Por primera vez en largos años confieso que ayer sentí mucha simpatía por el diputado del PC: único voto en contra de diferenciar el IVA. De diferenciar su tasa según el carácter de los productos, que hoy están gravados universal y homogéneamente.
Confieso que me sentí sorprendido de que la moción de diferenciar —bajando la tasa del 19% a un 4%— para “favorecer” los consumos de hortalizas, legumbres, frutas, tubérculos, cereales, etcétera, la liderase un diputado señor Alessandri. He sido sereno admirador de la estirpe de políticos serios que dicha histórica familia ha generado para Chile, y de ahí mi aguda ansiedad.
En los años 80 y parte de los 90, dicté clases de Tributaria en varios centros académicos del país y del exterior. En todos ellos, y sin excepción, estudiantes y docentes coincidimos en que hay muchas herramientas mejores para apoyar a los pobres en sus gastos de consumo. Y que es una pésima política diferenciar el IVA, siendo un impuesto que hoy funciona bien y que recauda constantemente para un Estado, el que necesita recursos recurrentes para poder gestar mejor justicia social. La única explicación que queda para el confuso acto legislativo aludido es sociológica. Porque cuando el populismo campea… el tradicional partido de diestra —a saber la UDI— ya no quiere quedarse atrás.
Si el PC domina en reformar la previsión (entre otros, un tercer retiro), ¿por qué no tirar propuestas para posicionarse en campo de tributación “compasiva”?
Confío que la indicación no sobreviva el test de Sala en Cámara de Diputados, por respeto debido a una racionalidad de base y en temas de Estado.
Eduardo Aninat Ureta