allamand de la escena, esta partida duró sólo por unos meses, porque el emblema de RN terminó recalando en la circunscripción de Santiago Poniente, lugar al que arribó con otra chorrera de billetes el ex alcalde Pablo Zalaquett, quien de acuerdo al testimonio de Bravo, «nos pidió (dinero) efectivo».

Como dicen los números, Allamand pasó la prueba y se convirtió en senador y un Zalaquett derrotado abandonó la actividad política, al igual que Laurence Golborne, que a pesar de las toneladas de plata que usó para invisibilizar a Manuel José Ossandón en Santiago Oriente, se quedó en el camino y, para peor, en el centro de la polémica luego de admitir que recibió recursos de forma anómala, al igual que Iván Moreira.

Por esto y más, Cristián Monckeberg, timonel de RN, le rindió un homenaje (en el pasado cónclave doctrinario de Pucón) a todos los parlamentarios que resultaron electos en 2013, toda vez que superaron el complejo escollo que significa competir contra un rival lleno de dinero. (Cambio21)

 

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